El desafío de construir nuevos agenciamientos en salud
- Psic. Fernanda Robles
- 7 jun 2017
- 6 Min. de lectura

La filosofía no está para tranquilizar nuestras conciencias,
para que nuestra razón se sienta en "casa",
sino que es una caja de herramientas. (Nietszche, s/f).
Pensar en el sentido de nuestras producciones escritas, permite enfocarnos en la redacción de ciertas líneas de análisis susceptibles de instituir modos de hacer, no como recetas o pasos a seguir, sino más bien como herramientas para futuras intervenciones.
En relación a estos modos de hacer, es que procuro repensar un proyecto específico del centro de salud del que formo parte, con el objetivo de ver más allá de sus resultados concretos. Dicho proyecto se titula “Resignificando la salud desde el enfoque generacional” y tiene como objetivo principal construir definiciones de salud desde la percepción de los diferentes grupos generacionales presentes en la comunidad. Estas definiciones, serán públicas en las paredes de nuestra Institución procurando que los participantes puedan sentirse protagonistas en cuestiones relativas a su salud.
El proyecto fue pensado teniendo en cuenta que los significados de la palabra Salud han tenido modificaciones a través de la historia, desde los diferentes paradigmas a los que se vio expuesta. No solo desde el modelo medico hegemónico, sino también desde las diferentes corrientes del pensamiento filosófico, los acontecimientos históricos y un sinfín de cuestiones sociales y políticas que han condicionado y siguen condicionando nuestros modelos de atención.
Por tales motivos, procuramos fomentar espacios de construcción colectiva de definiciones de Salud, rescatando los lenguajes propios de cada generación. Esto nos puede permitir acercarnos a estrategias de cuidados de la Salud, acordes a las percepciones específicas de esta comunidad. Ahora bien al comenzar la difusión del proyecto, decidimos trabajarlo en un primer momento a adolescentes de un colegio secundario, luego a niños en sala de espera y por ultimo a mujeres en un festejo del día de la madre, consultándoles que es para ellos la “salud”.
En primer lugar, la mayoría de los adolescentes centraron sus respuestas en cuestiones relacionadas a lo físico, destacándose principalmente “la ausencia de enfermedad” y la importancia de “la buena alimentación y el ejercicio”. Muy pocos fueron los entrevistados que asociaron la salud con cuestiones que vayan más allá de lo físico como el “sentirse bien” o “estar sano emocionalmente”.
En segundo lugar, para el taller con niños se pensaron preguntas más específicas considerando que por la diversidad de edades algunos necesitarían asociar el concepto “salud” a cuestiones más concretas. Motivo por el cual se trabajó con las siguientes consignas ¿a qué les suena la palabra salud? ¿Cuándo una persona está sana? ¿Qué tenemos que hacer para estar sano?, entre otras. En este caso, los niños asociaron las preguntas de forma directa con cuestiones relacionadas a la enfermedad, destacándose las atenciones médicas, las curaciones y los contagios.
“si no te lavas las manos te podes contagiar de alguna enfermedad” (niña de 6 años).
“La odontóloga saca los dientes” (niño de 7 años).
“Las enfermeras te ponen vacunas cuando estas enfermo” (niño de 5 años).

Al consultarles sobre cuando una persona está sana, destacaron acciones como comer bien, cepillarse los dientes, estar limpitos, lavarse las manos. Nos costó mucho ir más allá de estas cuestiones relacionadas con lo corporal y lo patológico. Finalmente logramos asociar la salud con cuestiones más relacionadas con lo positivo, entre ella el reír, la vida, la alegría y actividades que den cuenta de esa vitalidad como el “jugar”, el “ir a la plaza” y el “ir a la escuela”.

Las respuestas obtenidas y la dificultad para construirlas en muchos casos, me llevo a pensar que mostramos o que discursos promovemos desde las instituciones referentes de salud, que dan lugar a estas visiones de salud centradas, en algunos casos solamente en lo físico y en otros en la enfermedad.
Deleuze define el agenciamiento como: “una multiplicidad que comporta muchos géneros heterogéneos y que establece uniones, relaciones entre ellos, a través de edades, de sexos y de reinos de diferentes naturalezas. Lo importante no son las filiaciones sino las alianzas y las aleaciones; ni tampoco las herencias o las descendencias sino los contagios, las epidemias, el viento”.
Si pensamos en el proceso Salud-enfermedad-atención, podríamos considerar estos conceptos como partes de una estructura jerárquica, que si bien propone la atención primaria, como estrategia de intervención efectiva para el trabajo en un primer nivel de atención, termina centrando sus prácticas en la atención de pacientes. Relegando muchas veces la promoción de la salud a un segundo plano.
Si pensamos en la triada “salud enfermedad atención” como una estructura homogénea, que centra sus prácticas en la asistencia, cabe preguntarnos ¿que otro tipo de prácticas en salud puede generar otros devenires? Devenires que contrarios a un fin último como la ‘asistencia’, procuren mejor nuestra ‘existencia’. Dando lugar a formas de subjetivación, en las que nuestra salud no sea vista como estado, sino más bien como un proceso que varía en base a lo dinámico de nuestro ser personas.

Como agentes efectores de salud tenemos la posibilidad de reproducir este tipo de estructuras en nuestras prácticas, centrando nuestras intervenciones en “asistir a pacientes” y resolver problemas específicos de un territorio determinado, o pensar en la posibilidad de instituir nuevos agenciamientos centrados en un co-funcionamiento entre elementos heterogéneos “salud –enfermedad-atención” para animarnos a crear nuevos devenires. Devenires en los que el acento pueda estar puesto en la salud como proceso, como construcción colectiva a definir y no como un estado determinado a priori.

Si consideramos que un agenciamiento hace funcionar a elementos heterogéneos entre sí como la salud, el bienestar, las prácticas de libertad y de cuidados, a su vez, cada elemento más que una entidad fija es una multiplicidad real o potencial. Es posible pensar en el devenir de nuevos agenciamientos en relación a “salud” que en vez de unirse a “enfermedad” se liguen a prácticas de libertad, en las que la comunidad pueda decidir por sí misma, las prácticas de cuidado que les generen el bienestar.
El proyecto “resignificando la salud”, generó en nuestro equipo de trabajo grandes aprendizajes. Preguntarles a las mujeres, en un festejo mateada de por medio, como definen ellas la salud, nos permitió aprender un poco de lo que ellas hacen para mantener o mejorar su salud. Mostrándonos la importancia de revalorizar sus estrategias antes de “educar para la salud”
En este sentido, como psicólogas comunitarias nuestras intervenciones en redes podrían promover líneas de encuentro, desde la construcción de vínculos posibilitadores de nuevas prácticas de salud, que vayan más allá de la prevención de enfermedades. En este sentido las relaciones inteinstitucionales e intersectoriales, sostenidas a través de vínculos entre personas, podrían ser vistas como líneas de fuga que den lugar a la generación de nuevos agenciamientos, centrados en la construcción de nuevos devenires.
Deleuze (1980) afirma: “Vivimos en un mundo más bien desagradable, en el que no sólo las personas, sino también los poderes establecidos, tienen interés en comunicarnos afectos tristes. La tristeza, los afectos tristes son todos aquéllos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos. Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos.” (pág. 71).
Quizás sus aportes nos puedan ayudar a pensar en qué de nuestras prácticas da lugar a la reproducción de afectos tristes, a la asociación directa entre salud y enfermedad, no como elementos heterogéneos sino como una misma cosa. ¿Que hace que nos cueste menos como efectores de salud dedicarnos a la asistencia de enfermedades que a la promoción de la salud?

Por ejemplo, en el proyecto: “Manos Limpitas” que desarrollamos en la escuela primaria “Campaña del Desierto” se promueve el lavado de manos como la manera más efectiva de prevenir enfermedades y nos cuesta mucho menos hablar sobre ellas, que sobre salud. En el mismo sentido, cuando realizamos acciones de prevención, en muchos casos tendemos a destacar patologías y sus consecuencias, antes que a centrar nuestras intervenciones en la importancia de instruir prácticas de cuidado.
Ante estas modalidades de trabajo, cabe preguntarnos ¿Qué producen y que reproduce nuestras intervenciones? Hasta qué punto nuestras concepciones de salud se asocian en forma directa con lo patológico, dejando de lado cuestiones específicas como el bienestar, la alegría, la satisfacción y el cuidado de uno mismo.
Deleuze propone considerar los afectos como afecciones del cuerpo, que aumentan o disminuyen nuestra potencia, nuestra vitalidad. En relación a esto destaca como capacidades de los hombres libres: “El huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación”. (pág. 72).
Si pensamos en las capacidades de los hombres libres como aspectos potenciadores de salud y por otro lado, a los afectos tristes como productores de enfermedad. Cabe cuestionarnos nuestro rol en la producción de estos afectos en las intervenciones que realizamos a diario. ¿Con que frecuencia organizamos encuentros, promocionamos la generación de vínculos, fomentamos prácticas de libertad en las que las personas puedan decidir por ellas mismas como manejarse en determinadas situaciones? Y ¿con que frecuencia promocionamos afectos tristes, al culpabilizar elecciones, juzgar modos de vida o comparar su realidad con otras?
Para Deleuze cada elemento de un agenciamiento tendrá su devenir y el mismo ocurre por la circulación de afectos. Afectos que “unas veces nos debilitan, en la medida en que disminuyen nuestra potencia de obrar y descomponen nuestras relaciones ‘tristeza’, y otras nos hacen más fuertes, en la medida en que aumenta nuestra potencia y nos hacen entrar en un individuo más amplio o superior ‘alegría’ (pag.70)
Podríamos pensar en la circulación de afectos tristes que suelen generarse al trabajar cuestiones relacionadas con la enfermedad o las comúnmente llamadas patologías de época como el suicidio y la violencia. Ante ellas, la promoción de afectos alegres es un gran desafío… Enfocar nuestras intervenciones en la generación de prácticas productoras de salud, podría ser un camino posible ante el desborde que muchas veces generan en las instituciones de salud problemáticas complejas, que no pueden ser contenidas desde lo asistencial.
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