Re-creando con otrxs el rol de Psicóloga Comunitaria: Proceso de intervención en Barrio 15 de Septie
- Emilia Figueroa
- 26 sept 2016
- 13 Min. de lectura

Reflexiones desde la experiencia
En esta oportunidad intentaré aportar algunas líneas de análisis de lo que viene siendo la construcción de mi rol como psicóloga comunitaria, desde mi manera particular de atravesar una experiencia de aprendizaje, a partir del proceso de intervención en Barrio 15 de Septiembre, parte del Área de Responsabilidad de un Centro de Salud de la zona norte de la capital salteña. Esta contextualización trasluce una forma de entender este “rol” de manera situada, es decir considerando aspectos particulares del lugar donde se construye.
¿Qué hace una Psicóloga Comunitaria? ¿Por qué? ¿Desde dónde? ¿Qué se pone en juego en su hacer? La construcción de preguntas en relación a nuestras prácticas y en relación al campo en el cual trabajamos tiene el sentido de impulsar reflexiones, ejercicio que viene siendo en este recorrido uno de los puntos desde los cuales se construyen lecturas, hipótesis y se movilizan las intervenciones. Preguntas que construyen y deconstruyen sentidos, que cambian y son resignificadas, que se transforman y transforman desde el compartir con otrxs, que ponen al descubierto sensaciones, ideas cristalizadas, limitaciones, obstáculos; pero también desde las cuales se abren posibilidades, nuevas formas de pensar y de hacer.
¿Para qué nos sirve pensar nuestro posicionamiento? Para saber dónde estamos paradas para poder movernos. ¿Y por qué movernos? Porque de eso se trata el aprendizaje, la mirada crítica, la problematización; porque también nos reconocemos como sujetxs con faltas, fallas, obstáculos, errores, dificultades, conflictos. Como psicólogas trabajamos con el conflicto, pero no sólo con los de otrxs, también con los propios y con los que tienen que ver con la relación entre ambos.
En mi recorrido, encontrarme con otrxs tiene que ver con la posibilidad de armar trabajo con alguien que piensa, siente y hace distinto a mí, es trabajar obstáculos personales, lo cual es parte de un aprendizaje constante y que es valioso en la medida de que algo en mí se modifica y a la vez contribuye a la tarea. Construir con otrxs constituye una apuesta en el centro de salud, en el barrio, con otras instituciones y significa poder hacer trabajar las diferencias que emergen cuando se emprende dicha tarea.
Considero además, parte insoslayable de la construcción del rol fue y es tener registro de cómo soy afectada, de las sensaciones puestas en juego en este proceso de aprendizaje, en las experiencias de encuentros y desencuentros. Significa un aporte valioso que abre la posibilidad de ponerlo a producir, en la medida en que es desarmado, interrogado, elaborado, es decir abordado con otrxs; y esto es facilitado en espacios de la Residencia como la Co- visión. Así, en este proceso fue necesario reconocer momentos de la tarea que implicaban trabajar desde la incomodidad, desde la incertidumbre, expresada en diversas situaciones concretas; que en ocasiones significaban obstáculos que me- implicaban en el quehacer. Lo que rescato es la posibilidad de buscar nuevos caminos, más creativos y operativos a las dificultades en el recorrido.
Situando el proceso de intervención
Para analizar en el proceso de espacio recreativo junto a niños, niñas y adolescentes (NN y A ) [1]algunos aspectos que considero parte importante de mi rol, viene resultando productivo reflexionar sobre algunos cuestionamientos disparadores: ¿Desde dónde miro para construir con estos actores? Esta pregunta es sumamente compleja de responder y atravesar, remite a la implicación de la que habla Ana M. Fernández y es uno de los elementos que reconozco como fundamental como parte de mi rol como Psicóloga Comunitaria, sabiendo también que es parte de un trabajo constante habilitado en los espacios de la Residencia. Este cuestionamiento lleva implícito que para poder exteriorizar desde dónde miro, es condición mirarme y reconocer mis atravesamientos como sujeto social y con una historia singular. En este recorrido voy tomando los aportes que enriquecen mis reflexiones de autores específicos del campo de la Psicología Comunitaria y a la vez armando algunas aproximaciones que me otorgan orientación, guía en lo que hago y cómo lo hago. La noción de sujetos, actores sociales es una de ellas, la cual influye en mis formas de intervenir, como ya fue expuesto anteriormente:
“Operamos con una concepción de los sujetos como actores sociales capaces de transformar la realidad social, incorporando los saberes de la comunidad, escuchando y respetando sus voces”. (Freire, 1998, 2006; Martín-Baró, 1986)
Esta concepción es puesta en juego en cada una de las intervenciones que realizo, atraviesa las mismas. Esto hace visible también que no sólo yo tengo una concepción desde la cual siento, pienso y actúo, sino que este proceso particular dio y da lugar a que las múltiples representaciones, concepciones de los que estamos atravesando el mismo, puedan encontrarse y desencontrarse. Resulta interesante para mi pensar en lo que se genera del encuentro/desencuentro entre actores tan disimiles, rescatando también lo que nos motoriza a continuar trabajando juntxs.
El proceso que venimos transitando se enmarca en las condiciones concretas de existencia en el barrio 15 de Septiembre y esta realidad impacta en la configuración de la subjetividad, lo cual se dará en cada sujeto de manera particular. Así, como elemento que opera de manera transversal en este campo, que lo modifica y es modificado por él, se ubica nuestra intervención comunitaria, con una intencionalidad y un sentido que no podría construirse sin partir de ese contexto pero que a la vez pretende operar sobre la transformación, despliegue, de las subjetividades que desde allí se construyen.
Encontrarme en un escenario en el cual me impactaban las diferencias socio-económicas entre un barrio y asentamientos, fue un aspecto que insistió en mí como un elemento parte del registro y la lectura de la realidad comunitaria que fui armando. Lo cual también me llevó a preguntarme: ¿Qué puedo aportar como psicóloga comunitaria en este contexto? ¿Qué quiero construir como Salud Pública? Estas preguntas estuvieron implícitas en mis reflexiones sobre el quehacer desde un comienzo y dieron lugar a una manera de intervenir a través del acercamiento para conocer y del estar disponible. Esto fue lo que después tuvo como efecto la demanda, en este caso de una vecina en particular y lo que a partir de ese momento empezamos a construir como proyecto colectivo con los niñxs y adolescentes.
Teniendo en cuenta lo anteriormente planteado, es posible vislumbrar otros efectos de lo que viene siendo este camino, cuando por ejemplo durante un momento de encuentro en el que estábamos haciendo carpetas para guardar las producciones, una vecina se nos acerca y felicita a los chicxs por el trabajo, entregándoles unas gaseosas; dando lugar a que en encuentros sucesivos la misma vecina se acercara para observar otras actividades, preguntar y ofrecer bizcochuelo como forma de colaborar con ellxs. Podría pensarse a partir de la simpleza de esta situación concreta, que las representaciones en juego (vecina, chicxs, psicóloga, agente sanitario, otra vecina encargada) pueden movilizarse hacia formas distintas que permitan generar nuevos lazos entre estos actores que son parte del mismo barrio.
En sentido general, pero visibilizando los matices que singularizan el proceso, esta experiencia para mi significa animarme a atravesar lo comunitario, tal como lo dice Barrault (s/f) “El contexto nos “habla”, nos dice, nos visibiliza en nuestra impotencia. Atravesar lo comunitario a la vez expresa el proceso de transitar la potencia de lo cotidiano” (p.3). Es así porque constituye para mí poner el cuerpo cuando emerge el imprevisto, la incertidumbre, la incomodidad, como ruidos que son parte del campo. Lo importante de esto es poder hacerlos visibles.
Del abordaje de las preguntas antes presentadas, de la complejidad de este campo que intenta desarmarse y de la particularidad de los actores que intervenimos es que vamos armando el sentido de lo que hacemos, lo cual repercute en el cómo, es decir en las propuestas concretas. Lo que me permite pensar que más allá de lo distinto que puede ser nuestro trabajo a otras intervenciones que venían siendo en el Centro de Salud al que pertenezco (por ser en el barrio, junto a vecinxs, con un agente sanitario, fuera del horario de trabajo), en este mismo contexto podríamos reproducir lógicas asistencialistas, podríamos actuar desde una actitud paternalista. Sin embargo, lo que intentamos es construir con los niñxs y adolescentes un espacio donde se vea reflejado este sentido, lo cual no se dá de manera sencilla sino que nos implica un desafío que decidimos asumir. Ejemplo de lo que vengo hablando, otra de las actividades propuestas, después de realizar varios encuentros donde jugábamos a organizarnos (diarios cooperativos, futbol popular), invito a los niñxs a que dibujen y/o escriban qué es para ellxs participar y si recordaban algún momento en el que lo hubieran hecho, a lo que una de las chicas del espacio muestra:

“Participar, también puede ser jugando”, creo que constituye una muestra de que las actividades y la forma en que las pensamos son coherentes con la concepción que sostenemos en el espacio de que la participación es también parte de un aprendizaje.
Fue necesario pensarme como Psicóloga Comunitaria caminando, trabajando en el barrio y preguntarme: ¿Corresponde a un psicólogo en Primer Nivel de Atención? Esta pregunta, si bien funcionó en un momento inicial para reflexionar sobre lo que íbamos construyendo; hoy desde la experiencia puedo decir que el espacio recreativo es una manera de trabajar desde la salud, dentro del marco de la estrategia de APS. Como psicóloga comunitaria es para mí fundamental que las prácticas que llevo a cabo apunten a la construcción de salud, este proceso me desafía en este aspecto pero es a la vez mi horizonte. Cuando hablo de la salud como un proceso que se construye, me interesa resaltar la importante tarea que tenemos los que trabajamos en salud pública en dicha construcción, ya que desde nuestras prácticas diarias y desde nuestro discurso (ya sea de manera consciente o no) influimos en la vida cotidiana de las personas. Por lo que es imprescindible dimensionar y direccionar nuestras intervenciones en un sentido que abra posibilidades del despliegue de sujetos autónomos en cuanto a su concepción y vivencia singular de salud. Tal como afirma Fuks (1978), nos vemos desafiados a repensar nuestras prácticas:
Los psicólogos estamos acostumbrados, formados, entrenados para pensar, para observar y para operar en términos de enfermedad mental, y en cambio, es poco lo que hoemos aprendido a pensar, observar y operar en el terreno de la salud mental. (p.1)
Experiencias, vivencias que disparan reflexiones
Reflexionar sobre nuestro rol no podría hacerse sin tener en cuenta nuestra experiencia concreta en terreno, es decir, que es esta la que nos dispara preguntas, ideas, líneas de análisis y nos conmueve, esto es lo que elegimos trabajar junto a otrxs en los espacios que son propuestos por la Residencia, para así construir conocimiento. Por tal motivo, a continuación haré referencia en líneas generales y de una manera de ordenar el proceso, a algunos momentos destacados y en relación a ellos algunas escenas que me permiten seguir problematizando sobre mi rol.
Puede decirse que mi tarea y las actividades propuestas para trabajar primero con la vecina y luego con los chicxs fue partir de lo que yo entendía como objetivo. El primer paso, en ambos casos era tiempo para conocernos, habilitar un espacio para que puedan compartir quienes son, cuáles son sus intereses, sus familias, sus gustos y también aquello que no les gustaba:
De esta manera, si bien había una intencionalidad en mis propuestas, desde un principio estuvo presente la idea de que el espacio sería construido desde los chicxs y con los chicxs, lo cual requería conciliar ambos aspectos. Así, comencé asumiendo un rol de coordinadora del espacio, lo que significaba ser la responsable de la planificación de cada encuentro. Esto, en la medida que transcurría tiempo de trabajo se iba traduciendo en que, a mi llegada en día y horario acordado, la pregunta inicial era: “¿Qué vamos a hacer hoy seño?”. Sin embargo, la posibilidad de repensar mi manera de intervenir, el objetivo, el rol de coordinadora, me dio la posibilidad de moverme para no obturar la tarea ni la posibilidad de que los NN y A puedan asumir un posicionamiento activo en el espacio.
Algunas dificultades en el camino:
A pesar de mis intentos por que la planificación de cada encuentro fuera realizada junto a las otras encargadas, la realidad nos hacía imposible juntarnos debido a diversos motivos.
Desencuentros, en ocasiones no podíamos reunirnos semanalmente porque a los chicxs no los dejaban salir, porque se olvidaban, porque tenían que hacer otras actividades, lo que empezaba a otorgarle características al grupo como abierto y fluctuante.
Intentos fallidos de rigidizar la modalidad de trabajo, el grupo, los roles, es decir que funcionaban como obstáculos epistemofílicos (concepto desarrollado desde la Psicología Social) que tenían que ver con aspectos personales que no me permitían apropiarme de la experiencia y poder leerla.
De esto que parece una enumeración de dificultades, lo que me interesa destacar es el imprescindible trabajo sobre ellas, pero no para resolverlas, sino para poder ubicar qué de mi posicionamiento me impedía atravesar lo que era vivenciado como obstáculo, flexibilizar, adecuar la propuesta a los emergentes del campo.
Tener registro de cómo me afectaba, de las preguntas que me disparaban estas dificultades constituyó el primer paso, el trabajo con otrxs puede ser el segundo (con mis compañeras de año, en el espacio de Co- visión y en otros espacios de formación y con quienes conformamos el espacio de NN y A). Así es posible movilizar un desplazamiento de un lugar leído por mi como esperado, asignado como Psicóloga Comunitaria a otro que diera lugar, permitiera alojar la particularidad de este espacio y sus actores, es decir un grupo abierto (con participantes que fluctuaban en su presencia) con niñxs y adolescentes que me iban enseñando su manera de estar juntxs, de trabajar, de hacer y sentir. Esto es acorde con lo planteado por Acuña et al. (s/f) en relación al trabajo del psicólogo social:
Existe la fantasía que el Psicólogo Social provee las soluciones, cuando en realidad su rol es el de sostén y co-pensor, posibilitando canales de diálogo, de intercambio, para que ese conjunto de personas puedan encontrar las respuestas a sus problemas, para que puedan resolver, es decir, satisfacer sus necesidades.(p.2)
Estas dificultades compartidas, socializadas, puestas en juego con los chicxs, con la vecina y mi compañera del Centro de Salud, nos permitió buscar estrategias en la que fuéramos partícipes con distintas ideas: hacer una reunión de padres para compartir lo que hacemos, acercarnos a ellxs para que nos conozcan, hacer invitaciones personalizadas, buscar días y horarios en los que pudieran asistir. Fueron distintas las alternativas que en este tiempo se llevaron a cabo, lo que motorizaba era poder seguir trabajando juntxs.
Ser capaz de flexibilizar el encuadre de la tarea, no significaba dejar de planificar o armar los encuentros, sino que esa propuesta no fuera un impedimento para vislumbrar lo que sí acontecía, es decir, que pese a las dificultades, los chicxs seguían mostrando su interés en trabajar juntxs. Por ejemplo, en un día de lluvia, al no poder salir fuera de la casa para hacer la actividad planificada que requería espacio, la idea fue proponerles que ellxs propongan: después de pensarlo un rato, preguntarse, mirarse, resolvieron:
X: Juguemos a la lova, para eso podemos estar acá y jugar todos.
Y: Nosotros no sabemos.
X: Bueno, primero les enseñamos y después jugamos todos.
Este momento solo constituye un ejemplo de cómo este espacio, progresivamente fue haciendo lugar para que aparecieran sus ideas, propuestas, manera de estar juntxs y en esto, también mi decisión de explicitar que eso constituía parte de trabajar en el objetivo. Puede también pensarse que el hecho de que empiece a aparecer la iniciativa de parte de ellxs es un efecto del posicionamiento expresado en actividades concretas, pero también de una actitud de apertura a que ello acontezca.
A partir de lo planteado, es posible reflexionar que quizás en un comienzo fue necesario asumir el rol de coordinadora, de una manera de alojar, albergar lo que los sujetos (actores sociales que intervienen) depositan en nosotros, para que así pueda ser trabajado; lo cual no significa que esto tenga que cristalizarse de esa manera, sino que significa ubicarlo dentro de un proceso más amplio, lo cual es distinto a concebirlo como lugar asignado y estanco. De esta manera, es un pensar estratégico que nos obliga permanentemente a volver sobre lo que vamos leyendo de los procesos y los contextos.
No obturar la tarea en un rol de coordinadora, responsable del destino de lo que es un trabajo construido colectivamente, significa para mí que en lugar de asumir la concreción de lo que nos proponemos trabajar juntxs, lo realmente coherente con mi intencionalidad es poder co-construir, co-pensar junto a ellxs lo que hacemos y lo que no. Así, esto es acorde con lo planteado por Acuña et al (s/f) en relación al trabajo del coordinador
“el trabajo interno de todo coordinador debe ser fundamental, el repensarse, el cuestionarse a sí mismo, comprendiendo que más allá del conocimiento teórico que tiene, es "un investigador" y como tal debe estar abierto a sorprenderse no solo con los emergentes, sino con el aprendizaje que éstos generan, así como la rica interacción brindada por cada uno de los grupos en los que operamos”. (p. 3)
Ejemplo de lo que vengo hablando constituyó en uno de los encuentros, proponerles hacer una lista de lo que querían que trabajemos juntxs este año, a través de una lluvia de ideas, expresaron: “Ir a la cancha, salir a pasear, hacer marionetas, leer cuentos, aprender a compartir con los padres lo que hacemos”, entre otros. Esta actividad constituyó un movimiento importante en el trabajo juntxs, cada uno de ellxs propuso una actividad y por votación decidieron comenzar con un paseo. Este afiche se transformó en una especie de “hoja de ruta”, de sus intereses, sus gustos para trabajarlos con los demás.
Mi rol a partir de este momento fue facilitar, acompañar una construcción que era de ellxs, por ese motivo la actividad pensada para el siguiente encuentro tuvo como estrategia ayudarlos a ordenar y organizar lo que querían como “El paseo”. Primero a través de juegos (ya que constituye una forma de trabajar que los motiva), poder “jugar a organizarse”. A través de algunas técnicas y luego, proponiendo que entre todxs, pudieran organizar el paseo que se estaban imaginando, teniendo en cuenta lo que habían visto como necesario para poder entenderse y ponerse de acuerdo.

Lo que me interesa rescatar de esta actividad (que ilustra cómo viene siendo el trabajo en este tiempo) es que considero que en esta experiencia de trabajo junto a NN y A y con mis compañeras, en la medida en que trabajamos para movilizar algunas cuestiones que tienen que ver con lecturas que sobre el grupo voy haciendo, que intento habilitar espacios para expresar lo que piensan y sienten, abordar los obstáculos en el trabajo grupal, en la comunicación, en la organización; en la misma medida requiere un trabajo sobre mi posicionamiento en cada una de estas propuestas, sobre mis expectativas, sobre la manera que pienso en los objetivos.
Como se mostró a lo largo del escrito, este proceso está en movimiento, como la realidad misma de la que somos parte, donde se hace evidente la importancia de los vínculos que vamos construyendo como base que habilita tarea. De manera que constituye una apuesta seguir trabajando junto a ellxs, entendiendo que se trata de una práctica en salud, acorde con los lineamientos que nos enmarcan dentro de la estrategia de APS.
Bibliografía
Acuña, M. et al. (2008) “El saber no ocupa lugar. Una vuelta en espiral”.
Barrault, O. (s/f) Atravesar lo comunitario: una experiencia desde la Psicología Comunitaria.
Fuks, S. (s/f) Reflexiones acerca del trabajo comunitario en salud mental. Prevención Primaria, Secundaria y Terciaria.
Leale, H. (s/f). Intervenciones preventivas y promocionales de salud. Disponible en: http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedra/electivas/067_psico_preventiva/cursada/bibliografia/intervenciones_preventivas.pdf
[1] A fin de conservar la privacidad de estas personas y para singularizar algunos relatos se usarán iniciales para referirme a niñxs y adolescentes que son parte del espacio.
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