ENTRE CIERRES FALSEADOS Y PARTIDAS… PROCESANDO LA SALIDA

En presentaciones anteriores he compartido lecturas y análisis sobre procesos en los cuales vengo interviniendo como psicóloga comunitaria en un Primer Nivel de Atención en un Centro de Salud de zona Sur de la ciudad de Salta. En esta oportunidad, me interesa aportar algunas reflexiones en torno al “Proceso de salida”.

¿A qué llamo “Proceso de salida”? Como residentes de Psicología Comunitaria desarrollamos nuestro trabajo en Centros de Salud (CS) de diferentes zonas de la Ciudad de Salta Capital durante un lapso de 2 años y medio; durante ese tiempo se realizan diferentes lecturas y análisis que dan cuenta de un modo particularmente cuidado de insertarse en dichos CS y de conocer el área, el equipo de salud y la comunidad. Teniendo la posibilidad de contar dentro de la Residencia con diferentes espacios de “co-visión” y de docencia que brindan herramientas para poder ir “llegando” de un modo respetuoso a esos lugares, al encuentro con esxs otrxs.

A partir de este modo de llegar se abre un abanico de posibilidades y estrategias que nos permiten, muchas veces, construir lazos con nuestros compañerxs del CS, conformar equipos y pensar juntxs.

Con la misma mirada y caución metodológica nos acercamos a los barrios, a lxs vecinxs que los habitan y comenzamos a escuchar sus historias, las lecturas que realizan sobre sus barrios, sus recursos y necesidades. Desde aquí es que intentamos paramos para trabajar con ellxs, no desde lo que nosotrxs (los profesionales de la salud) que muchas veces no vivimos en esos barrios, creemos que necesitan, sino apostando a pensar junto a ellxs sobre sus problemas, que no necesariamente se condicen con los que se proponen a nivel de Salud Pública.

Este periodo es sumamente rico en aprendizajes y en producción teórica, y es también fuertemente acompañado por los espacios que funcionan en la Residencia, mencionados anteriormente. Finalmente, esta producción se comparte con las personas de la comunidad y con lxs compañerxs de trabajo, entendiendo que el saber fue construido en conjunto y que por lo tanto debe ser socializado y ser abierto a discusión.

En el último periodo de residencia, se espera poder ir “Procesando la salida” no solo del CS sino también de aquellos procesos de intervención llevados a cabo. Entiendo aquí el “procesando” como un periodo cargado de mucha afectación, mezcla de nostalgia y deseos, por tener que dejar los grupos de personas con las que unx armó lazos y se armó a la vez (como persona, como psicóloga, como mujer). Quizás el porces-ando sea un modo de darse el tiempo de registrar esas afectaciones que conlleva.

Vale aclarar, a su vez, que la instancia de cierre no implica necesariamente la culminación de los procesos, ya que no se construyen a partir de un solo agente de cambio, sino en el trabajo con otrxs.

En la última sistematización realizada (2017) cité a Jean-Luc Nancy y su libro ¿Qué significa partir? (2016), en el que el autor juega polisémicamente con el término “partir” ubicando que el mismo puede ser más un posicionamiento frente a lo cotidiano, frente a lo conocido y no simplemente la acción de partir.

“Partir es siempre dejar la parte de lo familiar por una parte, por algún lugar, por una parte de la vida que nos son extraños, que no nos son familiares y que por definición ignoramos al inicio. Nunca sabemos qué nos espera cuando se trata de partir (...) (20)

Cuando alguien no parte nunca, no cambia, no deja nunca sus costumbres, se seca” (25)

“Cuando partimos (...) siempre llevamos algo y nunca nos convertimos simplemente en otra persona que no parte nunca más a ninguna parte” (27)

“(...) Es en este impulso, en la obligación de la partida, porque no podemos hacerlo de otra forma, y asumiendo este riesgo, en la apuesta de la partida, que podemos vivir una vida que valga la pena. Es a la vez muy difícil, muy inquietante y muy estimulante.” (31)

Con algunos de estos elementos propuestos por Nancy podemos jugar nuestras posiciones en torno al partir y habilitar algunas preguntas como: ¿de qué partimos cuando nos vamos del CS? ¿con quién y con qué nos vamos? ¿cómo nos interpela la incertidumbre de lo desconocido? ¿con qué recursos contamos y cuáles podemos co-construir?

Aproximando algunas reflexiones, y retomando mi transitar por el CS y la Residencia, recuerdo varios escenarios en los que se han puesto en jaque mis certezas y lugares comunes, momentos en los que me incomodé, en los que no me sentí “en casa”. Encuentros con otrxs que me des-ubicaron, que cuestionaron mis prácticas y saberes.

A su vez, considero que las transformaciones en las cuales he venido apostando junto a mi equipo del CS y las integrantes de la comunidad con las que tuve la suerte de trabajar/pensar, también funcionaron transformándome, construyéndome en ese proceso. Entiendo que este es un modo de irme, de partir, de lo que era y lo que hacía.

Si tenemos la posibilidad de llegar, de hacernos de un lugar, y luego nos aventuraremos a partir, dejaremos estos lugares más cómodos para hacer una apuesta a lo desconocido del porvenir.

Y en este sentido, no es solo de lugares concretos de los que partimos, sino de ideas, prejuicios y prácticas que se nos vuelven cómodas, y que muchas veces dejamos de considerarlas como construcciones plausibles de ser modificadas.

Este estar en movimiento, considero que nos predispone de un modo diferente al encuentro con otrxs, un espacio de encuentro que al decir de Barrault

“Implica así el reconocimiento de los sujetos/as como existentes en su alteridad y diferencia. Instalan experiencias en este reconocimiento, en este hacer con otros” (2007: 1)

Es decir, no quedarnos con las categorías prefijadas y cerradas con las cuales solemos entender el mundo y ubicar a cada quién en él, sino abrir el campo a la pregunta, al no saber y al interesarnos.

Cierres falseados

En este contexto de cierre de procesos, me interesa, por un lado, destacar que han sido sumamente importantes los espacios de co-visión y planificación de actividades junto a mis compañerxs de año para pensar las implicancias de las intervenciones y los modos de dejar los grupos. Por otro lado, quisiera retomar algunos modos en los que he decidido partir de ciertos procesos.

Si consideramos que la construcción del rol, las intervenciones y los modos de armar equipo son diversos según cada grupo con el cual trabajemos, es lógico que, los modos de partir de los mismos, sea también diferente. Por ejemplo, los cierres de las actividades que realizamos como equipo en las instituciones escolares estuvieron, de algún modo, enmarcadas en el calendario académico, acompañando los cierres de las cursadas. Algo muy diferente viene siendo la forma de partir de los grupos de mujeres, tanto el de las “Tejedoras de Caminos” como el de las mujeres del Centro Cultural “Eclosión”. En ambos casos los modos que vengo encontrando de irme es seguir haciendo, seguir poniendo el cuerpo. Si bien puede resultar un contrasentido, porque por lo general suele suceder que una comienza a correrse, a dejar de hacer, en este caso, entiendo que seguir acompañando activamente lo que vienen realizando ambos grupos es un modo coherente de partir, tiene que ver con todo el proceso con ellas, tiene que ver con nuestro vínculo y con lo que se puede sostener.

De aquí la idea de “cierres falseados”, como es bien conocido los cierres tienen en su poder la potencia de abrir y cerrar, pero en este caso me gusta pensar en aquellos cierres falseados, aquellos que mientras una va cerrando, el otro extremo (como resistiendo) vuelve a abrirse, no se cierra. Creo que las intervenciones de cierre que he venido haciendo han ido en esta línea. Por ejemplo, una de las herramientas que utilizamos junto con las Tejedoras para evaluar el proceso y como un modo de presentación a sus vecinxs, fue la “Línea de la vida”. Para eso, imprimí fotos (muchas) de las diferentes actividades y momentos del proceso, ellas las fueron ordenando y completando con frases, recuerdos y preguntas. Sus comentarios y expresiones en esta actividad fueron contundentes, ayudaron a resaltar que algo aconteció, “algo” que puede ser significado como encuentro, vínculo, proyecto, salud, transformación, etc.

Aunque en este punto, se vuelva un tanto borroso e inespecífico ese “algo”, nadie podrá negar que generó y seguirá generando, aunque sea de un modo potencial, un campo de posibilidad. Para estas mujeres, el poder trabajar juntas, el pensarse como Tejedoras, el tener un lugar en el CS, se vuelven experiencias, vivencias, que transforman (y aquí la apuesta), y producen subjetividad y modos de subjetivarse.

Finalmente, estas experiencias compartidas, estas “intervivencias”, funcionarán igualmente para mí (y espero también para mi equipo) como una posibilidad. Saber que mi experiencia en la residencia, en el CS y en los procesos en los que trabajé fueron tan disfrutables, de tanto aprendizaje y que pude realizar trabajo comunitario, sólo me confirma que es posible trabajar así. Se suele decir que la Residencia es una bella burbuja donde el trabajo comunitario tiene todas las condiciones para darse y que después, en los escenarios de la práctica profesional fuera de la Residencia, una se encuentra muy sola trabajando, planificando y pensando. Mi lado negador se resiste a esto, como el cierre que se resiste a cerrar. Quiero creer que una podrá inventar con otrxs nuevos mundos posibles, nuevos desafíos y que voy a continuar partiendo, llevando conmigo partecitas de otrxs, experiencias, risas y aprendizajes a compartir.

Bibliografía

• Barrault, O. (2007). Algunas precisiones sobre los espacios de encuentro en la Psicología Comunitaria. En II Foro de trabajo comunitario: subjetividades y situaciones de violentación cotidiana. Cátedra de Estrategias de Intervención Comunitaria. Córdoba: Facultad de Psicología, UNC.

• Nancy, J. (2016) ¿Qué significa partir?. Conferencia. El maestro ignorante. Capital Intelectual Editores. Buenos Aires.