Descubriendo nuestro rol desde lugares no esperados para una psicóloga comunitaria
- Psic. Natalia Giaileola
- 18 abr 2016
- 7 Min. de lectura
En el siguiente artículo, presentaré algunas reflexiones en torno a dos recorridos realizados en el Centro de Salud N° 55 del Barrio 17 de Octubre de la Provincia de Salta, que representaron desafíos en la construcción de mi rol como psicóloga comunitaria.
Tomando a la desnaturalización como una herramienta que permite complejizar nuestras miradas, dejaré plasmadas algunas cuestiones que fueron configurando cada una de estas experiencias junto al equipo de salud.
Odontología y Tuberculosis: dos puertas de entrada al trabajo con otros


Para hablar de desnaturalización, resulta necesario remitirnos a algunas ideas que acompañan este concepto, el cual se traduce en una herramienta práctica indispensable para quienes elegimos formarnos en el campo de la psicología comunitaria.
Considero esto último, en tanto nos habilita a nuevas formas de leer y pensar las realidades en las que desarrollamos nuestro quehacer, y a la vez nos invita a cuestionar y a cuestionarnos en nuestros posicionamientos. Desnaturalizar, nos convoca a deconstruir sentidos, a escuchar diversos discursos, modos de ser, de estar y de transitar; nos convoca a un movimiento a través del cual, podemos desarmar algunas lógicas establecidas en pos de nuevas alternativas.
Esta herramienta forma parte de distintos momentos de nuestra labor, y es de suma utilidad cuando es puesta al servicio de repensar nuestras intervenciones en relación con los otros.
Una de estas instancias por ejemplo, se manifiesta cuando nos involucramos en áreas no siempre esperadas para un psicólogo. ¿Por qué trabajar junto al servicio de odontología de un centro de salud?; ¿Corresponde a un psicólogo acompañar en actividades de prevención y promoción de la salud bucal?; ¿Cuál es su rol allí?; ¿Cómo podría participar un psicólogo de un proyecto de abordaje de la Tuberculosis?; ¿Qué desafíos implican estos campos de trabajo?
Teniendo en cuenta estos interrogantes iniciales, presentaré brevemente cada una de estas experiencias que ya fueron desarrolladas en profundidad en sistematizaciones anteriores, orientando el eje de análisis a la problematización de algunos aspectos del rol y a la posterior apertura a nuevas modalidades de trabajo desde nuestra disciplina.
“Juntos por una sonrisa”: una psicóloga formando parte del equipo de Odontología
Algunos de los interrogantes planteados, se presentaron en mi práctica en los inicios de mi formación como psicóloga comunitaria, y me llevaron a repensar algunos modos de hacer psicología. Esta profesión, se asocia habitualmente al campo de la atención clínica en consultorio, donde el discurso de la salud mental predomina y no encuentra dificultades para desarrollarse con fluidez en este ámbito. Pero ¿cómo pensar a un psicólogo por fuera de un consultorio y además trabajando junto a un servicio de odontología?
El Proyecto de Odontología “Juntos por una Sonrisa”, es llevado a cabo por el Servicio de Odontología del Centro de Salud, del cual formé parte un período durante el año 2013. En ese momento, venían trabajando con las dos escuelas primarias del área de responsabilidad; la Escuela N° 4817 del B° Juan Pablo II y la Escuela N°4032 del B° Leopoldo Lugones mediante acciones de promoción, prevención y cuidado de la salud bucal con los alumnos de la primaria. Además, en ambas se encontraban desarrollando este proyecto, enfocándose en salas de 4 y 5 años del Jardín Maternal.
El proyecto “Juntos por una Sonrisa”, presenta como objetivo el inicio del niño de 4 y 5 años en el hábito de la higiene oral, concientizando a la población escolar (docentes, alumnos y padres) sobre la importancia de la prevención en salud bucal para de esta manera poder disminuir la incidencia de caries, y atenuar el temor a visitar al odontólogo.
Entender otras formas posibles como la participación a través de actividades de promoción y prevención en una escuela junto a este equipo, me sirvió no sólo para insertarme en el equipo de salud sino también para formar parte de una tarea compartida que habilitara el intercambio desde lo propio de cada uno, así como la construcción de saberes compartidos.
Poder ampliar los campos de prácticas y de discursos desde una perspectiva de salud integral en la que se construyen objetivos comunes, permite deconstruir imaginarios y prácticas de nuestro rol: desde el asistencialismo a la prevención y promoción, del consultorio al territorio, del foco centrado en la patología a la visibilización de aspectos saludables y recursos de las personas y de las comunidades, entre otros.
A través de la tarea compartida mediante actividades semanales, pudimos elaborar herramientas comunes para la promoción y prevención de la salud bucal, complejizando las intervenciones y las miradas desde ambas disciplinas.
Además de los videos y las charlas que se venían realizando, incorporamos juegos, técnicas y dinámicas lúdicas y de esta manera instalamos recursos que ya quedarían disponibles para distintos momentos en los que hubiera que desarrollar proyectos en las escuelas de la zona.
Pensamos que fijar un día y un horario de encuentro para planificar y evaluar las actividades que desarrollamos en las escuelas, aportaría a poder compartir un espacio conjunto que posibilitara el intercambio de saberes y de prácticas. De esta manera organizamos algunas dinámicas como el Juego de la Oca, la técnica de la Foto-Palabra y un Taller sobre Hábitos Saludables con los padres de los niños de algunos cursos. Con esto buscamos reforzar el aprendizaje de aquello que venía abordándose con anterioridad, de una manera novedosa, dinámica y participativa.
Este ejemplo de un espacio de trabajo y de una actividad “no esperada” para una psicóloga, permite visualizar lo amplio y diverso del rol como psicóloga comunitaria trabajando desde Salud Pública.
Al mismo tiempo, el hecho de haber formado parte de este proyecto, me permitió varios acercamientos: al equipo de salud, a perspectivas y modos de hacer junto a otros, a instituciones de los barrios de la zona norte, a las comunidades que viven allí, a sus formas de cuidado de la salud, a sus recursos, entre otras cosas.
Si bien mi participación en este espacio transcurrió durante los primeros seis meses y no continuó luego por haber priorizado otras actividades, rescato lo valioso que resultó en aquel momento para comenzar a entender a través de la vivencia la complejidad y flexibilidad de nuestro rol.
La apertura a modos de hacer psicología tan diferentes a los que transmite la academia, encuentra su riqueza en el intercambio con otros que nos ayudan a construir a través del trabajo compartido lo que en la teoría se plantea desde distintas concepciones: trabajo en equipo, interdisciplina, integración de saberes, etc. El haber sostenido desde la práctica nociones que a veces resultan muy ambiciosas, pueden verse plasmadas en momentos de intercambio que dejan asentadas formas de hacer desde la estrategia de atención primaria de la salud.
Otro ámbito para explorar: una psicóloga trabajando en un proyecto de Tuberculosis
Durante el segundo semestre de trabajo en el Centro de Salud, comencé a formar parte de una experiencia que me permitió conocer haciendo desde un lugar novedoso y poco reconocido como ámbito de incumbencia de los psicólogos. Mi acercamiento a la Tuberculosis como enfermedad social, estuvo signado por el compromiso y la apertura a nuevos modos de abordaje que la Médica de Familia del Centro de Salud consideraba necesario implementar, y a partir de una invitación de la misma decidí involucrarme en este proyecto.
En un inicio, los interrogantes que me acompañaban tenían que ver con mi rol en este espacio: ¿Qué lugar tiene una psicóloga comunitaria en un Proyecto de TBC?; ¿Cómo formar parte de un ámbito para el cual no tenía formación previa?; ¿Qué se esperaba de mi rol allí?
Fue de suma importancia en ese momento, indagar y reconocer la trayectoria que desde el equipo de salud venía llevándose a cabo para el abordaje de quienes padecían esta patología, para poder pensar en nuevas alternativas que complementaran y complejizaran el mismo. A su vez, me convocaba la invitación en relación a aquello que podía ser y que todavía no se había desarrollado.
A partir del trabajo que venía desarrollando la Médica de Familia, la complejidad de esta enfermedad, sus componentes sociales, económicos y subjetivos, su continua presencia en la zona y las dificultades observadas en relación a la adherencia al tratamiento, es que surge la propuesta de trabajar de manera conjunta entre los distintos servicios desde un abordaje integral. Es así, que comenzamos a esbozar un proyecto que posibilitara abordajes pertinentes, generando espacios de planificación, lectura de bibliografía vinculada a la temática y organización de futuras actividades.
Tomando como eje orientador a la estrategia de Atención Primaria de la Salud, nos propusimos como objetivos generales: identificar y reconocer a la Tuberculosis como un problema de salud pública en el que intervienen factores psicosociales y médicos, y fomentar el compromiso de los diferentes actores socio-comunitarios en el abordaje de esta enfermedad.
En relación a las fortalezas identificadas en el transcurso de este proyecto, puedo nombrar la existencia de un equipo de salud caracterizado por el compromiso en la tarea y la constante organización que se hicieron evidentes a través de las actividades desarrolladas. Esto se pudo visualizar en la generación de espacios de trabajo distintos a los habituales, en el cumplimiento de pautas acordadas, así como también en la participación y el interés sostenidos a lo largo del tiempo.
Otras fortalezas, se asocian a la disponibilidad de recursos materiales, la posibilidad de planificar y armar proyectos, y los vínculos positivos con la comunidad y con instituciones barriales.
Respecto a mi rol, puedo decir que el mismo estuvo caracterizado en un principio más que nada por un acompañamiento en algunas acciones que se venían realizando, y luego fue vinculándose a tareas más específicas como el aporte de material teórico de lectura, el armado conjunto de los proyectos, algunas gestiones para conseguir los materiales, y la participación en las instancias de capacitación. Algunas de las actividades que desarrollamos fueron visitas domiciliarias a personas en tratamiento, recorridos por instituciones de la zona para compartir experiencias de trabajo en la temática, el sostenimiento de turnos protegidos para las personas afectadas y sus familiares, y principalmente, la construcción de un espacio que denominamos “Merendero” en el que se llevara a cabo la estrategia del Tratamiento Directamente Observado (TDO).
Pienso también que algo de mi lugar en esta instancia, tuvo que ver con la posibilidad de construir desde una experiencia diferente a las habituales, en un programa que implica lineamientos rígidos desde una planificación de tipo normativa. Como equipo se habilitó un espacio para repensar y generar un abordaje basado en la prevención y promoción, recuperando de alguna manera la participación activa de los destinatarios.
Además de aprender y formarme a través de nuevos conocimientos y experiencias compartidas, puedo ir descubriendo nuevas formas de trabajar en la Salud Pública que ayudan a deconstruir y a construir nuevas modalidades de abordaje de la salud de la comunidad, apostando al mismo tiempo, a seguir creciendo en el trabajo con otros.
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