ENTRAMADOS DEL QUEHACER: PROBLEMATIZACIÓN Y PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDAD, ELEMENTOS QUE-HACEN A LA PSI
- Ana Pekarek
- 31 oct 2016
- 11 Min. de lectura

“Hay una batalla entre los destinos deseables que
habrá que dar, pero ¿por dónde pasan los sueños?”
(Quién lleva la gorra, Colectivo Juguetes Perdidos, 2014).
“¿Qué es la ética sino la práctica de la libertad, la
práctica reflexiva de la libertad?” (La ética del cuidado
de sí como práctica de la libertad, Foucault, 1984).
A continuación emprendo un recorrido de indagación a través de los entramados del quehacer psico-comunitario, a partir de una experiencia con jóvenes. ¿Qué-hace a la Psicología Comunitaria? La problematización, la producción de subjetividad y el posicionamiento orienta-rol constituyen claves de la praxis, la cual exige siempre reflexionar sobre el lugar de los/las otros/as en las intervenciones y en la producción de conocimiento, así como también mirar críticamente el propio campo disciplinar.
Derroteros de la experiencia
Varios meses de encuentros en la calle e intercambios con LVL (grupo de jóvenes de un barrio de zona oeste alta), en un proceso en el que fuimos conociéndonos y construyendo un vínculo y en el que fueron sucediendo distintos hechos, con impasses y movimientos, exigieron de mi rol esfuerzos por ir realizando lecturas de las variables y dinámicas particulares que intervienen en la producción de su subjetividad y en sus posibilidades de elección, teniendo en cuenta sus trayectorias, las condiciones de su vida cotidiana, las múltiples expresiones de violencias en sus experiencias, el habitar un territorio configurado sociohistóricamente como barrio "periférico", las territorialidades, etc. Al tratarse de jóvenes que circulan por fuera de espacios institucionales, y considerando el vínculo que tienen con la calle, vivo y pienso los encuentros como inciertos y a la intemperie, lo cual exige a mi rol registrar y poner a trabajar afectaciones múltiples.
Durante un tiempo enmarqué los encuentros con los jóvenes en lo que llamé la "estrategia-canchita", nacida en la consideración junto a ellos de que respondía a un interés del grupo y que había aparecido en numerosos encuentros como algo que los movilizaba. Si bien no desarrollaré aquí las acciones desplegadas en esta línea, cabe destacar que consistió en acompañarlos en averiguaciones y búsquedas para esclarecer el panorama de un terreno, lo cual nos llevó a encontrarnos con distintos actores, en particular policías y punteros políticos.
Me importa aquí a qué cosas dio lugar esa estrategia y cómo fue deviniendo en otra cosa. Por un lado, la experiencia disparó diversas reflexiones y preguntas respecto de la construcción de mi rol y respecto de "lo común" en el quehacer psico-comunitario. Pero por otro lado y muy especialmente, el derrotero propio de dicha estrategia dio lugar a múltiples encuentros, intercambios y aprendizajes, llevando en el proceso a una apuesta por pensar con ellos: uno de los jóvenes manifestó estar en búsqueda laboral y esperando su primer hijo, a partir de lo cual hablamos de los trabajos a los que él había accedido, de los trabajos o changas de los otros jóvenes del grupo, de sus estudios, de los cambios que implica la paternidad, entre otras cosas. Nos preguntamos juntos qué posibilidades de elegir tienen y por qué, el joven se refirió a "lo que está a mano". En este "encuentro-tesoro", decidimos hacer una invitación a otros jóvenes del grupo a intercambiar sobre estos temas: los convoqué a juntarnos para pensarnos, simplemente eso, en grupo. Pensarse a sí mismos, cómo están, qué quieren, sus problemas y posibilidades. Considero que de lo que se trata aquí, en lo que atañe a la construcción con otros/as del rol de psicóloga comunitaria, es de una lectura contextuada de la subjetividad y sus condiciones de producción, clave del quehacer psico-comunitario.
Fue a través de la construcción de un vínculo -que siempre continúa construyéndose- que fue posible realizar esta propuesta, que la aceptaran, llevarla a cabo. Claro que muchas de las cosas sobre las que conversamos vienen surgiendo en el "discontinuum" de encuentros, pero la disposición a que se piensen, la actitud problematizadora, le dieron una impronta especial al encuentro, el cual versó sobre diversos temas como trabajo, escuela, música, familia, violencias, género, considerando la centralidad de los vínculos y de los modos en que vivimos nuestras relaciones interpersonales. Desde el enfoque psicosocial, es en el
"campo de la experiencia personal o interpersonal, donde a partir de la interacción y el intercambio de significados entre personas, se configuran los procesos en función de los cuales construimos nuestra identidad así como la realidad personal, cultural y social que forman parte de nuestra vida cotidiana" (Etchebere y González Romano, 2014).
De esta manera, el trabajo con LVL me demanda siempre seguir conociéndolos, y un tiempo y una tarea de construcción de vínculo: esto da cuenta del carácter procesual de la intervención, en el que se dan intervenciones múltiples, de distintos niveles y articuladas con otras de mis prácticas. Actualmente, ante la necesidad manifestada por ellos de conseguir trabajo y aumentar sus ingresos y ante su pedido de ayuda, nos encontramos intentando pensar y viabilizar distintas posibilidades que implican trabajo conjunto (como orientación en las búsquedas laborales, como emprender una propuesta que ellos realizaron respecto de realizar mejorías en el CS, etc.).
En este derrotero, me detengo aquí en un punto clave: en ese compartir, en ese encontrarnos (poco sistemático, incierto, etc.) que Barrault entiende como dispositivo de trabajo específico de la Psicología Comunitaria, un proceso fundamental en la relación entre conciencia y libertad (Montero, 2005) fue tomando lugar y fuerza.
Configuraciones ético-políticas del rol en los procesos de intervención y de producción de conocimiento
La pregunta sobre quiénes son estos jóvenes, qué quieren, qué les pasa, permanece plenamente vigente. En la indagación de esos misterios y de los movimientos que los hacen ser, reside el interrogante sobre sus procesos de subjetivación. Y el desafío de estas lecturas es que tienen sentido en la medida en que se realicen con ellos: "¿cómo pensar a los pibes sin detenerlos y sin pensarlos en abstracto? Pensando con ellos" (Colectivo Juguetes Perdidos, 2014, p.101). Como vaya siendo posible, de a poco, con uno, con varios, un rato... A veces en pequeños encuentros, en pequeñas intervenciones que los ayuden a pensarse a sí mismos, las situaciones que atraviesan, las posibilidades.
¿Qué lugar tiene "el otro" en estas intervenciones y en esta producción? Esto remite a la dimensión ético-política de la Psicología Comunitaria, al lugar primordial del reconocimiento del otro en nuestro quehacer. Montero (2004) plantea preguntas para pensar esta dimensión: "¿Qué tipo de relaciones tenemos con el otro? ¿Para quién es el conocimiento? ¿Quién es el otro? ¿Cuál es el lugar del otro en la producción de conocimiento? ¿Quién conoce?". Algunos de los interrogantes que atravesaron e impulsaron mi quehacer fueron: ¿Quiénes piensan? ¿Para quiénes es el conocimiento? ¿Cuál es el lugar de los otros? Así, considero que el rol se construye junto con las personas con las que trabajamos, en cada situación, y se configura a través de preguntas y con determinada orientación, en relación con nuestro posicionamiento: en este proceso se trata de un rol que promueva condiciones para que los jóvenes se piensen, pensar con y para ellos, jóvenes en sus potencias, como actores sociales, como sujetos de derecho, como protagonistas de sus vidas.
La problematización en los entramados de nuestro quehacer
Concibo la problematización como parte constitutiva del rol, como su espíritu. Según Fuks (s/f) la problematización constituye un eje característico del ámbito específico de la Psicología Comunitaria y un componente ineludible de la identidad disciplinaria. La define como operatoria transformadora, éticamente coherente y poderosa:
"La búsqueda de modos de aproximación a las realidades naturalizadas, a lo "obvio" de la vida cotidiana, a la transparencia de "las cosas son como son", impulsó al desarrollo de modos de conversación complejos, respetuosos de los diferentes saberes y de sus dimensiones relacionales. Hemos construido así, modos más sofisticados de escuchar/preguntar (menos preocupados por "hablar"/"argumentar" y más por la conexión con el otro), lo que ha sido –en parte– posible por efecto del pasaje de la posición de intervención a la de co-construcción" (ídem, p.3).
Montero en "La problematización como aspecto crítico en el proceso de liberación" (2005), texto en el que realiza un recorrido a través de la noción de problematización, explica que la operatoria consiste en
"establecer nexos entre procesos afectivos-emocionales (indignación, tristeza, ira, entusiasmo, orgullo, alegría, por ejemplo), procesos cognoscitivos (darse cuenta, comparar, generalizar, inducir, deducir) y circunstancias concretas de la vida de las personas que están participando en el proceso" (2005).
En el trabajo con LVL, el objeto de la problematización son sus experiencias (acontecimientos o hechos que ocurren en su mundo de vida, experiencias siempre configuradas con otrxs y situadas) y los sujetos de la problematización somos ellos y yo.
Pensarme a mí misma, desde el rol, como sujeta de problematización, permite establecer ciertas coordenadas de mi posicionamiento. Considero que cuando desde el rol asumimos tener una trayectoria, determinada experiencia, etc., estamos asumiendo una posición "no todo", estamos visibilizando algo de la propia incompletud, algo de la diferencia. Lo considero una operatoria vinculada a la intencionalidad de democratización del saber-poder y pienso que se trata de una intervención, en la espontaneidad que exige siempre la sorpresa -por ejemplo, en un diálogo sobre sus sueños, me repreguntaron a mí sobre mis propios sueños-, que dice algo sobre el lugar del otro en esa relación configurada ético-políticamente. Así, poner mi propia existencia a disposición del trabajo de pensamiento, disponerme como material de reflexión, permite pensar pertenencias de clases, otros modos posibles de habitar el mundo y elementos para un modelo identificatorio posible.
Retomando la obra de Freire, se trata de una
"reflexión crítica sobre tales situaciones, de modo que se puedan activar los procesos cognoscitivos necesarios para examinar lo que se está haciendo o diciendo, y de buscar sus orígenes y sus consecuencias; sus relaciones con otras circunstancias dentro de la globalidad y complejidad que rige la vida social; así como también los intereses que los rigen y las razones para mantenerlas" (ídem, p.5).
"Para Foucault, la problematización sería un método crítico para pensar liberadoramente" (ídem, p.6).
"Según él se trata de un método de pensamiento, porque, en sus propias palabras, pensar es cambiar de pensamiento y es además un instrumento crítico por excelencia" (ídem, p.7).
Montero explica que
"en la Psicología social comunitaria o comunitaria, problematizar significa plantear situaciones que llevan a las personas a revisar sus acciones y opiniones acerca de acontecimientos habituales de su vida diaria, o que son percibidos como inevitables o esenciales para el ser de esas cosas" (ídem, p.7).
Al definir la problematización como un proceso fundamental en la relación entre conciencia y libertad, entiendo que la problematización en este abordaje opera como técnica dialógica y como herramienta para trabajar en pos de la construcción de autonomía y de pensamiento crítico. Considero que cuestionarse permite concebir otros posibles, permite líneas de fuga (fuga de la lógica de la reproducción, líneas de producción de otras posibilidades). Se trata de movilizar la conciencia abriendo puertas hacia otras posibilidades para la acción y la comprensión.
La producción de subjetividad en los entramados de nuestro quehacer y preguntas sobre problematizaciones múltiples
Orienta mi quehacer la pregunta sobre cómo generar dispositivos en los barrios, en los que quienes participemos podamos pensarnos como producidos/as por dispositivos. Mi mirada está puesta en la producción de subjetividad en contexto, entendiendo que se trata de procesos situados, y que en esto reside -al menos en parte- la especificidad de mi rol, desplegando a su vez un quehacer orientado a generar condiciones para la problematización y para la construcción de subjetividades más autónomas. En este sentido, el pensar con ellos es concebido desde mi rol como un trabajo de preguntar generando preguntarse/nos, devolverles algo de lo que fui viendo, que puedan pensarse cómo piensan, repensarse desde su lugar.

Collage: Belén Scigalszky
Algunas de las preguntas que guían el despliegue de mi rol (a modo de disposición a la escucha, al diálogo abierto y grupal) fueron: ¿Qué es para estos jóvenes el trabajo, qué lugar tiene el estudio? ¿Cómo se producen estas significaciones en sus historias de vida? ¿Cómo interpelarlos? Asimismo fui preguntándome en todo momento -y construyendo respuestas con otros/as- ciertos interrogantes que hacen a la especificidad del ámbito de la Salud y a la estrategia y política de la APS: ¿Por qué juntarnos en la cocina del Centro de Salud (CS)? ¿Por qué cocinar esto en el CS?
Desde el principio de mi trabajo desde el CS, me pregunté por las condiciones en las que se producen las decisiones y elecciones de los grupos sociales, en particular de los y las jóvenes. Indagué en los distintos procesos de intervención la génesis de los proyectos de vida y su relación con los modos de vida. De Martino Bermúdez (2003) entiende los modos de vida como las prácticas materiales y simbólicas que articulan procesos específicos de producción y reproducción y explica que son creados y recreados por las personas, desde la perspectiva de su devenir ontológico u óntico. Concibe los modos de vida como actos de elegir auténticamente el propio camino -devenir ontológico- o aquellos caracterizados primariamente por el compromiso con lo que “está a la mano” -devenir óntico- (Zizek, 2001, en De Martino Bermúdez, ídem, p.17). ¿Qué quieren LVL? ¿Qué posibilidades de elegir tienen? ¿Cómo "lo que está a mano" produce subjetividad o genera procesos de subjetivación?
Los sueños no se sueñan ni se cumplen en el aire, sino en posiciones en el campo social, en condiciones materiales concretas. ¿Qué es lo pensable, lo deseable, lo soñable para LVL? Zaldúa (2011) explica que
"contextos sociohistóricos y escenarios microsociales condicionan las trayectorias y la producción de sentidos singulares y colectivos, asimismo posibilitan dimensiones instituyentes ético políticas transformadoras, insoslayables en la praxis de la Psicología Social Comunitaria". A su vez, la autora sostiene que la segregación socioespacial encuentra su correlato en los procesos de segmentación subjetiva de las funciones de decidir, desear, proyectar (Zaldúa, 2014).
Las mismas cadenas de la multiplicidad de violencias concatenadas son las que encadenan destinos prefijados y determinismos, modos de vida injustos, estructuras de dominación. ¿Qué propone la Psicología Comunitaria frente a la violencia estructural del capitalismo que, en palabras de Barrault (2008), promueve la desexistencia? ¿Qué hacer frente a la violencia y el desamparo como elementos centrales de las subjetividades de nuestra época? Corresponde recordar una de las máximas enseñanzas de Martín-Baró (1983), la premisa de que la psicología no puede actuar al margen de los efectos del neoliberalismo deshumanizante. Según él la acción de una psicología social comprometida es contribuir a crear mayores espacios de autonomía a personas y grupos, que los haga más dueños de su propio destino.
Para ello nuestro posicionamiento como psicólogas comunitarias, debe oponerse a las estructuras de dominación y a la lógica de dominio, debe combatir y correrse de la configuración de relaciones sociales asimétricas desde una ética relacional. Se trata también de negar lo dado como natural en el sentido de oponerse al determinismo, producir novedad, considerar al otro o a la otra como actor social capaz de decidir y participar. Así, en relación con las intervenciones llevadas a cabo en esta experiencia con jóvenes, creo que la protagonista al intentar desplegar un proceso de problematización es la pregunta "¿por qué?". Montero sostiene que
"se continúa preguntando ¿por qué?, porque no estamos satisfechos/as con las respuestas naturalizadas o ideologizadas; (...) es una técnica de la persistencia y la insistencia. Entonces, no busca confrontar opiniones, sino producir una reflexión a través de la cual, la persona problematizada comienza a construir una conciencia diferente, que motive la transformación en el pensamiento y en la acción" (Montero, 2005).
Esta reflexividad vale también para el propio campo disciplinar, el cual es plausible de transformaciones y nos exige el ejercicio de tomas de decisiones respecto de las coordenadas disciplinares de nuestro posicionamiento.
Bibliografía
Barrault, O. (2008). Atravesar lo comunitario. Una experiencia desde la psicología comunitaria. En III Foro de trabajo comunitario. Cátedra de estrategias de intervención comunitaria. Facultad de Psicología. UNC.
Colectivo Juguetes Perdidos (2014) Barttolotta, L.; Sarrais Alier, G.; Gago, I. Quién lleva la gorra: violencia, nuevos barrios y pibes silvestres. Buenos Aires, Tinta Limón
De Martino Bermúdez, M. (2003). “Modos de Vida en un Mundo Global. Transformaciones en el mundo del trabajo desde una perspectiva de género. Ciudadanías femeninas cercenadas”.
Etchebere, M.; González Romano, B. (2014). Ateneo sobre afectividad. Residencia de Psicología Comunitaria. Salta: [no publicado]
Fuks, S. (s.f.). Editorial del Número Especial. Universidad Nacional de Rosario. Recuperado el 27 de noviembre de 2010
Martín-Baró, I. (1983). Acción e ideología. Psicología social desde Centroamérica. San Salvador: UCA Editores.
Montero, M. (2004). Relaciones Entre Psicología Social Comunitaria, Psicología Crítica y Psicología de la Liberación: Una Respuesta Latinoamericana. Psykhe (Santiago), 13(2), 17-28. Recuperado en 11 de junio de 2016, de http://www.scielo.cl/
Montero, M. (2005). La problematización como aspecto crítico en el proceso de liberación. Universidad Central de Venezuela.
Zaldúa (2011). Escenarios contemporáneos de subjetivación. El trabajo y el género en la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria.
Zaldúa G., Pawlowicz M.P., Lenta M., Bottinelli M.M., Longo R., Sopransi M.B., Moschella R., Tortosa P. (2014). Territorios y actores/as sociales: desafíos en el derecho a la salud en la zona sur de la CABA. Trabajo libre presentado en el VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica de Profesional en Psicología. Secretaría de Investigaciones de la Facultad de Psicología (UBA), Buenos Aires.
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