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El lugar de nuestras intervenciones en las políticas públicas: ¿ejecutar o deconstruir?

  • Lic. Ana Fayos
  • 22 may 2017
  • 8 Min. de lectura


El presente escrito surge de una lectura en proceso de mis intervenciones en un espacio y equipo de Consejería en Salud Sexual y Reproductiva en un centro de salud de zona oeste de la ciudad de Salta, a partir de mi inserción y participación en el mismo.

La Consejería nace en el año 2013. Está conformada por un equipo interdisciplinario. Hasta el 2016, formaron parte de la misma:

  • Psicólogas

  • Médica de Familia

  • Odontólogas

  • Administrativa (y enfermera)

  • Trabajadora Social

  • Nutricionista

  • Pediatra

Sin embargo, tres de ellas fueron trasladadas, quedando sólo las psicólogas, odontólogas, administrativa y pediatra.


Cabe resaltar aquí que, por un lado, el estar inserta en un centro de salud hace que mi participación y mi lectura estén atravesadas por la condición de efectora del Estado; y, por otro lado, las consejerías se constituyen (en parte) desde los lineamientos del Programa Nacional y Provincial de Salud Sexual y Procreación Responsable. Esto hace que resulte fundamental reflexionar acerca de las políticas públicas y, en este caso, acerca de cómo intervenimos desde nuestros lugares, en la implementación y/o construcción de las mismas, sobre todo en relación a lxs adolescentes, que constituyen la población más numerosa en nuestra área de responsabilidad.


Cabe preguntarse ¿Por qué si constituyen nuestra población más numerosa hay muchxs a lxs que todavía no llegamos o, mejor dicho, llegamos, pero con miradas adultocéntricas? ¿y por qué no llegan tampoco ellxs al centro de salud? ¿Por qué nos cuesta tanto, como adultxs, pensar/hacer con ellxs? En un contexto de políticas que se han construido en torno a estos grupos, ¿por qué aún se observan dificultades en el acceso a un derecho como la salud? ¿qué políticas construimos nosotrxs, como efectores de salud, en cada lugar en donde estamos? ¿Por qué, incluso existiendo un espacio en el centro de salud que trabaja, en su mayoría, con jóvenes, siguen existiendo obstáculos, aún dentro del mismo, para el acceso de estxs a los servicios de salud, y el acceso de nosotrxs a ellxs como verdaderos actorxs sociales, autónomos y capaces? ¿Siguen existiendo brechas entre la formulación y la implementación de las políticas públicas? ¿Qué tenemos que ver nosotrxs, como efectorxs del Estado en esto?


Es posible tomar, aquí, los aportes de Gimenez, quien define la ejecución “(…) como puesta en práctica, (…) la puesta en práctica tiene que ver con la posibilidad de dar vida, de viabilizar algo. Pero también se habla de ejecución cuando se da muerte a algo.” (2006:2)

La implementación de las políticas públicas le da vida, le da realidad a los diseños. Pero también cuántas veces en su puesta en prácticas los proyectos son heridos de muerte, así como las intenciones que los fundaban, y no pocas veces son heridos de muerte los propios sujetos beneficiarios de esas políticas, o los agentes que las ejecutan. De esto es lo que muchas veces nos encargamos en la práctica concreta los psicólogos comunitarios, gente herida. (2006:2)

¿Cómo evitar, entonces, que en el momento de la ejecución los proyectos no sean heridos de muerte?

Si construimos representaciones sobre lxs jóvenes desde las juventudes que nos habitan ¿qué juventudes nos habitan? ¿Sólo las propias o también aquellas con las que nos encontramos y nos transforman y co-construyen? Nuestras propias juventudes nos atraviesan y condicionan:


“- ¡Qué difícil! ¿Nosotros habremos sido asi?

-Sí, así éramos. Pero ahora estamos viejas y nos cuesta.” (Conversación entre miembros del equipo de salud)


Pero en las preguntas, nos habilitamos a poner dichas juventudes en cuestión, las nuestras y otras que quizás nos preceden. Y nos vamos encontrando con otras. Aquellas diversas con las que trabajamos, las que construyen los medios, la que construye el Estado a través de sus discursos y sus políticas públicas. Y en esa urdimbre de relaciones y juventudes, construimos nuestras percepciones de las mismas. Y considero que esto también fue una intervención. Preguntar, poner a jugar mi registro de las actividades, habilitó un espacio de discusión en donde estas preguntas propias dieron lugar a las de otrxs, que también se permitieron historizar acerca de sus juventudes, cuestionarse, repensarse.


En la consejería me fui encontrando con una gran diversidad de miradas acerca de lxs jóvenes. Pero mi análisis no pretende quedarse en el mero reconocimiento de esta diversidad. Mi interés apunta a poder reflexionar sobre cómo ésta atraviesa la construcción e implementación de políticas en los lugares en los que estamos.


Es ahí donde pretendí y pretendo seguir apostando a la instalación de la pregunta, del cuestionamiento, de buscar los caminos del laberinto (las personas en este caso) que posibilitan nuevas aperturas. En un contexto en constante movimiento, las intervenciones también parecen moverse de manera turbulenta, y quedar ahí, replicando, para aparecer en efectos a veces inesperados, a veces indeseados y que producen mucho malestar, pero a veces o en otros lugares posibilitando el encuentro con otras personas, que eligen también construir posicionamientos con otrxs.


Es posible pensar aquí en la noción de agentes planteada por Giddens que retoma Omar Tobío, que propone a los mismos:


“(…) como autores de los sucesos en tanto éstos actúan de una determinada manera, pudiendo hacerlo de otras diferentes (…), si el agente no hubiese intervenido las cosas tal vez no hubiesen acaecido, o no se hubieran desplegado del modo en que lo hicieron. (…) la capacidad de actuar no está asociada a intenciones: se puede ser autor de un hecho sin habérselo propuesto o los hechos pueden asumir un carácter diferente al inicialmente concebido.” (2011:35)


Es en esa línea como vengo pensando la compleja idea de intervención y, sobre todo, de mis intervenciones en algunos espacios como el de la consejería, teniendo en cuenta que el mismo ya que está consolidado desde hace ya varios años, y más allá de las reflexiones y preguntas que se abren en torno a algunos temas, hay modos instalados de funcionar. Por eso considero que explicitar mi posicionamiento ahí, tanto en relación a la salud sexual como a lxs jóvenes, es una fuerte decisión, que en el mismo movimiento que deja por fuera innumerables posibilidades, abre a otras diferentes a las naturalizadas, instala algo distinto. Y tiene que ver, además, con una intencionalidad, de poner en tensión y deconstruir las políticas que bajan como lineamientos del Estado, para construirlas de manera más situada.


En relación a las políticas públicas, dice Gimenez (2006):


(…) se visibilizan contradicciones entre lo que se dice y lo que efectivamente se hace. Y esas contradicciones para nosotros lejos de ser elementos para culpabilizar de alguna manera a los actores, son fuente de conocimiento. Posibilitan ver aspectos que de otra manera no podrían ser percibidos. (2006:2)


En una reunión del equipo de consejería, comentábamos sobre las cuestiones territoriales que se ponen en juego en algunxs jóvenes a la hora de ir al centro de salud, por lo que se ven imposibilitadxs a llegar.

¿Cuáles son, entonces, las alternativas de las políticas públicas? Me animo a responder: no están preestablecidas. Si bien las políticas establecen, como en el decir de Giddens a través de Tobío, un margen de movimiento, a las alternativas las construimos, pero la posibilidad de deconstruirlas y construirlas es una decisión, decisión que tomamos como efectores del Estado.



Los centros de salud, como centros de atención primaria para cumplir sus objetivos deben pensarse como espacios de salud, de potencias, de prevención y promoción, además de lugares que atienden enfermedades. Ante esto, contamos no solo con los objetivos, lineamientos normativas presentes en la institución salud sino con las personas, lxs efectores de salud que efectivizan todas estas normativas. (Lopez Soto, 2016, recuperado en http://repsicom.wixsite.com/blog-repsicom/singlepost/2016/08/22/MIRADAS-ENCONTRADAS-DI%C3%81LOGOS-ENTRESALUD-Y-ADOLESCENCIAS)

Y me respondo, ante aquella pregunta surgida en relación a lxs jóvenes “a lxs que no llegamos”: la alternativa, considero, es salir a encontrarnos con ellxs.


Dice Gonzalez Rey (2013):


Las políticas se tienen que entrosar en un tejido social vivo que genera alternativa frente a la política, y donde la política pasa a ser un artefacto de la configuración social de la política. No se reducen a la trama simbólico discursiva, sino que traen, integran y desdoblan los procesos complejos de la emocionalidad, la imaginación y la fantasía que caracterizan los procesos humanos.


Pero como equipo ¿qué políticas estamos construyendo? ¿Y qué subjetividades se producen reproducen con esas políticas? ¿Desde qué dispositivos?


“(…) Víctor Giorgi (…) Propone pensar las políticas sociales como productoras de subjetividad y al mismo tiempo, la dimensión de la subjetividad presente en las políticas públicas y sociales.” (Gimenez, 2006:3)


La subjetividad que se genera a partir de la implementación va a depender de una suma de factores, de una interrelación compleja de factores, dentro de los cuales uno de ellos es la subjetividad explícita e implícita en la propuesta. En esta línea podemos suponer que los efectos que las políticas sociales generan a nivel de la subjetividad superan las intencionalidades e incluso estos efectos pueden incidir hacia atrás en las propias intencionalidades que le dieron origen. (2006:3)


Y la propuesta que llevamos desde la consejería es, en principio, un espacio de accesibilidad a los derechos sexuales y reproductivos, espacio de escucha y de acceso a información, de acompañamiento.

A su vez, acercarnos con estas propuestas al Colegio Secundario de la zona hizo posible la construcción de vínculos con la institución y, sobre todo, con lxs adolescentes que concurren a la misma. Esto tuvo como efecto un aumento en el número de consultas en el centro de salud por parte de estxs adolescentes. Lo cual me lleva a considerar, como ya lo había planteado en mi LRC (Lectura de la Realidad Comunitaria), lo fundamental de la construcción de dichos vínculos.


“Este año se hicieron notar, se notó su presencia en el colegio y eso fue muy bueno” (Mujer referente del colegio secundario)


Considero que esta disponibilidad a la que nos habilitamos como equipo, y la continuidad de nuestra presencia allí, dio lugar a la posibilidad de que los vínculos se vuelvan más estrechos. Y todo esto, a su vez, va construyendo nuevas representaciones sobre la consejería.

Consejería no es solo información, métodos, derechos. Es también espacio de escucha, confianza, acompañamiento, disponibilidad.

Y esto es, para mí, accesibilidad, acceso a la salud, acceso a nuestro centro de salud, esto es deconstruir y construir política pública, y posibilidad de apropiarse de este lugar al que tanto se dice que tienen derecho y sin embargo, poco lxs vemos por ahí.



Visibilizar esto, considero, también es parte del campo de intervenciones que voy construyendo desde mi rol como psicóloga comunitaria.

Preguntarnos acerca de qué tenemos que ver nosotrxs como trabajadorxs del Estado en la implementación y/o construcción de políticas públicas, en este caso, vinculadas a la salud y derechos sexuales y reproductivos, nos permite ir armando nuestro propio posicionamiento, nuestros propios modos de hacer, cuestionándonos y cuestionando las maneras establecidas de funcionar, tanto de quienes toman las decisiones sobre las políticas y cómo implementarlas, así como nuestros modos aprendidos. Y, a partir de allí, construir formas de implementación más contextualizadas, que acorten las brechas entre las políticas y las personas de cada comunidad.

Es un desafío que continúa y continuará, pero siempre articulado a la posibilidad de construir y sostener equipos, equipos estos que a veces se ven desarmados por ciertas decisiones de poder, tal como fue mencionado al inicio, generando también esto, barreras a la implementación de políticas públicas y, del mismo modo, a la accesibilidad a Derechos.

Resulta fundamental el trabajo interdisciplinario, así como los espacios de discusión y reflexión que permitan a los equipos como el de la consejería, poder detenernos en cada momento a pensar y pensarnos en nuestro trabajo, en nuestro rol, en nuestra responsabilidad como efectores del Estado que no sólo se encargan de implementar la políticas que llegan, sino que también, considero, participan activamente en su construcción, ya que generan, en cada lugar, y en cada vez, nuevos modos de hacerlas efectivas.


Bibliografía

  • Gimenez, L. (2006). Una mirada desde la Psicología Comunitaria a la implementación de Políticas Sociales. Universidad de la República.

  • Gonzalez Rey, F. (2013). Lo social, la subjetividad y la acción comunitaria. Conferencia en el IV Congreso Internacional de Intervención y Praxis Comunitaria. Chile.

  • López Soto, A. (2016). Miradas encontradas. Diálogos entre salud y adolescencias. Recuperado en http://repsicom.wixsite.com/blog-repsicom/singlepost/2016/08/22/MIRADAS-ENCONTRADAS-DI%C3%81LOGOS-ENTRE-SALUD-YADOLESCENCIAS

  • Tobío, O. (2011). Territorios de la incertidumbre. Apuntes para una geografía social. UNSAM EDITA: Buenos Aires.

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