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Devenir Intervención. Coordenadas de una búsqueda desde el trabajo con jóvenes en Salud Pública

  • Lic. Ana Pekarek
  • 2 may 2016
  • 13 Min. de lectura

"...volver los ojos hacia sí misma para reconocerse en lo que es, y, reconociéndose en lo que es, recordarse las verdades de las que es pariente y que ha podido contemplar"

(Foucault, La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad, 1984).

El objetivo de este artículo es plantear un punto de partida para un abordaje posible del complejo tema de intervenir: algunas coordenadas y consideraciones de mi propia conceptualización sobre las intervenciones y aportes de autores/as como Barrault, Carballeda, Leale, entre otros/as, guiarán este recorrido.

¿Por qué y para qué reflexionar sobre qué es intervenir? Porque considero que la reflexión es parte constitutiva del acto de intervenir en sus dimensiones de pensar-hacer-sentir. Decir a qué nos referimos cuando hablamos de intervención en la praxis psico-social, nos interpela como actoras sociales del campo de problemas en el que desplegamos nuestras prácticas, como productoras de conocimiento situado, como agentes de intervención en el escenario que vamos configurando a través de nuestras lecturas y estrategias. La reflexividad crítica permite no sólo problematizar las intervenciones sino que también constituye una herramienta para ir construyendo y dilucidando nuestro posicionamiento, nuestro rol y la orientación de nuestra praxis.

Desde el punto de vista construido a partir de lo experienciado en mis prácticas, intervenir es ir inventando algunas respuestas a preguntas, armando estrategias, en el hacer/pensar con otros/as. Implica una disponibilidad para el encuentro, para establecer vínculos, y se realiza desde un rol (en construcción, dinámico). Considero junto con Leale (s/f) que desde una perspectiva participativa, la intervención dará un lugar central a la voz de los/las actores/as principales.


En mis intervenciones junto a jóvenes es donde se hizo más visible esta reflexión, ya que dejar que la voz de los actores ocupe el lugar esencial que le corresponde constituye una apuesta que implica correrse de algunas seguridades y practicar el silencio. Por ejemplo, en la Red Unidos Somos Más de zona oeste alta asumimos este desafío de abrirnos y resignar algunas “comodidades adultocéntricas”: en el marco de la organización de un festival, los/las jóvenes tomaron la palabra, participaron en la toma de decisiones, pusieron a jugar sus criterios, compartieron con nosotros/as su creatividad, su frescura y su humor y nos dieron la oportunidad de reconocerlos/as en sus saberes, en sus múltiples recursos y capacidades. Este movimiento de apertura, por un lado, implica resignar garantías ya que lo que los/las otros/as tienen para decir o para elegir no coincide necesariamente con el propio criterio (por suerte), y por otro lado, es condición para la promoción de ciudadanía y derechos y para el aprendizaje.

De esta manera, el acto de intervenir se da en un proceso que implica lecturas, revisiones, reacomodamientos y que se nutre del diálogo con lo que va sucediendo y del intercambio entre los distintos actores. Intervenir implica ir conociendo, reconocer, reflexionar, sostener y dejarse sostener, movilizar y movilizarse, proponer, esperar, disponerse a, poner a dialogar saberes, cuestionarse, entrar y salir de los silencios, articular, escuchar. "Las palabras en el espacio del diálogo, se entrelazan con el escenario de intervención, el contexto y el territorio" (Carballeda, 2015). Desde mi posicionamiento en construcción, se trata de una acción orientada a la transformación, ya que entiendo que intervengo a partir de una lectura (que continúa) de la realidad (dinámica) que en parte quiero contribuir a transformar, favoreciendo el despliegue de las potencias presentes.

Considero que hay distintos niveles de intervención ya que la misma se juega en cada proyecto o estrategia global así como se juega en lo particular de cada encuentro, en lo cotidiano, frente a contingencias y acontecimientos, en todas las situaciones. Las intervenciones, más o menos premeditadas o espontáneas, cuando son parte de un rol y están orientadas por objetivos determinados, serán coherentes entre sí y darán cuenta integradamente de dicho rol y dichos objetivos. Más allá de las intencionalidades, corresponderá leer la intervención también desde sus efectos, desde lo que provoca, dispara, produce.


Por ejemplo, el hecho de circular por las calles del barrio, la actitud ante los grupos de jóvenes que nos cruzamos, las miradas, son intervenciones. La construcción del vínculo con "los pibes de la esquina" (con uno de los numerosos grupos de los barrios San Silvestre y Roberto Romero) ilustra algo de esto. La primera vez que nos acercamos fue en una oportunidad que uno de ellos me chifló y gritó algo mientras yo pasaba, frente a lo cual junté fuerza, me detuve, me acerqué, me presenté y les expliqué que no me gustaba que me silben ni que me griten cosas, que por favor no lo hicieran más porque me hacían sentir muy incómoda. Así nos quedamos conversando algunos de ellos y yo: les conté que me iban a ver pasar seguido, que andaba recorriendo, que había llegado al CS hacía poco, que estaba queriendo conocer el barrio, etc. Efecto sorpresa: porque no esperaban esta reacción pero sobre todo sorpresa ante mis ganas de conocerlos y de escuchar lo que tienen para decir sobre el barrio y sobre lo que les pasa y sienten. Charlamos, me hicieron preguntas, empezamos a conocernos: este constituyó el primero de muchos encuentros e invitaciones. Mirar, decir, confiar en que es posible entendernos, tiene efectos. Registrar lo que sentimos para hacer algo con eso es parte del rol. Desnaturalizar el maltrato de género y creer en las posibilidades que abre la palabra y el reconocimiento del/la otro/a, eso también es parte del rol.

Otra coordenada imprescindible a la hora de dilucidar qué son las intervenciones corresponde a su dimensión política, en particular en lo que respecta a la pertenencia institucional desde y a través de la cual se las diseña y lleva a cabo: en mi caso se trata de la pertenencia al Primer Nivel de Atención de Salud Pública, lo cual pone en juego a un actor de relevancia insoslayable, el Estado. Entendiendo, como propone el documento del Programa de Promoción de la Salud, que la misma constituye un proceso político y social global que abarca no solamente las acciones dirigidas a fortalecer las habilidades y capacidades de las personas, sino también las enfocadas a modificar sus condiciones ambientales y económicas, enmarcamos nuestros proyectos y estrategias en la APS. La concibo aquí como estrategia de desarrollo orientada a mejorar las condiciones de vida de las comunidades, reducir la carga de enfermedad y favorecer la equidad en salud (OPS, 2007), y como política que busca la equidad en la protección, en la atención y en la democratización del saber y del poder (Rovere, 2009). De esta manera se manifiesta la dimensión política de nuestro quehacer, es decir, del quehacer de quienes trabajamos en Salud Pública: Schmuck y Serra (2009) resaltan que nuestras prácticas se despliegan en un territorio donde se juegan sentidos y posibilidades de transformación, señalando que lo que se pone en juego en cada situación particular es a la vez una cuestión de política social. En este sentido, corresponde también tener en cuenta que las intervenciones se llevan a cabo en territorios concretos y particulares y que, como explica Arias (2013), lo territorial además de ser un ámbito de implementación de políticas, es también una forma de política, una lógica, una manera de pensar la acción.


Sobre el Proyecto de Preparación Integral para el Parto y la Parentalidad: El objetivo general del Proyecto es generar espacios de promoción de la salud integral para mujeres embarazadas, sus familias y la comunidad de los barrios de zona Oeste Alta de Salta Capital. La modalidad consiste en ciclos itinerantes (cada ciclo consta de cinco talleres y se realiza en una institución o espacio de la comunidad, en diferentes barrios de la zona oeste alta). Esta modalidad persigue el objetivo de acercar el sistema de salud a las comunidades, ampliando la accesibilidad, para lo cual consideramos las dinámicas territoriales inteligidas en la lectura de la realidad comunitaria local: intentamos conjugar la pretensión de universalidad del derecho a la salud con una lectura situada de los movimientos que realizan las personas en ese territorio particular.

La dimensión política se despliega también desde los afectos, "desde la implicancia directa con el otro y con la otra; una ética del cuidado. (...) Amor es derechos. Amor es cuidado colectivo. Amor es responsabilidad frente a las personas más vulnerables. Y esa persona puedo ser yo. No me asusta, es lo que tengo para poner en común: esta fragilidad que pide inventar nuevas formas de enredarnos, para protegernos mutuamente, para sentir la potencia del trabajo colectivo", expresa Marta Dillon. Las intervenciones nos interpelan, nos atraviesan, están también hechas con y de nuestros cuerpos, puestos en distintos espacios junto a otros cuerpos. En este sentido, considero imprescindible la posibilidad de cuestionar la comodidad y de registrar la incomodidad, entendiendo que así podemos actuar en función de la tarea, podemos reacomodarnos y modificar las escenas en las que participamos. Arango Cálad (2003) refiere que las "acciones deben centrarse sobre los procesos de comunicación y relación interpersonal, sobre el diálogo, la escucha, la expresión, el juego, la celebración y el compromiso, que son los componentes del amor y por lo tanto la esencia de la convivencia” (p.24). Así, al hablar de intervenciones se trata de un pensar y hacer que implica afectaciones: "siempre que hablamos de ideas implica una relación con prácticas, sentimientos, afectaciones (Spinoza). (...) En nuestro encuentro con otros, ¿qué tipo de lazos, relaciones se arman, reeditan, construyen? ¿qué afectividad está puesta en juego?" (Barrault, 2014, p.7). Se trata también de "pensamientos-acciones que implican el ejercicio real del reconocimiento del otro y del desafío de encontrarnos desde un modo específico. (...) Pensamiento en este sentido, es per se crítico, refiere a la alteración de sentidos en el mundo, y es en relación a un mundo material, a sentimientos, corporalidades varias" (ídem, p.13).


Para ilustrar esta idea -estas afectaciones-, algunos interrogantes sobre el incipiente abordaje comunitario con el grupo de jóvenes: ¿Cómo acompañar sus sufrimientos y sus sueños? ¿Querrán, me dejarán? ¿Y mis sufrimientos y mis sueños? ¿Cómo armar un encuadre que nos proteja y nos aloje, a ellos y a mí? No se trata de forzar en este caos un orden imposible, sino de proyectar "la mirada hacia las posibilidades que se abren en la intemperie, hacia las estrategias que nacen erráticamente" (Duschatzky, 2007).

Otra disquisición pertinente a esta reflexión es que, como señalan Schmuck y Serra (2009), "sucede que las intervenciones asumen una ambigüedad constitutiva: como normatizadoras, reguladoras y limitadoras de la acción individual [y colectiva] y como posibilitadoras de producción de identidad, subjetividad, valores, representaciones, autonomía" (p.5). Leale (s/f) aporta que "al trabajar aspectos relacionados con la tensión entre sometimiento y emancipación, la perspectiva crítica en la intervención abre posibilidades de resistencia y construcción de libertad" (p.4). En este sentido, reconociendo que ciertos discursos y prácticas se orientan al control, el tutelaje y el paternalismo, la pregunta que me orienta es cómo promover prácticas de cuidado, de protección de los derechos y posibilitadoras de autonomía y de procesos de organización.


En el Proyecto de Educación Sexual Integral en la Escuela, en los encuentros nos proponemos promover prácticas saludables y de cuidado, facilitar el acceso a la información y a los servicios de salud, generar conocimiento sobre derechos de Salud Sexual, en un tiempo-espacio de aprendizaje colectivo. Los talleres combinan vivencia, intercambio y reflexión con el objetivo de generar mayor autonomía y posibilidad de decisión y cuidado sobre nuestros cuerpos, salud y sexualidad. Entre los contenidos que trabajamos a lo largo de los ciclos de talleres están: proyecto de vida (último año de escuela, proyectos, cómo me gustaría que sea el mundo, qué hacer para lograr lo que deseo, lo que me pasa y lo que elijo), género (estereotipos, mandatos, desigualdad, violencia de género), derechos sexuales y reproductivos (en la vida cotidiana y en el hospital o centro de salud).

¿Qué posibilidades de elegir imaginamos, hay, anhelamos, podemos construir, en cada situación, para cada colectivo y cada persona? ¿En qué condiciones se producen las decisiones y elecciones de los grupos sociales? La construcción de autonomía está íntimamente ligada con el anhelo de transformación social, implica conciencia, reconocimiento, autoconocimiento, trabajo, implicación: “(...) la autonomía consiste en una conquista que supone un proceso de autoanálisis que permite superar los mandatos sociales, una búsqueda prolongada y conflictiva sustentada en el reconocimiento del otro y en el autoreconocimiento, y también apuesta a la recuperación del valor de la dignidad propiciando la creación de nuevas lógicas instituyentes. (...) En esa construcción se anhela la transformación de toda la estructura social (Parker y Aggleton, 2002)" (Zaldúa et al., 2010, p.8). Desde los aportes de Castoriadis (1998), se trata de la posibilidad de poner en tela de juicio (no de manera aleatoria o ciega sino sabiendo que lo hace) las propias leyes, sus propias instituciones cuando se trata de la sociedad: pensamiento crítico, desnaturalizar y poder ser críticos con nuestro propio pensamiento. "Repensar los contextos contemporáneos y las lógicas subjetivantes conlleva cuestionar las modalidades de poder heterónomo, asimétrico, que domina, oprime, fragmenta, encubre, enmascara y propicia la resignación, el fatalismo, la compulsión a la repetición. Proponer interrogantes sobre la autonomía, el reconocimiento de sí, de las/los otras/otros, sobre la dignidad y la esperanza, sobre los proyectos liberadores, es un desafío epistémico y ético político" (Zaldúa, 2011, p.11).


Sobre el Proyecto de Preparación Integral para el Parto y la Parentalidad: El cuarto ciclo de talleres fue realizado en un Colegio secundario con mujeres adolescentes estudiantes, embarazadas o mamás de bebés/as. Partimos de concebir la maternidad como su situación actual, para preguntarnos: ¿qué condiciones sociales inciden en la configuración de estas coordenadas en los sectores populares? ¿por qué el embarazo en la adolescencia atraviesa la vida de tantas de las mujeres que nos encontramos en nuestro trabajo cotidiano desde Salud Pública en barrios configurados como "barrios periféricos"? Indagar los determinantes de la génesis de los proyectos de vida convoca al trabajo en pos de la desnaturalización de las construcciones histórico culturales de la sexualidad, de la femineidad / masculinidad tradicional y en pos de acompañar desde un enfoque de derechos y de género "la posibilidad de construir sus propias trayectorias, de autonomía y de ciudadanía plena, es decir de nuevos agenciamientos de igualdad y equidad" (Zaldúa y Pawlowicz, 2005, p.7).

Nos asiste aquí una noción de intervención que aporta Carballeda (2002): "en el contexto actual, la intervención en lo social se nos presenta como un 'espacio de libertad', ya que se construye en pequeños hiatos, intersticios, lugares, donde es posible reconstruir historicidad, entender a ese otro no como un sujeto a moldear sino como un portador de historia social, de cultura, de relaciones interpersonales" (p.38). Me interesa especialmente rescatar que para este autor, con la noción de escenario de intervención, "la intervención en lo social se transforma en una herramienta de trabajo, en tanto pueda definir una secuencia de acciones, pero especialmente un horizonte" (ídem, p.64). En esta concepción son las palabras de los otros actores, su cotidianeidad e historicidad, las que sugieren caminos posibles en la dirección de la intervención en lo social, donde no se trata, como explica Carballeda, sólo de lo que sobresale, sino de cómo se construye. "La intervención necesita acceder a los espacios microsociales donde se construye la cotidianeidad de los sujetos" (ídem, p.68), considerando la vida cotidiana como el "espacio donde se llevan adelante procesos mediante los cuales se construyen y se alimentan simbolizaciones" (ídem, p.90).

Entonces, por todo lo antedicho considero importante resaltar esta dimensión ético-política visibilizando la pertenencia institucional como agente de salud del Estado, el valor del territorio, lo cotidiano, la afectividad, el encuentro con otros/as, los lazos, el ejercicio de pensamiento crítico, ya que creo que todos estos son elementos imprescindibles a la hora de conceptualizar qué es intervenir en el campo social y al efectivizar esas intervenciones en lo real. Preguntarse por todo esto, en particular por el posicionamiento desde el que intervenimos, implica mirar dónde y cómo está parada una y no dar la espalda a interrogantes esenciales como: ¿qué hago acá? ¿qué me mueve? Sólo así, encontrándonos y "encontrariándonos", me resulta posible construir el horizonte de mis prácticas, concibiendo las estrategias de intervención como herramientas para afrontar el desafío epistémico-ético-político al que aquí me referí y recorriendo un camino en el que, en cada situación, insiste la pregunta de cómo cada vez promover prácticas de cuidado, de protección de los derechos y posibilitadoras de autonomía y de procesos de organización.


"Encontrariarnos nos habilita a otra experiencia: la posibilidad de ir en contra de nosotros, cuestionar las certezas que sostienen los modos habituales de intervenir en el mundo, desconocer lo conocido; contrariarnos como la oportunidad de disgustarnos cuando hay algo del orden de cosas que grita que eso no funciona, que urge reinventarnos, poner a andar otras formas de organización, disolvernos para volver a saltar, buscar otras palabras para nombrar lo que no podemos entender, lo que no podemos decir. Una sensibilidad maquinada en el instante en que los cuerpos inquietos se cruzan.

La idea de encontrariarnos susurra algo que quiere ser escuchado: importa que la presencia del otro nos hiera, nos rasgue, nos pare ante aquello que no podemos ver, ni escuchar, ni decir. Temblar entre los afectos que vuelan por el aire. Más que lo que ya se pensó, lo que ya se hizo, lo que ya se organizó, interesa que del cuestionamiento de nuestras formas de estar en el mundo, de ese desvalimiento, de esa furia irrefrenable, esa angustia rebelde que quizá nos visita cuando caen las certezas, cuando el martillo nietzscheano grita que 'el fondo no es más que un abismo', surjan fuerzas capaces de inventar otros mundos, fuerzas siempre móviles; cuerpos indóciles, prestos a dejarse interferir" (Feltrez, 2013, p.19).

BIBLIOGRAFÍA

  • Arias, A. (2013). Lo territorial en el territorio de la Argentina. Connotaciones históricas, políticas y culturales de lo social de los territorios. Revista Margen. N° 71.

  • Arango Calad, C. (2003). Hacia una psicología de la convivencia. Revista Colombiana de Psicología. Nº 10.

  • Barrault, O.; Burijovich, J. (2014). El lazo amoroso en la transformación de la acción colectiva. Encuentro Nacional y Latinoamericano de Psicología Comunitaria “Procesos comunitarios y prácticas transformadoras: produciendo arte, políticas y subjetividades". Facultad de Psicología. UNC. Córdoba.

  • Carballeda, A.J. (2002). La intervención en lo social: exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales. Buenos Aires: Paidós.

  • Carballeda, A.J. (2015). La escucha como proceso. Una perspectiva desde la intervención social. En S. Faraone y S. Giraldez (Comp.), Determinantes de la salud mental en ciencias sociales: actores, conceptualizaciones, políticas y prácticas en el marco de la Ley 26657 (1era Edición). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Departamento de Publicaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

  • Castoriadis, C. (1998). LA CUESTIÓN DE LA AUTONOMÍA. La cuestión de la autonomía social e individual. Madrid: Contra el poder.

  • Duschatzky, S. (2007). Maestros errantes. Experiencias sociales a la intemperie. Buenos Aires: Paidós.

  • Feltrez, R. (2013). Cap. 1 "Encontrariarnos. Indicios de Eduardo Pavlovsky y Julio Cortázar para pensar lo micropolítico". Transversales. Política, deseo, subjetividad. Año II. Nro 2. Buenos Aires, Colectivo de trabajo Transversales.

  • Foucault, M. (1984). La ética del cuidado de sí como práctica de la libertad.

  • Leale, H. (s/f). Intervenciones preventivas y promocionales de salud. Recuperado de http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/electivas/067_psico_preventiva/cursada/bibliografia/intervenciones_preventivas.pdf

  • Organización Panamericana de la Salud (2007). “Renovación de la Atención Primaria de Salud en las Américas: documento de posición de la Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud”. Washington: OPS/OMS.

  • Rovere, M. (2009). ¿Es estratégica la estrategia de atención primaria? En Barten, F.; Rovere, M. y Espinoza, E. (comp.) Salud para todos: una meta posible. Pueblos movilizados y Gobiernos comprometidos. (pp. 151-162). El Salvador: Editorial del Ministerio de Salud.

  • Schmuck, M.S. y Serra, M.F. (2009). Sustitución de las lógicas manicomiales: de las perplejidades a los desafíos. Trabajo presentado en V Jornadas de Investigación en Trabajo Social. Facultad de Trabajo Social, Rosario.

  • Zaldúa, G.; Pawlowicz, M.P. (2005). Proyectos de vida privados y públicos de mujeres adolescentes pobres con y sin hijos. Revista de Investigación en Salud, Secretaría de Salud Pública, Municipalidad de Rosario, Vol.6, N° 1 y 2.

  • Zaldúa, G.; Pawlowicz, M.P.; Longo, R.; Moschella, R. (2010). Derechos sexuales y reproductivos de las mujeres de la CABA. Obstáculos y resistencias.

  • Zaldúa, G. (2011). Escenarios contemporáneos de subjetivación. El trabajo y el género en la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria.

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