Cuando lo que se valora es el Saber…
- LIC. SOLANA SAGUES
- 2 oct 2015
- 9 Min. de lectura

Primeros pasos…
Este trabajo se co construye a partir de las prácticas que desarrollo como Residente de Psicologia Comunitaria en el Centro de Salud N° 31 “Villa Costanera” en la ciudad de Salta capital en conjunto con un grupo de 32 adultos mayores tanto hombres como mujeres autodenominados Grupo de Abuelos en Acción.
Además forman parte integrantes del equipo del centro de salud, la enfermera Norma Castillo, la agente sanitaria Mabel González y Fabián Frezzotti estudiante de psicología y voluntario, con los cuales me reúno desde fines del 2013 en el Centro vecinal de Villa San José.
En este proceso, trabajamos en forma conjunta distintos actores que a su vez pertenecemos a diferentes instituciones con características diversas. Así es que se ha configurado una articulación por un lado entre el Primer Nivel de Atención particularmente desde el Centro de Salud N° 31 y la Residencia de Psicología Comunitaria y por otro el Centro Vecinal “Villa San José”.
En el marco de la Residencia de Psicología Comunitaria del cual soy parte, se proponen distintos momentos académicos para conocer el lugar en donde realizaremos nuestras prácticas en los siguientes 3 años.
En un primer momento se propone la lectura de la realidad institucional, en mi caso particular el Centro de Salud N° 31 “Villa Costanera”.
Luego se realiza una lectura de la realidad comunitaria, entendiendo que esta institución se encuentra inserta en un contexto, con determinada población, historia, cultura que tiene problemáticas, necesidades y recursos particulares. Entendemos indispensable conocer el espacio, territorio antes de intervenir.
De esta manera en mi recorrido entre el mes de Febrero a Junio del 2013, me acerque a referentes barriales tanto adultos, niñxs, jóvenes e inclusive instituciones y a través de talleres, recorridos barriales, cartografías, entrevistas pregunte sobre las actividades que desarrollaban estos distintos grupos etarios; donde se reunían, para qué, desde cuándo, si alguien coordinaba estos encuentros.
Así es que en ese momento me encontré con que en la villa los adultos mayores parecerían tener pocas opciones; o se quedan en su casa cuidando a sus nietos lo cual implica cocinar, llevarlos a la escuela, etc. o participan de actividades ad honorem como encargados de comedor, cocineros.
En este primer acercamiento y a partir de la devolución[1] particularmente con vecinos y el Centro Vecinal de Villa San José es que surge la posibilidad de empezar a convocar a otros y reunirnos para pensar actividades generadas desde, con y para adultos mayores.
Así fue que comenzamos a reunimos quincenalmente y paulatinamente empezaron a sumarse adultos mayores de otros barrios.
Estas reuniones las entiendo en el marco de la definición “espacios de encuentro” como;
(…) dispositivo de trabajo en la Psicología Comunitaria: Es una manera de decir que se construyen espacios de posibilidad del establecimiento de múltiples vínculos. Espacios de existencia, de posibilidad de encuentro, de modos de mutualidad, tramitación de conflictos, aprendizaje, complejización e historización de la relación, de transformación y sostenimiento múltiple de la subjetividad (Barrault, 2007, p. 16)
Puedo resumirlo como aquello que permite abrir un lugar, una oportunidad y a su vez la posibilidad de romper con lo cotidiano, de “suspender” a decir de Barrault y de este modo encontrarnos para construir, resignificar sentidos y particularidades como actores sociales.
Este proceso se sostiene a partir de los vínculos que entre los actores se genera. En donde además se ponen en juego acciones para el día, festejos de cumpleaños, juegos, conversaciones, festejo de fin de año, un lugar que posibilitaba encontrarnos desde la alegria.
En relación al ROL…
El propósito de este escrito es profundizar acerca del rol del psicólogo comunitario considerando la complejidad que implica el mismo atravesado por distintas cuestiones, entre estas y particularmente en dicho proceso: el poder.
Este trabajo surge de diversas inquietudes que no necesariamente buscan tener una respuesta pero si abrir al cuestionamiento como herramienta para continuar construyendo y abrir a seguir pensando.
En relación al rol, entendemos que este se construye y apostamos a construirlo diariamente en co - visiones[2], con autores, compañeros del centro de salud, con la comunidad misma pero ¿cómo delimitamos el rol? en relación ¿a los espacios?, ¿los grupos?, ¿necesidades?, ¿instituciones que pertenecemos?, ¿a lo que sentimos, pensamos y sostenemos? Y ¿es posible separar esto?
Considero indispensable contextualizar desde donde ingresamos y ejercitamos este rol, es decir cómo y desde donde nos presentamos ante los otros, ya que nuestras prácticas estarán atravesadas por esto.
Primeramente somos parte de la institución salud, es una puerta de entrada a la comunidad y al equipo del centro de salud, lo que provoca que nuestra construcción del rol sea bajo un eje fundamental que es la búsqueda de salud integral, entendiendo que para lograr esto es necesario provocar cambios en algunos aspectos que faciliten este objetivo.
En segundo lugar, estamos atravesados por otra institución, la residencia, que nos sostiene, acompaña, cuestiona y así construimos nuestro marco de referencia. Desde aquí es donde pensamos nuestras prácticas teniendo como eje principal la salud integral.
Ahora bien, entiendo al poder como inherente a los procesos y en las relaciones con otros, esto implicó reflexionar sobre este concepto, tomando un posicionamiento a partir de un autor, Foucault precisamente.
Dicho autor a lo largo de su obra intentó desarrollar cómo los seres humanos se transforman en sujetos por tres cuestiones: lo lingüístico, las prácticas divisorias y la sexualidad.
Desde mi mirada, considero que los sujetos constituyen los procesos como actores que ponen en juego poderes, intereses.
Siguiendo a Foucault entiendo al poder no como algo que se tiene se posee o no sino como relaciones de poder. El autor articula tres conceptos: las relaciones de poder, las de dominación, y en medio de ambas las técnicas de gobierno (Lazzarato, 2007).
Personalmente considero que se ponen en juego estas relaciones de poder, pero Foucault no plantea una disputa sino una relación que atraviesa sujetos y prácticas y es en esto en donde se da el poder.
A mi entender en algunos momento del proceso de Grupo de Abuelos en Acción, como más adelante aclararemos he visibilizado una “lucha/disputa” pero en términos de negociación e inclusive de articulación y de construcción de relaciones con otros.
Y particularmente en el Grupo de Abuelos en Acción
A lo largo de este recorrido compartido con los adultos mayores me he cuestionado el poder y la circulación del mismo en varias ocasiones. Por ello hablo de un momento anterior que me permitió un primer acercamiento con el concepto e introduzco nuevas reflexiones.
Anteriormente entendí que existían actores en los procesos con mayor “protagonismo” y los pensé como obstaculizadores de la participación, como “líderes” que en cuestiones diarias censuran los saberes de la masa entendiendo que eran quienes ponían en práctica gestiones, prevalecía su voz y opinión en relación a los otros. Hoy me cuestiono si motorizar acciones en determinados momentos implica establecer relaciones de poder o si podemos entender esto como modalidades personales de relación. Ser motores ¿obstaculiza en alguna medida la participación de otros?
En ocasiones entendemos que el psicólogo comunitario motoriza acciones y esto es leído como una estrategia que facilita los procesos e inclusive es necesaria, pero no podemos desconocer que nosotros también establecemos relaciones de poder, ya que estas son inherentes a toda relación.
Particularmente en este momento y a partir de reflexiones anteriores, me cuestiono ¿cuáles son los dispositivos/herramientas inherentes a las relaciones de poder?; ¿desde dónde entendemos al poder?; ¿cómo lo visualizo proceso del Grupo de Abuelos en Acción?
A estos dispositivos de poder los visualicé en momentos anteriores del proceso y lo relacione con el saber. ¿En que sentido el saber? el saber valorado es el saber-hacer, gestionar pero que a su vez esta otorgado por el acceso a otro nivel educativo, o el haber sido parte de determinadas organizaciones, instituciones, por ejemplo a la encargada de un comedor se le adjudica el saber cocinar, cerrando la posibilidad de que otros también tengan conocimiento de esto.
En definitiva el saber lo entiendo como aquello que en el grupo de adultos mayores se valora y que los sujetos y las relaciones se construyen alrededor de esto. Algunas de las expresiones eran;
“él sabe, que él haga” (miembro grupo de abuelos en acción)
“usted dele para adelante, nosotros lo seguimos” (miembro grupo de abuelos en acción)
Posteriormente empecé a notar cómo esto también se adjudicaba a quienes formamos parte del equipo de salud,
“La reunión está a cargo de Normita y Fabi, porque la Sol no está” (miembro grupo de abuelos en acción)
“Ella es la psicóloga del grupo, la creadora” (miembro grupo de abuelos en acción)
“A mí me parece que vos como coordinadora…” (miembro grupo de abuelos en acción)
Si bien entiendo que estas relaciones de poder son asimétricas, ya que no todos tenemos el mismo saber ni se utiliza del mismo modo. Esta asimetría tiene momentos de cambios en los sujetos, que son permitidas por procesos de reflexión ya que las relaciones de poder son móviles, reversibles, y siempre pueden ser modificadas, es decir en ciertos momentos se negocia y se ponen en juego las relaciones, de este modo, aparecen nuevos actores con otros saberes.
En este punto la posibilidad de visibilizar otros saberes, evitando cristalizar en algunos pocos la participación considero que constituye una característica de nuestro rol.
Una estrategia desarrollada en relación a esto fue correrse del lugar asignado, posibilitar la pregunta acerca de los roles identificados, intervenir en equipo, rescatar y reconocer otros saberes y recorridos, etc.
Por otro lado, no podemos desconocer nuestro saber y desde dónde nos presentamos a los grupos y somos reconocidos; un saber profesional, y una pertenencia institucional también establece una relación de poder.
A este lugar institucional desde el cual partimos, lo relaciono con el de gubernabilidad que en evaluaciones anteriores utilicé. Desde la institución salud y residencia tenemos determinados procedimientos y modos, análisis y reflexiones, estrategias que ejercitamos en la comunidad, ésta es una forma de poder que tiene por objetivo a la población.
Esto lo evidencio en herramientas que utilizamos y el lugar desde el cual las pensamos ya que la priorización de necesidades se realiza desde nuestra lectura y recorte de la realidad por ejemplo tiene nuestra mirada, inclusive los afiches en las reuniones es un modo nuestro que los grupos y personas no traen, sino que somos nosotros quienes llevamos.
Foucault (citado en Lazzarato, 2006) realiza una distinción entre relaciones de poder y de dominación, entendiendo al primero, como la capacidad de estructurar el campo de acción del otro, de intervenir en el ámbito de las acciones posibles del otro; como un modo de acción sobre sujetos actuantes, sujetos libres en la medida en que son libres, en cambio entiende a la dominación como el momento en que estas relaciones se cristalizan, pierden la libertad, la fluidez y la reversibilidad.
De todos modos, esta línea que distingue los conceptos es muy delgada y difícil de diferenciar en lo cotidiano y probablemente sea más fácil de hacerlo en otras prácticas de salud pública que son disciplinarias como la visita domiciliaria o el control de niño sano.
Sin embargo, con respecto al quehacer comunitario me pregunto si al tener expectativas sobre cómo continuará un grupo, inclusive al plantear objetivos para el trabajo con otros enmarcados en ejes de intervención ¿no habla de cierta dominación?; ¿nuestros modos no son disciplinarios también?
Ahora bien, entiendo que esta relación de poder, se distingue en nuestra práctica particular de lo que significaría una dominación, ya que los márgenes de libertad están puestos desde un inicio en donde buscamos que sea la comunidad quien elija, respetando y reconociendo sus saberes, prácticas, historias y recorridos previos. Y es justamente esta libertad la que permite que las relaciones de poder sean fluctuantes.
Para terminar es necesario aclarar que el poder se establece como un juego dinámico de fuerzas, que no posee una connotación negativa, sino es un fenómeno de las relaciones entre sujetos como otros, siendo esencialmente humano.
La peligrosidad del mismo en nuestro quehacer en los procesos y grupos reside en que este se cristalice en uno de los actores que conforman la red social inclusive nosotros mismos, generando de esta manera una asimetría impermeable y permanente, cayendo en una dominación. ¿Cuál es nuestro rol ahí?, ¿Se debe intervenir?, ¿Cómo?
Por un lado, en los procesos nuestro rol es abrir la puerta y cuestionar situaciones ¿estamos todos de acuerdo?, ¿qué otras posibilidades tenemos? Estas intervenciones tienen este objetivo de hacer visible y escuchar las voces de todos los actores.
Por otro lado, la posibilidad de cuestionarnos, repensar y reflexionar en nuestras prácticas la posición que tomamos frente a determinados conceptos como el de “poder”, “transformación”. Permiten analizar las relaciones de poder, frente a quiénes se da, qué es lo que se valora, qué es lo que habilita la continuidad de este tipo de relaciones, qué provoca movimiento en los actores, entre otros.
Para ir cerrando…
Hace dos años que me encuentro acompañando al Grupo de Abuelos en Acción, este proceso tuvo, tiene y tendrá las particularidades que me generan seguir apostando diariamente a la construcción de un trabajo con adultos mayores.
Sostengo que los espacios de encuentro, recreación, distracción y entretenimiento permiten trabajar la prevención y promoción de salud, en donde además se visibilizan y fortalecen acciones de lucha, de organización, de autonomía.
En tanto a la conceptualización, el poder es una característica que atraviesa nuestro quehacer, y es parte de las relaciones humanas que se pone en juego y por ello se resignifica en todo momento.
Es por esto que los conceptos no son algo cerrado sino que nos permiten continuar construyendo y abriendo nuevas miradas sobre los mismos.
BIBLIOGRAFIA
Barrault, O. (2007). Algunas precisiones sobre los espacios de encuentro en la Psicología Comunitaria. En II Foro de trabajo comunitario: subjetividades y situaciones de violentación cotidiana. Cátedra de Estrategias de Intervención Comunitaria. Córdoba: Facultad de Psicología, UNC.
Lazzarato, M. (marzo, 2007) BIOPOLÍTICA: Estrategias de gestión y agenciamientos de creación. Seminario realizado organizado por la Universidad Central. – IESCO. Fundación Universidad Central – IESCO. Ediciones “Sé cauto” Fundación Comunidad
Montero, M. (diciembre, 2010) Crítica, autocrítica y construcción de teoría en la psicología social latinoamericana. Revista colombiana de psicología (vol. 19, nº 2, pp. 177-191). Bogotá, Colombia
[1] Desde la psicología comunitaria entendemos como parte del compromiso ético la devolución del conocimiento sistemático producido por la comunidad y compartido con nosotros. Fals Borda (1985), señala que debe existir una entrega sistemática del conocimiento popular (Gonçalves de Freitas, 1997) obtenido en discusiones reflexivas y de sistematización y en conversaciones cotidianas con ellos y ellas. Esa es la vía para obtener nuevos significados y sentidos (Hernández, 1996, 1998; Montero, 1996, 2004b; Sánchez, 2000). (Montero, 2010)
[2] Co-vision es un concepto de Bertucelli quien plantea la posibilidad de las múltiples miradas y visiones en los procesos. El hecho de poder compartirlos nos permite construir con otros intervenciones, posturas, cuestionamientos.
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