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Posicionamientos y prácticas en Salud. Reflexiones para la construcción de posibles

  • Estefanía di Pasquo
  • 11 abr 2016
  • 6 Min. de lectura

“Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida”

Gilles Deleuze



El siguiente escrito es un recorte de la Lectura de la Realidad Institucional realizada en el Centro de Salud Nº 17 del Barrio de San Remo (Zona Sur). Esta lectura se enmarca en el trabajo que realizamos en primer año desde la Residencia de Psicología Comunitaria, dependiente ésta, de Primer Nivel de Atención de la Provincia de Salta.

A continuación, se presentará una de las líneas trabajadas que, por un lado, tiene la intención de problematizar nuestras prácticas en el ámbito de la salud, y por otro, plantear las diferentes posiciones de poder que podrían jugarse en estas.

Vale aclarar que esta lectura es un recorte posible, pero no el único que se puede hacer ni tampoco el verdadero.


Posicionamientos y prácticas en Salud. Reflexiones para la construcción de posibles

Las formas en las que pensamos y construimos nuestras prácticas dan cuenta de posicionamientos, éstos a su vez suelen estar fundamentados en valores y en ideales, entre otros elementos. En este sentido es interesante desplegar algunas posiciones que conviven dentro del Centro de Salud.

En relación a la mirada puesta en la comunidad, se pueden visualizar tensiones que, sin llegar a los extremos, pasan de una mirada más fija y determinista que considera que la comunidad tiene determinadas características, bastante inamovibles a otras miradas más flexibles y cambiantes que pueden incluirse y pensarse como parte de esa relación, es decir, reconocen que ellxs también construyen las relaciones con la comunidad.

Las concepciones que se puedan tener sobre la planificación familiar, sobre métodos anticonceptivos y cuestiones relacionadas a los roles de género, atraviesan las prácticas, no sólo desde el discurso sino desde las acciones. Por ejemplo, la entrega o no de una pastilla de Anticoncepción de Emergencia a una adolescente podría leerse, no sólo como un modo de intervenir, directamente en el cuerpo, desde una mirada quizás más biologicista o mecanicista, sino también presenta la complejidad de la medicalización de la vida cotidiana, de las prácticas científicas que, presentadas como prácticas médicas, normatizan nuestra vida, en este caso, la regulación de la natalidad. Siguiendo a Madel Luz, podemos vislumbrar los modos en los que se nos presentan, de manera solapada, las biopolíticas que moldean nuestros cuerpos y nuestros deseos.


“(…) La razón moderna no explica tan solo la realidad; la modela. Para esto interviene en ella, “la ordena”. Pone en la realidad, un orden específico, con características propias, identificables (…) Es preciso señalar desde ya, que los efectos del orden racional de la realidad son de naturaleza política y social. En este sentido, toda disciplina científica moderna es social, aunque no siempre tematice lo social en sus enunciados teóricos y conceptos.” (1997:12)


“(…) la razón médica moderna expone, en el orden de la racionalidad científica, objetos de discurso que son de hecho sociales. Tematizan, por lo tanto, lo social. Es disciplina de lo social, disciplinadora de relaciones que son casi siempre sociales. Las relaciones de los individuos y de los grupos sociales con su cuerpo, su sufrir, su padecer, su muerte, y con el cuerpo, el sufrimiento, el padecimiento y la muerte de los otros son relaciones sociales (…)” (1997:13-14)


En este sentido, se puede ver que la medicina, como una ciencia social, no solo regula la mayoría de nuestros quehaceres diarios (modos alimentarios, de higiene, de sexualidad, etc), sino que lo hace sin hacer mención de ello, sin reconocerlo, opera desde lo discursivo y se encarna en lo más corporal y social de nuestras vidas.

Siguiendo esta línea de análisis, ¿podría pensarse que la existencia de una ley reglamentada, sobre los derechos de lxs adolescentes, es suficiente para regir las prácticas? ¿Qué otros atravesamientos se pueden jugar aquí?

Foucault M. en su libro “El Orden del discurso” plantea que los discursos no solo instituyen prácticas, sino que regulan y dan orden al resto de los discursos, algunos se presentan como discursos autorizados, como los de un/a profesional de salud por ejemplo, y otros aparecen como alternativos y sin valor de verdad.


“(…) En resumen, puede sospecharse que hay regularmente en las sociedades una especie de nivelación entre discursos: los discursos que <se dicen> en el curso de los días y de las conversaciones, y que desaparecen con el acto mismo que los ha pronunciado; y los discursos que están en el origen de cierto número de actos nuevos de palabras que los reanudan, los transforman o hablan de ellos (…) discursos que, indefinidamente, más allá de su formulación, son dichos, permanecen dichos (…) son los textos religiosos o jurídicos (…) y también en cierta medida los textos científicos” (1973:26)


¿Podría pensarse que aquel que inviste el lugar de profesional de salud tiene un lugar de dominio frente a otrx que se posiciona desde la pregunta o del padecer? ¿es el/la profesional quien tiene “la” verdad de lo que le pasa? Ahora bien, los sujetos también conocen sobre su padecer o sobre el por qué de sus preguntas, sin embargo, en la mayoría de los casos, parece que ese saber no está validado ni suele ser indagado.

Según Bourdieu P. y Wacquant L., las relaciones que se establecen en un campo deben pensarse como situadas y siempre en relación a la dinámica que se establece entre los sujetos. Por otro lado, distingue diferentes conceptos que podrían ayudarnos a visualizar esta situación desde otro punto de vista, una lectura que va más allá de los sujetos en sí.


“(…) nociones tales como hábitus, campo y capital pueden definirse, pero solamente en el interior del sistema teórico que constituyen, nunca en estado aislado.” (1992:148)


“(…) un campo puede definirse como una trama o configuración de relaciones objetivas entre posiciones. Esas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que impone a sus ocupantes, agentes o instituciones, por su situación (situs) actual y potencial en la estructura de la distribución de las diferentes especies de poder (o de capital), cuya disposición comanda el acceso a los beneficios específicos que están en juego en el campo, y al mismo tiempo, por sus relaciones objetivas con las otras posiciones (dominación, subordinación, homología, etc.)” (1992:150)

“(…) en todo momento, cada campo impone ciertos "honorarios de admisión" que definen la elegibilidad de los participantes, seleccionando de esa manera algunos agentes en desmedro de otros” (1992:163)


En este sentido, podría pensarse que dentro del campo de la Salud Pública, se juegan diferentes posiciones que sólo tienen sentido y validez dentro de ese campo, por ejemplo el poder y el capital simbólico (conocimiento específico) con el que cuenta un/a profesional de la Salud, sería reconocido (o debería serlo) sólo dentro del campo de la Salud Pública, reconocido no sólo por la institución que valida los estudios y le otorga un título, sino también por el organismo público que legitima su rol en un Centro de Salud.

Si bien este capital específico parece jerarquizarse en relación al resto de los saberes que circulan y con los que puede contar cualquier usuarix del sistema de salud, es importante destacar que también existen espacios en los cuales la palabra cobra valor, y la idea de salud se complejiza, no ya quedando circunscripta al tratamiento del cuerpo, sino teniendo en cuenta que las personas son parte de una comunidad, tienen una historia, un saber y un quehacer que es importante conocer antes de intervenir. Estos espacios resisten las lógicas médicas hegemónicas.

En este sentido, y considerando la importancia de escuchar todas las voces y reconociendo los distintos saberes informales, no legitimados, que muchas veces se silencian, surge la pregunta: como profesionales de la salud ¿Qué lugar ocupamos? ¿Cómo se juegan estas relaciones de poder en nuestras prácticas? ¿Qué estrategias se pueden pensar para trabajarlas? ¿Qué lugar habilitamos para lxs otrxs (personas/saberes/preguntas)?




Algunas Reflexiones

Si bien por momentos, la velocidad de lo cotidiano parece impedir que podamos problematizar nuestras prácticas, es importante poder pensar desde dónde estamos trabajando y qué lugar estamos dando al otrx. Quizás una de las formas posibles es poder compartir entre lxs compañerxs de trabajo nuestras miradas, nuestras intervenciones y conocer otros modos de hacer, otras lógicas, otras voces. Considero que esto no sólo enriquecería nuestras prácticas, sino que resulta imprescindible para el trabajo en equipo. Si afirmamos que la salud debe trabajarse teniendo una mirada integral y compleja, el hecho de poder dar cuenta de los posicionamientos que guían nuestras prácticas y el poder repensarlas con otrxs se vuelve elemental para poder brindar un servicio de salud integral.


Bibliografía

  • Bourdieu, P. y Wacquant L. (1992). Una invitación a la Sociología Reflexiva. 1ra edición 2005. Editorial Siglo XXI

  • Foucault, M. (1973). El Orden del Discurso. 4ta edición 2008. Editorial Fábula.

  • Madel, L. (1997), “Natural, Racional, Social. Razón médica y racionalidad científica moderna”. Lugar Editorial. Buenos Aires. Argentina.



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