Transformando(nos) desde la alegría: Una experiencia con mujeres de Atocha formando parte del equipo
- Rosario Torres
- 28 mar 2016
- 9 Min. de lectura

A continuación se presenta una breve sistematización de la experiencia de trabajo y aportes desde la Psicología Comunitaria en un Grupo de mujeres que se reúne en el Centro de Salud N°26 de Atocha desde comienzos del 2014. Actualmente el grupo se autodenomina “El Rincón de la Amistad”.
El mismo se inicia a partir de la iniciativa de algunos miembros del equipo de Salud como propuesta ante problemáticas observadas en las consultas (violencia de género, depresión, obesidad, enfermedades psicosomáticas entre otras) que por su complejidad no podían abordarse de manera individual en la asistencia. Por otro lado, mujeres de la comunidad demandaban espacios en los cuales poder realizar actividades para ellas, encontrarse, aprender, hablar.
La propuesta resultó un cambio en lógicas de trabajo que venían sosteniéndose centradas en lo específico de cada disciplina y mediante intervenciones que apuntaban principalmente a la enfermedad o problemática. Desde los inicios el equipo explicitó la importancia de ampliar estrategias de acción, que incluyan lo grupal, la interdisciplinariedad, la mirada en la salud integral, partiendo de expectativas e intereses de las mujeres en la conformación del espacio.
Fue así que luego de un primer encuentro con las mujeres- en el cual plantearon el interés en juntarse para “conocerse”, “distraerse”, “salir de sus casas” “tener tiempo para ellas”, “aprender a hacer cosas que les gusta”, “hacer con otras”- el equipo de salud se propuso como objetivos los siguientes:
Generar espacios de recreación y encuentros saludables entre mujeres de la comunidad de Atocha.
Facilitar y propiciar la realización de actividades grupales que respondan a intereses de mujeres del barrio.
Generar espacios de reflexión y problematización de realidades que nos afectan.
Facilitar el intercambio de saberes, experiencias, aprendizajes.
Aportar herramientas para la promoción de la salud y prevención de enfermedades.

Como psicóloga comunitaria, en el trascurso de los casi dos años que acompañe este proceso, fui considerando la importancia de aportar a la visibilidad del grupo de mujeres como parte importante e integrante del Centro de Salud, como referentes comunitarias con recursos, estrategias, saberes y no sólo atravesadas por problemáticas a ser enfrentadas por “profesionales de la salud”. Entendía que este reconocimiento (tanto por parte del equipo como por las mismas mujeres) contribuiría al vínculo generando mecanismos de accesibilidad a la salud; más allá de las actividades y objetivos que ellas fueran proponiéndose.
Rincón de niños “Voces de Alegría”
“Vengo acá porque me invitó la Dra. me dijo que me iba a hacer bien (…) no sólo hacemos cosas para nosotras, también hacemos cosas para otros. Lo del rincón de niños es también para todos los niños que vienen a la salita” (Registro del Cuaderno del Grupo).

El grupo se reúne una vez por semana en la cocina o lugar disponible en el Centro de Salud. En estos encuentros, fueron surgiendo diferentes actividades y propuestas: algunas vinculadas a la recreación, encuentro, esparcimiento, intercambios de experiencias y habilidades entre ellas; y otras que tenían por finalidad aportar como grupo a la comunidad, por ejemplo, mediante festejos del día de la madre o del niño.
Muchas de ellas asisten a las reuniones acompañadas por sus hijos. En los últimos meses surgieron ciertas dificultades tanto al interior del grupo (interrupciones y conflictos entre ellas a partir de peleas entre los niños), como institucionales, principalmente ante la falta de un espacio donde los niños puedan estar y jugar mientras las mujeres se reúnen. Fue así que, al explicitar estos conflictos, las mujeres deciden proponer a la jefa del Centro de Salud la adaptación de un espacio de la sala de espera a niños.
“Ahora que hay una parte nueva, podríamos hacer algo en un rincón, poner juegos, una mesa con sillitas, para que no se aburran. Ya que estamos lo hacemos para todos los niños que vienen a la salita, para que la espera no sea tan cansadora”. (Registro de Cuaderno de campo)

De esta manera, se llevaron a cabo ciertas actividades con la finalidad de recaudar fondos, tales como un campeonato de fútbol femenino o una Lota Familiar, articulando con otras instituciones de la comunidad. Luego se presentó un proyecto al Programa Nacional “Incluir Salud” que fue aprobado y posibilitando la compra de juegos, libros, útiles, muebles. Finalmente en el mes de agosto se lleva a cabo la inauguración del rincón para niños “Voces de Alegría”, contando con la participación de todo el equipo de salud, comunidad, instituciones, representantes de la municipalidad y de Primer Nivel de Atención, entre otros.
Salud colectiva como movimiento crítico
Entiendo que la presencia sostenida (con todo lo que implica) del grupo de mujeres en la institución sanitaria, fue generando efectos individuales, grupales e institucionales que posibilitaron al equipo romper de a poco con maneras hegemónicas de pensar y abordar el proceso de salud-enfermedad y cuidados (PSEC). Con algunos miembros del equipo esto pudo ser discutido o problematizado, y con otros al menos se dieron nuevas formas de relación desde mayor cercanía u horizontalidad con las mujeres.
En relación a esto, propongo incluir algunos ejes planteados por el movimiento brasileño de la Salud Colectiva, que surge en contraposición al Modelo Médico Hegemónico- cuyas principales características tales como el biologicísmo, individualismo, a-historicidad, a-sociabilidad, mercantilismo, y eficacia pragmática- si bien parecieran “cuestionarse y superarse”, continúan reproduciéndose en los discursos y prácticas de salud.
Tal como plantea Menéndez (2005) en casi toda sociedad, la enfermedad y los padecimientos son tratados por toda una variedad de formas de atención, aunque desde la perspectiva biomédica el tratamiento de la enfermedad ha sido considerado como patrimonio exclusivo del saber médico.
El movimiento propone pensar a los modelos de atención que se construyen en los territorios donde se van a implementar, en los cuales coexisten siempre distintos sistemas que exceden al modelo biomédico e incluyen dimensiones históricas, sociales y culturales muchas veces invisibilizadas. Cada uno de estos sistemas por sí solo es insuficiente. “Se propone un modelo de salud colectiva que tome en cuenta todos los sistemas de recuperación del equilibrio en un territorio, los que al entrar en coordinación crean un modelo dinámico que pueda dar mejor cuenta de la realidad territorial o del espacio local y ofrecer una atención más resolutiva a las personas. Este modelo tiene la particularidad de ser socio espiritual psico biológico porque considera a la persona y sus componentes inserta en una red familiar, comunitaria, social y espiritual. (Ibacache.J, Leighton, A. p.3) Es así que la salud colectiva se desarrolla en el contexto de un espacio local o territorio, y en su dinámica cotidiana se encuentra determinado por factores particulares de ese contexto.
Esta manera de entender al PSEC, que va más allá de la enfermedad, de lo individual, de lo biológico, de la práctica institucional y médica, hace indispensable la integración de distintos saberes sociales, culturales y creativos que en un lugar y momento particular existen. Entiendo que el grupo de mujeres posibilita la circulación de estos saberes, y al personal de salud conocer no sólo sus padecimientos, preocupaciones, inquietudes y necesidades (que creemos poder resolver y atender); sino fundamentalmente, sus experiencias como mujeres y como madres, que pertenecen a una comunidad con historia en cuanto a sufrimientos, logros y resolución de problemas. De esta manera, para construir conocimientos con ellas sobre el proceso salud-enfermedad y cuidados, sería necesario entre otras cosas empezar a replantearnos ciertos presupuestos y considerarnos un recurso más, pero no el único ni principal en la atención de la salud o problemas de las mujeres. Uno de los ejes claves que se propone la salud colectiva, es construir conocimiento desde el hacer con los grupos sociales, vistos como actores principales y no destinatarios de nuestras acciones.
Como institución partíamos de pensar al grupo de mujeres como un dispositivo para resolver desigualdades y problemáticas de género, y a ellas como víctimas de violencia que requieren de instituciones que las protejan. Si bien es necesario y función de la institución salud llevar a cabo estrategias para abordar situaciones como estas, la manera desde la cual se la plantea y desde la cual se posiciona a la mujer debe ser revisada y problematizada, entendiéndonos como un recurso más, y ellas como sujetos activos que en lo cotidiano enfrentan situaciones complejas, y que poseen recursos para afrontarlas.
“Nunca pensé estar tanto tiempo sola, yo me sentía una persona muy débil, insegura por miedo a estar sola con mis hijos. Mi papá me dijo “si te separas ponete a trabajar” así que empecé a trabajar y me hizo muy bien” (Registro del cuaderno de campo).
“Las mujeres tenemos capacidad de lucha” (Registro del cuaderno de campo).
Cuestionar las orientaciones y el papel que cumplen la mayoría de los profesionales de la salud no significa negar la especificidad de un saber, sino incluirlo dentro de las acciones y concepciones impulsadas por las personas que atienden por lo menos en parte sus enfermedades con el personal biomédico. Significa reconocer que las explicaciones y las acciones sobre el proceso salud/enfermedad no sólo incluyen al personal de salud, sino también a los grupos sociales, posibilitando la legitimación de una visión no profesionalizada de la enfermedad, de tal manera que el saber médico pase a ser sólo una parte, por supuesto fundamental, del proceso de atención y prevención de la enfermedad (Menéndez 2005).
Estos aspectos mencionados resultan claves para un equipo de salud funcione bajo la Estrategia de Atención Primaria, teniendo en cuenta como componente fundamental a la participación, entendiendo por ella el ser parte del proceso de toma de decisiones y no sólo la asistencia a lo que el servicio ofrece. Y esto a su vez, permite mejorar la accesibilidad a la salud por parte de las mujeres, entendiendo a la accesibilidad como un vínculo que se construye entre el servicio y la gente. Stolkiner, (2007) menciona dentro de los diferentes tipos de accesibilidad, a la simbólica, que refiere a la posibilidad subjetiva que tiene el usuario de obtener el servicio de salud que necesita de manera oportuna, basada principalmente en la construcción de representaciones acerca de sus derechos y la manera que encuentra para ejercerlos (Comes, Y., 2004). En esta dimensión subjetiva intervienen vivencias, saberes construidos, sentimientos, percepciones, producto de experiencias individuales y sociales.
“Nuestra experiencia de gestión ha sido trabajar cerca de la gente y con la gente. Sólo construiremos un sistema de salud sólido y justo si perseveramos y profundizamos la participación ciudadana y su real protagonismo en la construcción colectiva”. (Plan Federal de Salud, 2004; 8)
Entiendo que el espacio sostenido por parte de las mujeres y del Centro de Salud, facilitó el diálogo desde mayor cercanía y confianza entre ellas y distintos profesionales. Esto generó mecanismos de exigibilidad de derechos por un lado, como el reconocimiento de aspectos positivos vinculados a la dinámica del Centro de Salud por parte de las mujeres, que en cierta forma lleva a “defenderlo”.
“Es verdad que los médicos no salen tanto como antes, pero lo que pasa es que si se llegan a ir acá los pacientes se ponen furiosos, son pocos para tantos problemas. Si el médico está solo no se puede” (Cuaderno de registro de las mujeres).
Es así que el espacio de mujeres en el Centro de Salud y el vínculo que posibilita construir entre ellas y los profesionales, da lugar a nuevas prácticas y formas de pensar a la atención o maneras de organización del servicio, más allá de la programación de turnos. El proceso grupal posibilitó una progresiva reapropiación tanto del espacio físico como hasta de la posibilidad de participar, preguntar, exigir, constituyéndose así ejercicios de derechos y ciudadanía. Algunos ejemplos son, el posicionamiento de las mujeres ante el cambio de jefatura en el Centro de Salud solicitándole se respete el espacio; la redacción de una nota para el pedido de un médico pediatra a Primer Nivel de Atención, solicitar charlas sobre algunas temáticas en salud, la organización de caminatas saludables con la médica de familia (para ellas y para otras mujeres de la comunidad) la propuesta de iniciar una huerta en el patio de la Institución, la participación en actividades del Centro de Salud tales como censo, feria de la salud, desfiles en eventos de Atocha representando a la institución.
Concretamente, la inauguración y posterior funcionamiento del rincón de Niños “Voces de Alegría”, tuvo grandes implicancias, no sólo en tanto mejoró la calidad de atención y la accesibilidad de los niños a la institución, sino porque además aportó al reconocimiento del grupo de mujeres como miembros de la institución por parte del equipo de salud y de la comunidad.
“En la calle me preguntan, ¿qué días atiende la odontóloga?” (Registro de Campo)
Actualmente, las mujeres son incluidas en actividades del Centro de Salud, tales como en el censo, o en la participación de eventos comunitarios o en ferias de la salud representando a la institución. Además dos de las mujeres del grupo se encuentran participando del proyecto para la constitución de una Red Comunitaria, reconociendo la importancia de sumarse a estas acciones para transformar con otros aspectos que les preocupan. A su vez, fueron invitadas e incluidas en actividades
Bibliografía Consultada
Comes, Y., Solitario, R., Garbus, P., Mauro, M., Czerniecki, S., Vázquez, A., Sotelo, R., Stolkiner, A. (2006) El concepto de accesibilidad: la perspectiva relacional entre población y servicios. Secretaría de Investigaciones. Anuario de Investigaciones. Vol. XIV. Facultad de Psicología – UBA
Ibacache, J. Leighton, A. (2005) SALUD COLECTIVA: UN MODELO DE ATENCIÓN DE SALUD CONTEXTUALIZADO. Chile.
Menéndez. E (2005). El Modelo Médico y la Salud de los Trabajadores. SALUD COLECTIVA, La Plata.
Plan Federal del Salud (2004), “Bases del Plan Federal en Salud 2004-2007” Presidencia de la Nación, Ministerio de Salud de la Nación.
Stolkiner, A. (Abril de 2007). Integralidad de las prácticas de APS e interdisciplina. Comunicando Salud, 4 (7), 4-6. Buenos Aires.
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