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“LA HORA DE LAS CHICAS”. UN ESPACIO DE EXPRESIÓN Y ESCUCHA

  • Lic. Noelia Cañizarez
  • 13 nov 2017
  • 6 Min. de lectura

El recorrido que voy a compartir a continuación, es parte del proceso que continuamos con el Equipo de Salud y una Escuela Primaria de la Ciudad de Salta en el presente año, luego de lo que pude compartir en un artículo de este mismo blog sobre lo realizado en el año 2016 “De la demanda a la intervención.” Una experiencia de articulación entre Salud y Educación.[1]

Desde marzo a mayo de 2017, compartimos diez encuentros con un grupo de niñas de 4° y 5° grado de turno mañana y tarde de la Escuela, junto a una docente, y del equipo del Centro de Salud la psicóloga, la trabajadora social, la jefa del servicio y residente de psicología comunitaria.

Esta posibilidad de trabajo conjunto surgió a partir de nuestro acercamiento a la Escuela desde una convocatoria de trabajo a Escuelas Promotoras de Salud del Barrio. Iniciamos este proceso con dos encuentros con docentes con quienes problematizamos las demandas y significaciones que atraviesan su rol y su desempeño docente, quedando así abierta la puerta para próximos proyectos conjuntos.

Esta escuela cuenta con jornada extendida, y dentro de su horario, lxs estudiantes almuerzan y tienen talleres de coro, robótica, diseño gráfico, entre otros. Y dentro de esta diversidad de talleres se encuentran algunos de oferta libre en la que lxs chicxs van rotando durante el año, cada taller dura un trimestre. Uno de esos, es llamado “Taller de Convivencia”, allí fuimos invitadas a participar, a partir de una decisión de las directivas de institucionalizar un espacio que se venía armando el año anterior por demanda de un grupo de estudiantes mujeres denominado “La hora de las chicas”. Este espacio surgió como posibilitador de encuentro entre chicas para hablar sobre cuestiones que les estaban pasando, temas de interés común, situaciones que les preocupen o simplemente como un espacio de encuentro y de expresión diferente al académico pero dentro del ámbito institucional.

En este año, la directora de la escuela decidió darle a este espacio emergente, un lugar dentro del cronograma escolar, y entonces se ubicó como un taller más, y estableció cuatro grupos: mujeres de 4° y 5° grado, mujeres de 6° y 7° grado, varones de 4° y 5° grado y varones de 6° y 7° grado, de turnos mañana y tarde. Me resultó muy interesante la apertura de la institución para habilitar espacios de esta índole, más allá de todas las dificultades, desafíos y obstáculos que se presentaron, lo considero muy potente como propuesta diferente. Interesante que una escuela, una directora, lo proponga.

Si bien nuestros objetivos como equipo de salud fueron aprovechar este espacio para poder problematizar diferentes temas con las chicas, e incluso ver qué aspectos o sentidos de la convivencia era lo que emergía para trabajar, también nos encontramos con las ideas de la docente y de la escuela sobre temas prefijados para el taller. Fue así que nos fuimos preguntando entre nosotras qué sentido tenían los talleres, qué entendíamos por convivencia, qué es lo que habría que “aprender” para la vida, sin dejar de lado que las niñas desde su edad y lugar están viviendo, viendo, sufriendo, riendo y resolviendo situaciones de su vida cotidiana, de la forma que van aprendiendo en la familia, en la escuela, en la calle, en los medios, etc.

Fue un desafío permanente para todo el equipo, por los temas, por la edad de las chicas, y así y todo fue una apuesta dirigida y focalizada que en el camino se fue encontrando con obstáculos y dificultades, satisfacciones y alegrías. Nos encontramos con lógicas institucionales diferentes, como los horarios (teníamos una hora semanal para los encuentros con las niñas), los cronogramas, las planificaciones detalladas de cada encuentro (encuentros con la docente de una hora y media aproximadamente semanal para planificación). Interrupciones en los talleres por parte de otras docentes, donde nos interrogamos sobre el lugar de las chicas, y de lxs niñxs en esas situaciones. ¿Qué lugar tienen? ¿Qué lugar les damos a lxs niñxs desde nuestro lugar de adultxs? ¿Qué lugar les damos a lxs niñxs desde nuestro lugar de instituciones? ¿Qué lugar tienen esas voces, sus preguntas, sus dudas, sus formas de construir el mundo y de construirse?

Encontrarnos con otrxs que piensan diferente o inclusive parecido pero desde otras lógicas, nos invita a pensar qué motivaciones tiene cada unx en su trabajo, en su estrategia, en su idea de trabajo con niñxs, qué pretende, qué objetivos, y cuánto se cuestiona. Y ver que en este encuentro podemos encontrar tanto limitaciones, como potencias.

Fuimos aprendiendo en el camino, en el proceso de planificación, ejecución y evaluación de los talleres, viendo cómo se da la dinámica del grupo, qué nos falta, qué nos sobra, qué buscamos y qué se da sin que busquemos. Nosotras llevamos ideas, que no siempre se dan de tal manera, “descongelamos”[2] los dispositivos. En el uno a uno, donde se puede (desde las limitaciones) llegar al otrx niñx desde otro lugar, no desde el experto que da una charla, sino desde el intercambio, desde las propuestas, desde la construcción del espacio entre todxs.

Encontrar esos espacios siempre es un desafío. Creo que la construcción de este espacio en particular es producto de un proceso de acercamiento a las instituciones, de una construcción de un vínculo interinstitucional, conversaciones, idas y venidas, intercambio de propuestas e ideas, de intencionalidades y de perspectivas. El equipo de salud desde la idea de salud como un derecho, lo mental en salud como importante, y la figura de un equipo de varias personas de otra institución, acercándose a otras instituciones y a otrxs que no sólo llegan con una “demanda” al Centro de Salud. Y ahí nos preguntamos también sobre los sentidos que tiene ese acercamiento para nosotrxs, para la escuela, para lxs niñxs y para lxs docentes.


A continuación, realizo una enumeración de los talleres para luego explicitar mi motivación para nombrarlos y por último comparto las reflexiones y aprendizajes que surgieron de ellos.

  • 1° Encuentro “Mi primer recuerdo”

  • 2° Encuentro “Día de desfile de animales y talentos”

  • 3° Encuentro “La máquina humana”

  • 4° Encuentro “El día de la fiesta”

  • 5° Encuentro “El día aburrido y divertido de la cartelera”

  • 6° Encuentro “Armamos las historias”

  • 7° Encuentro “Las chicas que se encuentran"

  • 8° Encuentro “El cuento del pozo”

  • 9° Encuentro “Un romance pasajero”

  • 10° Encuentro “Cierre”













Hago hincapié en los nombres de los encuentros porque fueron construidos y enunciados por las chicas del taller. En una ocasión aprovechamos para historizar el proceso y allí surgieron los nombres mencionados.

A lo largo del proceso fuimos a través de dinámicas lúdicas, conociéndonos, entre nosotras y entre ellas, (ya que no todas comparten el curso todos los días, si el taller), tratando temas como la comunicación y sus dificultades, las modalidades de expresión, el trabajo cooperativo. A medida que fuimos entablando una confianza grupal, pudimos establecer ciertos temas que les gustaría profundizar. Esto lo hicimos a partir del 6° encuentro en el que las chicas armaron historias con personajes y situaciones cotidianas de su edad. A partir de allí, hasta el final, los temas que surgieron fueron tales como los conflictos entre ellas, etiquetamientos, cuestiones de género, situaciones de las que no saben cómo salir, posibilidad de pedir ayuda, de acudir o no a adultxs referentes, las estrategias para solucionar lo que les va pasando en la vida, y cuestiones acerca del amor, de los vínculos y todo lo aprendido acerca de estos temas a lo largo de sus 9 o 10 años de vida. Estas últimas historias las trabajamos desde la representación, la puesta en escena de esas escenas (valga la redundancia) de su vida cotidiana.


Luego de este camino recorrido pudimos ver la relevancia de vivenciar, experienciar y pasar por el cuerpo aquello que vivimos cotidianamente, en un encuadre en el que se habilita y se propone ensayar posibles soluciones, posibles encuentros, posibles frustraciones y alegrías.

Si nos preguntamos qué buscábamos con los talleres, cuáles eran nuestras intenciones, sabemos que las preguntas y las respuestas fueron mutando en el camino, siempre teniendo presente el cuestionamiento constante de nuestras propuestas, ideas y posturas para que se posibilite la apertura y no el cierre de las discusiones y reflexiones que se fueron dando con las chicas.

Podemos tener ideas de lo que fue surgiendo, del registro de las necesidades de las chicas, de la escucha, de darnos los tiempos que hagan falta, que todas las voces importan, que se puede crear un espacio diferente dentro de lógicas institucionales, que se puede proponer otra mirada, otro enfoque, que se puede proponer el cuidado desde otras perspectivas, desde los quiebres. Que podemos darnos los tiempos para pensarnos, para conocernos, para preguntarnos qué queremos decir con la convivencia, que implica el vivir con, y cómo queremos vivir con. Cuestionarnos los roles esperados, impuestos por la sociedad, poder expresarnos, buscar entre muchxs formas de resolver conflictos, asumir los conflictos y las dificultades y ver de qué manera nos pensamos saludables.

Todas estas pueden ser intencionalidades de trabajo de un equipo de salud, pensando que todo eso puede ser saludable, como el respeto de las diversas opiniones, como la cooperación, como el poder problematizar las lógicas capitalistas que nos bloquean, como pensar la posibilidad de lo diverso, como la conexión con el/la otrx y la actitud crítica. Intencionalidades que no son ingenuas, sino que son fundamentos de una posición ética política.




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Di Nella, Y. (2010) Dispositivos congelados: Psicopolítica de la formación en psicología: Construcción de subjetividad profesional desde un enfoque de derechos. (1° Ed.) CABA: Koyatún Editorial.

NOTAS

[1] http://repsicom.wixsite.com/blog-repsicom/single-post/2017/07/05/%E2%80%9CDe-la-demanda-a-la-intervenci%C3%B3n%E2%80%9D-Una-experiencia-de-articulaci%C3%B3n-entre-Salud-y-Educaci%C3%B3n


[2] Cuando se practica aquello de culpar al sujeto de su no alienación automática con el dispositivo y encuadre ofrecido por el prestador del servicio, es cuando hablamos de un dispositivo congelado, en tanto es planteado como inquebrantable (…) Este congelamiento obedece a la incapacidad para ponerlo en cuestión (…) (Di Nella 2010: 62)


 
 
 

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