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Lo Clínico y lo comunitario: aperturas y posibilidades

  • Gisela Coletti - giselacoletti.88@gmail.com
  • 26 mar 2018
  • 7 Min. de lectura

Oswaldo Guayasamin (1996) Sin título

Oswaldo Guayasamin (1996) Sin título

La complejidad de las problemáticas actuales nos demandan y desafían a pensar estrategias de intervención desde una mirada que integre dicha complejidad, entendiendo que lxs sujetxs somos construidos histórica y socialmente. Es ante un encuentro con un joven en el merendero del barrio y su pedido en relación a problemas de consumo de drogas, que se abren preguntas en relación a los modos de intervención desde la propia especificidad. En tanto la misma se configura fuera de los cánones establecidos dentro del marco de la clínica individual, llevándose a cabo los encuentros entre el consultorio y la calle; incluyendo articulaciones con diferentes instituciones, profesionales y compañerxs de equipo. Así, se pretende en este artículo reflexionar sobre las posibilidades que se habilitan entre lo clínico y lo comunitario.

A partir del contacto en el barrio con este joven, se visibiliza para mí una problemática que atraviesa a toda la zona: el consumo de sustancias. Así es que se abren posibilidades de intervención tanto individuales, en su caso, como comunitarias con un grupo de jóvenes. Al abordar este pedido, surgen interrogantes en torno al espacio donde correspondía analizar esta situación, en tanto en la Residencia contamos con espacios de Supervisión clínica y de covisión de los procesos que realizamos en cada Centro de Salud. Ya que la misma no es una intervención netamente clínica y, a su vez, es individual e incluye algunas acciones tomando herramientas clínicas. Estas preguntas en torno al “lugar” donde categorizarla, generaron cuestionamientos sobre el tipo de intervenciones realizadas y mi rol allí. Considero que es desde las preguntas e incertidumbres que surgen nuevos conocimientos, es aquello que inquieta e insiste que puede devenir saber, no agotándolas en respuestas cerradas, sino ensayando éstas y abriendo a nuevos movimientos e interrogantes.

Así es que pude notar que constantemente se marca una diferencia en cuanto a mi rol como residente de Psicología Comunitaria en el Centro de Salud donde me encuentro trabajando: “ella es la comunitaria”; también pautado por lo establecido desde la Residencia al tener menos horas de pacientes y mayor carga horaria destinada al trabajo comunitario. Muchas veces yo misma me he visto dando explicaciones que dan cuenta de esta distancia “Yo soy Psicóloga Comunitaria, por lo cual atiendo menos cantidad de pacientes, me va a ver más en la calle que en el consultorio”. ¿Qué denota esto? Por un lado, una especificidad, y por otro lado, una diferencia entre dos compartimentos estancos: “lo comunitario” y “lo clínico”. Usualmente se marca esta distancia entre el trabajo asistencial en consultorio y el comunitario en territorio, como dos polos o instancias separadas, haciendo foco en la demanda asistencial más que en lo territorial.

Si bien en el campo de la Psicología, cada especialidad tiene su objeto, dispositivos y herramientas específicas, la complejidad de las demandas y problemáticas actuales, generan la necesidad de pensar “más allá del consultorio”, de buscar herramientas y articulaciones posibles para abordar la complejidad que requiere la intervención. En este sentido, Ussher (2012) plantea que:


La subjetividad no puede ser estudiada solo con las categorías del sujeto individual o de estructuras estáticas. Su indagación requiere del pensamiento complejo y de la perspectiva estratégica, que se construye a medida que va componiendo campos de problemas desde los cuales se haga posible el pensar situado. (p. 311).


De lo que se trata es de salir de la dicotomía, en pos de buscar formas de abordaje acordes a la complejidad de la situación. Esta autora plantea “la necesidad de redefinir encuadres de trabajo, superando falsas dicotomías entre el consultorio y el territorio, entre los abordajes individuales y los colectivos, entre el saber popular y el científico” (2012, p. 312).

En este sentido, a lo largo de mi proceso de intervención con el joven anteriormente mencionado, pude ir ensayando un posicionamiento que generaba aperturas para seguir trabajando, que tiene que ver con las posibilidades que se abren en el devenir, en lo que acontece. Es decir, si el encuentro se generaba en la calle, podía pensarlo como un lugar más conocido y cercano para el joven que un consultorio, habilitando espacios de escucha. El referirse a “lo comunitario” o “lo clínico” más bien alude al ser, Deleuze nos invita a pensar en términos de relaciones, en tanto “lo importante es lo que pasa, lo que atraviesa, lo que cambia.” (Larrauri, s/f.). Así, más que reflexionar sobre si se trataba de una u otra intervención específica, me permití servirme de estas oportunidades de intervención para atender a una demanda compleja apostando a lo que podría devenir.

Si tomo la palabra intervenir, el prefijo inter significa “entre” o “en medio”; y venir, el cual refiere a múltiples conceptos: “moverse de allá hacia acá”, “llegar a conformarse, transigir o avenirse”, “darse o producirse en un terreno” (Real Academia Española, 2017). Es decir que la intervención en sí misma refiere a movimientos, los cuales pueden ser pensados “en medio”, entre dos personas que dialogan, entre unx médicx y su paciente, entre un psicólogx comunitarix y la comunidad, etc. Pero lo que plantea el pensamiento de Deleuze es que no se trata de ir de un punto a otro, sino de lo que ocurre en el transitar, en las relaciones, en las posibilidades de afectar y ser afectadx. En este sentido, en mi quehacer retomo como una herramienta fundamental en este proceso, la escucha, conjugando una herramienta clínica y un posicionamiento ético-político de visibilización y reconocimiento de derechos, ante situaciones de vulneración.

En este caso, considero los encuentros con este joven en la calle como este transitar donde se ponían a jugar herramientas que hacen a la intervención clínica y una mirada desde mi especificidad comunitaria. Es a partir del diálogo con el joven por el barrio que abre la posibilidad a las intervenciones, a partir de mi disponibilidad que no tiene que ver sólo con la apertura a una escucha, sino también al encuentro. Este posicionamiento abona la mirada clínica, en tanto se apuesta también a intervenciones que tomen en cuenta el escenario social local y las condiciones concretas de existencia de las personas.

Así, considero que no se trata de perder especificidad disciplinar, sino de “ver las cosas por donde transitan” (Larrauri, s/f.), de pensar nuestro quehacer desde las relaciones que habilitamos, desde el devenir que “adviene” al no quedarnos inmóviles, de potenciar prácticas moleculares de encuentros potenciadores de problematizaciones y productores de subjetividades más autónomas (Pekarek, 2016).

En relación a esto hay diferentes autores que reflexionan sobre las articulaciones posibles entre la Psicología Comunitaria y la Psicología Clínica, entendiendo que en realidad se trata de dos ramas de una misma disciplina. En este sentido, por un lado Maritza Montero (2010) plantea la necesidad de la emergencia de la Clínica Comunitaria como una subespecialidad de la psicología, interrogando la relación entre la atención individual centrada en el enfermo y los diferentes modelos de atención, prevención y promoción de la salud, superando la hegemonía del modelo médico. Así también plantea que la misma parte de los saberes teóricos y metodológicos de ambas ramas, cuyo objeto de intervención sería el vínculo-relación persona-comunidad, y su propósito es impulsar la salud integral en el espacio recíproco de la unidad vincular, produciendo transformaciones en el binomio persona-comunidad (Montero, 2010, p. 206).

Esta perspectiva es tomada por autores como Margarita Ussher (2012) para reflexionar sobre la necesidad de construir puentes entre la psicología clínica y comunitaria desde la perspectiva de la complejidad para dar respuesta a las demandas complejas. También es retomado por Bonolis, Corzo Ávila, Gómez Morales y Hoyos (2017) planteando el uso del método clínico en el trabajo comunitario.

Por otro lado, Marcela Parra (2016) realizó una investigación con el objetivo de caracterizar las estrategias de intervención de lxs psicólogxs en Centros de Atención Primaria de la Salud y Hospitales en el marco de la Atención Primaria de la Salud (en adelante, APS). Plantea que uno de los principales desafíos para los profesionales de la salud mental que trabajan en el contexto de la APS es la articulación entre el trabajo clínico y la perspectiva comunitaria, en vez de la habitual contraposición que se observa. En este sentido, la autora se vale del concepto de articulación de Donna Haraway, en tanto conexión parcial, para “ayudar a pensar las interfaces entre dos prácticas en permanente constitución que, si bien no son iguales, no dejan de tener puntos de entrecruzamiento y encuentro” (p. 8).

A través de este recorrido teórico es posible visibilizar las reflexiones y propuestas en torno a las posibilidades de encuentro entre ambas ramas, a partir de detectar la complejidad de las demandas y la necesidad de pensar nuevos modos de intervención. Así, considero que es necesario seguir ahondando en las prácticas realizadas por los trabajadores de la salud mental en estos ámbitos para abonar a los desarrollos teóricos incipientes que se vienen realizando en la materia.


BIBLIOGRAFÍA


- Bonolis, Corzo Ávila, Gómez Morales y Hoyos. (2017). El método clínico más allá del consultorio: la relación de la clínica con la intervención del psicólogo comunitario. Revista electrónica Psiconex, vol. 9 N° 14. Medellín, Colombia. Recuperado de https://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/Psyconex/article/viewFile/328511/20785329.

- Larrauri, Maite. (s/f). El deseo según Deleuze. Editorial Tándem. Recuperado de http://carmeperformer.weebly.com/uploads/5/2/9/6/5296680/deseodeleuze.pdf

- Montero, Maritza. (2010) Para una psicología clínica comunitaria: antecedentes, objeto de estudio y acción. En: Hincapié Gómez, A. (Comp.) Sujetos políticos y acción comunitaria. Recuperado de https://documentop.com/maritza-montero_598e6e081723dd09fadc416a.html.

- Parra, Marcela Alejandra. (2016).Articulación entre el trabajo clínico y la perspectiva comunitaria: un desafío actual para la salud mental en el contexto de la atención primaria de la salud. Rev. Fac. Nac. Salud Pública, Vól. 34, Núm 1, p. 30-37. Recuperado de http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/fnsp/article/view/25876/20779298

- Pekarek, Ana Lucía. (2016). Devenir Intervención. Coordenadas de una búsqueda desde el trabajo con jóvenes en Salud Pública. Recuperado de http://repsicom.wixsite.com/blog-repsicom/single-post/2016/05/02/Devenir-Intervenci%C3%B3n-Coordenadas-de-una-b%C3%BAsqueda-desde-el-trabajo-con-j%C3%B3venes-en-Salud-P%C3%BAblica.

- Ussher, Margarita. (2012) Articulaciones entre la Psicología Social Comunitaria y la Psicología Clínica. IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XIX Jornadas de Investigación VIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Recuperado de https://www.aacademica.org/000-072/667.pdf.

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