Tejedorxs de Caminos… Tensiones políticas e intervención.
- Estefanía di Pasquo
- 2 may 2017
- 8 Min. de lectura

El siguiente escrito pretende sumar algunas reflexiones en torno a los modos de intervención como psicóloga comunitaria inserta en un Centro de Salud (CS) de un barrio de la zona sur de la capital salteña, por ende, esto implica pensar las intervenciones también como parte efectora del Estado, con la complejidad y responsabilidad que esto conlleva.
Así como fue expresado en los escritos anteriores, las lecturas realizadas sobre los procesos deben ser contextualizadas desde mi doble inserción (Residencia, CS), ubicadas en un tiempo socio histórico y político determinados y situadas, ancladas, en un territorio preciso, es decir, estas lecturas no pretenden ser consideradas como universales, ni verdaderas, sino más bien, se presentan como una mirada posible, una mirada capaz de transformarse. Remarcando a su vez, que se ha realizado desde configuraciones, desde experiencias vividas y desde un modo singular de leer la realidad, en el que se juegan limitaciones, aperturas, inquietudes y posicionamientos.
En este trabajo, entonces, se presentarán algunas líneas de análisis sobre el trabajo que se viene realizando junto a un grupo de mujeres del Barrio Finca Valdivia (zona sur de la ciudad de Salta). Principalmente se problematizarán los modos de intervención, por lo que cuestiones como el ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo? y ¿con quiénes? serán preguntas que guiarán de forma más o menos explícita el escrito.
“Tejedorxs de Caminos”

Foto de diario “El Tribuno” 06.10.2016
El proceso con este grupo de mujeres comienza en marzo del 2016 cuando en el marco de una “Feria de la Mujer” realizada en el Bº Finca Valdivia conocimos a un grupo de mujeres (pertenecientes al Movimiento de la Corriente Clasista y Combativa - CCC) que estando insertas en el Programa Argentina Trabaja (programa social que se implementa desde el Ministerio de Desarrollo Social de Nación, destinado a hombres y mujeres que no cuentan con un trabajo formal ni ingresos en blanco. Sus titulares tiene como tarea, llevar a cabo mejoras de infraestructura en barrios y a su vez, adquieren capacitaciones en temas específicos como plomería, electricidad, entre otros. Por el tiempo dedicado a capacitarse, se les proporciona un ingreso mensual), solicitaron capacitarse para abordar la problemática de Violencia Intrafamiliar y la prevención de adicciones en los jóvenes del Barrio. A partir de ahí comenzamos a reunirnos, junto a la trabajadora social (Lic. Fabiana García) y ellas para trabajar estas y otras temáticas que fueron surgiendo en el proceso.
“No..., no somos 13, somos 100”. A problemas colectivos… respuestas colectivas. Movimientos sociales y producción de subjetividad.
Luego de mi Rotación Rural (Instancia de aprendizaje que se enmarca dentro del Programa Académico de la Residencia de Psicología Comunitaria), en la que me ausenté del CS y de la comunidad por 4 semanas, encontré a muchas de las mujeres del grupo pasando por un momento de incertidumbre en relación a su trabajo. Según unas nuevas disposiciones se debían cerrar las cooperativas de trabajo y en un periodo de dos semanas tendrían que presentar proyectos de micro emprendimientos que serían evaluados. A su vez, les habían informado que se garantizaban los sueldos hasta fin de año, y de ahí en adelante, sólo los emprendimientos que trabajen y con los que puedan ganar menos de 6 mil pesos (por persona) por mes, seguirían cobrando.
Junto a las mujeres que asistieron aquel día, dialogamos ampliamente sobre el tema y Fabiana (Trabajadora Social del CS), con la intención de ayudarlas a armar el micro emprendimiento, propuso pensar un proyecto con las 13 mujeres que conformaban las “Tejedorxs de Caminos”. En ese momento una de las integrantes del grupo responde: “No Fabi, no somos 13, somos 100”. Este comentario me impactó. En una sociedad capitalista e individualista en la que se prioriza la propia seguridad y bienestar frente al resto, esta mujer plantea que el problema no es del pequeño grupo, ni de ella, sino de todas las demás personas que integran las cooperativas. Parece haber un cambio de un “nosotras-reducido” (las Tejedoras) a un “nosotras- extendido”, que incluía al resto de cooperativistas que no pertenecen al movimiento de la CCC. En este sentido me pregunto si el pertenecer a un Movimiento Social podría haber construido este sentido más colectivo (¿más comunitario?) de pensar-se. ¿Qué modos de producción de la subjetividad se pueden pensar en estas mujeres?
En este punto, me interesa retomar unos fragmentos de Maite Rodigou Nocetti (1999) y de Álvaro García Linera (2006), quienes me brindan algunas pistas para pensar los modos identificatorios que se dan en los movimientos colectivos:
“En estas prácticas enunciatorias, que además se van produciendo particulares modos de subjetivación, es decir, los sujetos van produciéndose, van creando nuevas identidades individuales y colectivas que se oponen o son alternativas a los modos de subjetivación en donde se los construye desde “afuera” (desde las “buenas intenciones”: como víctimas, indefensos, pobres, o desde las “otras intenciones”: como desviados, peligrosos, asociables, etc.)” (Rodrigou Nocetti, M. 1999:6)
“(…) son identidades emergentes que van dando cuerpo discursivo e incluso simbólico a cada acción colectiva, a cada protesta. Son micro identidades y micro procedencias sociales y culturales, pero ahora actúan como cuerpo social movilizado, con un norte político” (García Linera, A. 2006: 101)’’
De aquí en adelante, a modo de intervención, nos limitamos a acompañar el proceso, y a escuchar las lecturas que ellas realizaban sobre estas nuevas disposiciones.
“Mil ollas populares”
La semana siguiente, el día en el que habíamos acordado encontrarnos me avisan “Estamos cortando la ruta 26”, esta ruta es una de las que divide nuestra área de responsabilidad. En este punto comencé fuertemente a preguntarme sobre mi rol allí, ¿en carácter de qué estaría yendo? ¿por qué una psicóloga comunitaria se acercaría a un evento de éste estilo? ¿qué tiene que ver este hecho con la Salud Pública? Y algunas de las respuestas que ensayaba tenían que ver con el malestar que aquejaba a éste grupo de mujeres, con poder acompañar los modos de tramitar más colectivamente estos malestares, indagar las formas en las que estas experiencias pueden generar transformaciones (producción de subjetividad) y cómo a la vez, se posicionan como mujeres que deciden salir a las calles (espacio público) y visibilizar la problemática, identificando que no es un problema individual, de unxs pocxs, sino que es una problemática que atraviesa a muchxs y que ubica al Estado como responsable y al cual le reclaman respuesta y a ellas como actores sociales.
A su vez, me pregunto si acercarnos desde el área de salud pública a un evento signado por banderas partidarias, por reclamos políticos es un ámbito que no nos compete. Muchas veces escuchamos el término política y nos parece conveniente no acercarnos demasiado, sin embargo, ¿qué estamos entendiendo por política? ¿Nuestro trabajo como efectores del Estado no tiene que ver acaso con políticas? ¿Nuestras intervenciones no se sostienen también por políticas? ¿Nuestro posicionamiento no es también político?
Al llegar a la ruta, las encontré cubriéndose del sol del mediodía debajo de los árboles. Algunas estaban paradas conversando con otrxs, otras estaban sentadas tejiendo, otras con sus hijxs y sus parejas, no estaban solas, había muchas más mujeres y hombres. Cuando me ven allí se asombran “Estefi te viniste hasta acá!”, les dije que sí, que me habían avisado que estaban allí y que quería saber cómo estaban y por qué habían decidido cortar la ruta, entre las respuestas aparecieron:
“Este corte es a nivel nacional, lo organiza la CCC y se suman otras organizaciones”
“Es para pedir una ley de emergencia y por la pobreza”
“También es por lo que quieren cerrar las cooperativas. En este momento están reunidos los presidentes de las cooperativas, están pensando en presentar una contrapropuesta, para pedir que nos capaciten para armar un proyecto de micro emprendimiento, si nosotras no sabemos cómo se hace. Que primero nos digan cómo hacerlo y después vemos en que lo queremos hacer”
En los siguientes encuentros que tuvimos, fue interesante apreciar las formas de organización que se planteaban, los tiempos, las urgencias, y los modos de dar respuesta a este pedido tan difícil de responder, ya que como decía una de ellas:
“No es momento de ponerse a vender empanadas, porque quién te las va a comprar, si nadie compra nada ahora, ¿qué haces si se funde? Te dejan sin nada” (Mujer, 29 años)
Algunas de las lecturas que se escuchaban en relación a estas nuevas disposiciones tenían que ver con que era una estrategia para frenar cualquier pedido de aumento de los planes; también decían que era un intento de dividirlas (al cerrar las cooperativas) y por ende quitarles lo potencialmente peligroso de que estén juntas, y que este pedido de armar algo nuevo tenía que ver con hacer una especie de revuelo que quedaría en la nada. Considero que en estos dichos y lecturas también se juega un transitar en el movimiento social, en haber tenido experiencias similares en relación a demandas por parte del Estado y a reclamos hacia el mismo. Pero, sobre todo, parecen dar cuenta de experiencias que han transitado con otrxs.
Y en ésta línea, también fui resignificando algunas palabras que ellas habían dicho en relación al trabajo en las cooperativas de Argentina Trabaja. Por un lado, las cooperativas dependían de que el Estado les brindara trabajo, es decir, gestionar obras de construcción o reparaciones o ampliaciones en las cuales las cooperativas pudieran trabajar, sin embargo, hacía ya muchos meses que no les ingresaban trabajos para hacer, y hoy eso es leído simplemente como que “cobran sin trabajar”. Quizás sea posible anudar esta lectura con los lineamientos de “sinceramiento” que se expresan desde el gobierno nacional, y los más de 150.000 despidos (entre puestos públicos y privados) a los que denunciaban de “ñoquis”.
A su vez, en ellas también aparecía la contradicción de luchar por las cooperativas y por mantenerse en el programa, reconociendo la precarización laboral que esto implica y el uso que el Estado realiza de su trabajo.
“Un albañil no cobra lo que nosotras cobramos acá, afuera se puede cobrar más del doble… pero bueno, es lo que hay por ahora.” (mujer 30 años, Bº Finca Valdivia)
Retomo aquí algunas reflexiones de Rodigou Nocetti (1999) en la que analiza algunos puntos en relación a las personas beneficiarias de programas y planes sociales:
“Entonces, a estos sectores sociales, a estos grupos poblacionales, se los define desde determinados lugares, se les asignan determinadas necesidades y de la misma forma, se plantean cuáles satisfactores son los que deben y pueden recibir y en qué medida (cuánto). En este sentido, son sujetos enunciados, definidos, nombrados de determinada manera; la pregunta es ¿cómo se los enuncia? ¿quiénes determinan lo que necesitan?” (4)
En este contexto, nuestros talleres quedaron suspendidos, es decir, si bien nos reuníamos ya no estábamos trabajando sobre lo planificado. Nosotras estábamos preocupadas por la continuidad o no de su fuente de ingreso, sin embargo, escuchándolas identificamos que, aunque ellas también estaban muy preocupadas, no nos necesitaban para el armado del proyecto o para resolver esa situación, ya que la confianza puesta en los modos de resolver colectivamente, a través del movimiento, les brindaban tranquilidad (aunque también aparecían algunas tensiones en relación a los modos de dar respuesta); sabían que como movimiento tenían/tienen herramientas con las cuales poder exigir y negociar con el Estado, tenían/tienen historia y en eso se confiaban/confían. En ese momento, luego de hablarlo con ellas y mostrarnos disponibles, continuamos con nuestros talleres.
Finalmente, luego de muchas reuniones, los pedidos de estos proyectos quedaron frenados, en principio se les concedió una prórroga, que fue pedido por lxs referentes de las cooperativas, y además se les informó que recibirían capacitación sobre el armado y confección de micro emprendimientos, algo que también fue solicitado por éstxs.
Reflexiones en torno a la experiencia
“Elucidar es el trabajo por el cual los hombres intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan”
Cornelius Castoriadis
Considero que este concepto acuñado por Castoriadis es apropiado a la hora de analizar nuestras intervenciones. El pensar desde dónde intervenimos, qué imaginarios se nos juegan, identificar nuestras limitaciones, compartir miradas con otrxs que nos ayuden a conmover nuestras certezas y seguridades son cuestiones a tener en cuenta cuando trabajamos con otrxs. Elucidar nuestras prácticas nos permite darnos cuenta desde dónde estamos trabajando, cómo estamos pensando.
A su vez, considero importante el estar abiertxs al conocimiento, a entender que el saber circula por muchos espacios que exceden los ámbitos académicos. En este caso en particular, pudimos, junto a la Trabajadora Social, aprender de los modos organizativos de este grupo de mujeres, aprender de sus experiencias previas y de sus lecturas. Acompañarlas desde lo que teníamos y a su vez, saber corrernos de ese lugar de saber en el que muchas veces nos ubicamos y somos ubicadxs. En este caso, pudimos decir que no sabemos sobre algunos temas, y pudimos quedarnos pese a eso.
Considero que no excluirnos de esos espacios que no son los habituales, también nos abre la posibilidad a nuevos espacios de intervención y al ser intervenidxs por otrxs.
Bibliografía
García Linera, A. (2006) La Política de los movimientos sociales en Bolivia. Diálogo con Álvaro García Linera. Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Número 25, Quito.
Rodigou Nocetti, M. (1999) Necesidades, acción comunitaria e intervención. Ponencia en presentación a concurso de Estrategias de Intervención Comunitaria. Facultad de Filosofía y Humanidades. Escuela de Psicología. Córdoba.
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