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PSICOLOGIA COMUNITARIA ENTRE-VISTA: DERIVAS DE UNA ESPECIALIDAD INCIPIENTE

  • Lic. Claudia Pauloni (clau.pauloni@gmail.com) Lic.
  • 2 may 2018
  • 15 Min. de lectura

Cartografía de un Espacio Colectivo


Los “Espacios Colectivos” constituyen una propuesta de formación desarrollada en la Residencia de Psicología Comunitaria desde el año 2015 con la intencionalidad de producir procesos de reflexión sobre la actualidad. Tal es la forma que tomaron los anteriormente implementados; “Cuerpos en movimiento” y “RIPE” apuntaron en cada caso a analizar la realidad social y nuestro posicionamiento como trabajadoras y trabajadores del Estado. Cada propuesta es pensada desde una continuidad-discontinuidad[1] establecida en la interacción entre procesos de reflexión crítica y los acontecimientos histórico sociales.

Retomando las líneas de un pensamiento situado que continúa produciendo aperturas, en esta oportunidad la invitación es a recorrer el devenir del Espacio Colectivo realizado durante el segundo semestre del año 2017, al que denominamos “Psicología Comunitaria entre-vista: derivas de una especialidad incipiente”. Éste fue impulsado por la creación de la Especialidad de Psicología Comunitaria a comienzos de 2017 por el Colegio de Profesionales Psicólogos de Salta. Hecho-iniciativa que empieza a visibilizar en el país la necesidad de circunscribir un área específica del quehacer profesional y que, en el caso de la provincia, se liga a la trayectoria de la Residencia de Psicología Comunitaria (desde 1999 hasta la actualidad), así como a lo que lxs egresadxs de la misma fueron construyendo en sus prácticas cotidianas y a la existencia de una Asociación de Psicólogos Comunitarios (2008-2017).

¿Qué significa para nosotras[2] “entre-ver” la Psicología Comunitaria? ¿Qué potencias entrevemos?

Entrever, ver entre muchxs. Un ver colectivo que implicó construir diálogos tanto al interior de la Residencia como también con compañerxs egresadxs de la misma, quienes se dispusieron a intercambiar con nosotrxs las reflexiones producidas en múltiples espacios. Un ver lo-colectivo que implicó historizar, ubicarnos en relación a otrxs, ver las relaciones.

Entrever, ver los entres. Entre la identidad y la alteridad. Lo específico que hace a la propia identidad disciplinar, en tensión-relación con la alteridad, en el mutuo reconocimiento en la diferencia. ¿Cómo construye específicamente a lxs otrxs la Psicología Comunitaria? ¿Cómo habita la Psicología Comunitaria los entres? ¿Una “especialidad” de los entres?

Entrever como acción y potencia implica, por un lado, ver las imprecisiones y, por otro lado y a la vez, ver lo que conjeturamos. La potencia de lo impreciso, del trabajo de precisarlo de a muchxs, de dialogar las conjeturas para saberlas y desarmarlas si hace falta.

Entrever caminos que nos orienten hacia el reconocimiento de una especialidad incipiente implica asumirnos también protagonistas de construir dichos caminos. A partir de una historia que nos precede y nutre, en las coordenadas actuales tenemos una responsabilidad/posibilidad generacional: la de inscribir prácticas y sentidos. Darle contenido, más allá de los papeles, nos llevó a discutir sobre nuestro quehacer profesional; para ello, tomamos una herramienta habitual en nuestro campo, la entrevista, y la pusimos a trabajar con compañeras ex residentes.


En la idea de derivas encontramos un concepto-herramienta que, como figura del pensamiento, permite configurar una modalidad del trabajo reflexivo en movimiento que nos llevó a construir nuevas formas de entendimiento.

Según Foucault, “el pensamiento es la libertad con respecto a lo que se hace” y para que algo entre en el campo del pensamiento “hace falta que cierto número de factores lo hayan vuelto incierto, le hayan hecho perder su familiaridad, o hayan suscitado en torno a él cierto número de dificultades” (Foucault, 1999, p.359). Poner la Psicología Comunitaria entre-vista para pensarla, entonces, es asumir una extrañeza. ¿Qué hace, cómo piensa, dónde trabaja un/a psicologx comunitarix? Preguntas que nos hacen diferentes actores sociales y que nos hacemos nosotrxs mismxs.

Pensar es pensar en problemas. Como plantea Duschatzky en “Esbozo de la intuición como método” (2013), el problema está en la indeterminación de una tensión. “Lo oscuro entonces es lo indeterminado, lo abierto. La claridad se alcanza en la formulación problemática. Y la formulación problemática se recorre en el movimiento de experimentar derivas” (p.7).

En la formulación del tema de la Especialidad en Psicología Comunitaria y del espacio en sí, no hubo un rumbo “verdadero”, una dirección predeterminada, sino que el espíritu fue ir elaborando y escuchando lo que iba generándose, tomando ese propio devenir como configurador de posibilidades impensadas. A modo de cartografía, presentaremos en este escrito las singularidades de un pensamiento vivo que va cimentando las condiciones de nuevas producciones. Un pensamiento-acción que tiene un sustento colectivo e ineludible: la Psicología Comunitaria. Y que a su vez está situado en un enclave socio-histórico y geográfico: la provincia de Salta, Argentina.

Derivas trayectorias: experiencias y posibilidades


Las trayectorias de ex-residentes de Psicología Comunitaria dan cuenta de diferentes recorridos profesionales. Todos comparten, no obstante, el haber vivido la intensidad del programa de formación de la Residencia. A partir de la propuesta de repensar el propio trabajo en clave de inteligir especificidades, desde las distintas provincias en las que viven y desde los diversos ámbitos en los que se desempeñan, algunxs se detuvieron a esbozar con nosotrxs posibles respuestas a interrogantes compartidos.

Entrevistarles nos permitió integrar experiencias en un complejo entramado, del que emergieron las primeras conexiones con la idea de “especialidad”. Así, historizar las trayectorias fue el modo que encontramos de indagar cómo operan los diferentes posicionamientos como psicólogxs comunitarixs en la complejidad de un campo en construcción. Esto, a su vez, nos posibilitó visibilizar ámbitos colectivos que comenzaron a ser “pensables”.

Las entrevistas a ex-residentes remiten a recorridos diversos y complejos, rescatando de la formación en Psicología Comunitaria diferentes herramientas y aprendizajes: algunas se han insertado posteriormente en el sistema de Salud Pública, en el ámbito judicial y en espacios universitarios. El trabajo de registro estuvo potenciado por el uso de material audiovisual, creando un pequeño documental-disparador en torno a la pregunta sobre la “especialidad” y como invitación a reconocernos en un campo compartido: la Psicología Comunitaria. Sistematizamos en cinco categorías recurrencias y convergencias:
















A continuación presentamos, de manera esquemática, algunas de las reflexiones en la voces de las entrevistadas:

  • Lecturas de la realidad: “La formación desde la inter y transdisciplinariedad, el trabajo en territorio, la posibilidad de conocer las realidades de las instituciones en las cuales trabajamos, hacer lecturas comunitarias con equipos de salud”.

  • El trabajo en Salud Pública: “Las herramientas que más valoro son las que tienen que ver con aprender a manejarse dentro de un ámbito de trabajo de la Salud Pública y del campo de la Atención Primaria de la Salud”.

  • La construcción de posicionamientos: “Considero a la Psicología Comunitaria no como un agregado a mi formación, sino como algo que atraviesa en la forma de ver, sentir, pensar, hacer, el mundo como persona. Se trata de la construcción de una posición Ideológico-política”.

  • La relación clínico-comunitario: “Poner énfasis en una clínica enriquecida desde lo comunitario. Estas cuestiones ayudarían a reconocer la especificidad”. “Hay que pensar cómo es el trabajo asistencial de una psicóloga comunitaria porque ahí hay un ámbito para pensar la especificidad”.

  • Trabajo con otrxs: “No puede pensarse en soledad. Se requiere de otros, ya sea de otros compañeros de trabajo, otros de la comunidad, otras disciplinas… sobre todo la importancia del trabajo interdisciplinario, intersectorial y de la participación comunitaria, ya que las problemáticas sociales actuales son tan complejas y transversales que las especificidades de las instituciones quedan muy limitadas a la hora de producir cambio o pensar en generar transformaciones a esos malestares”.


A partir del documental proyectado, nos preguntamos concretamente con lxs actuales residentes, delineando las propias derivas-trayectorias: ¿qué es esto de ser psicologxs comunitarixs? Pregunta formulada en plural, porque entendemos que una parte de nuestro hacer-profesional se edifica sobre un “suelo” histórico-social desde el que se construyen todos los “posibles”. Pero a su vez reconocimos en esa forma colectiva, los modos en que se despliegan haceres propios, lugares singularizados por las preguntas inscriptas en ellos.

Es así que se fueron respondiendo algunos interrogantes... ¿Qué búsquedas te trajeron a la Residencia? Aparecieron resonancias en relación a las motivaciones: la formación, experiencias de trabajo comunitario previas, lo novedoso dentro del campo de la psicología, el ámbito de Salud Pública. ¿Qué es esto de ser psicologxs comunitarixs? Ante esta inmensa pregunta, resaltaron elementos como las lecturas de la realidad institucional y comunitaria, el trabajo con otrxs, el intervenir desde la salud mental, el ejercicio de reflexividad, la consideración de aspectos macro y micro. ¿Qué búsquedas van a impulsar tu recorrido más allá de la Residencia? En las respuestas prevaleció la voluntad de generar espacios para pensar las prácticas con otrxs, compartiendo conocimientos y reflexiones, el trabajo en red, la apuesta a la Salud Pública y el desafío de continuar sosteniendo un ejercicio profesional que no se restrinja a la clínica.

Estas trayectorias derivan en múltiples encuentros entre nosotrxs que hacen nacer cada vez una experiencia colectiva: “como condición cuidada para el despliegue de una nueva percepción, (...) como nivel de la producción política, como desarrollo de la cooperación, y a la vez como mutuo acompañarse en la experiencia. (...) se trata de elaborar claves y preguntas, intervenir sobre las situaciones para reelaborar, en fin, lo colectivo mismo. Lo colectivo-comunitario es siempre un desafío de apertura respecto del mundo. (...) lo colectivo como complicidad en la aventura de convertirse en una interfase situacional en el mundo. Los colectivos, (...) como instancias vivas de elaboración. No tanto un activismo del moverse, cuanto una nueva eficacia en la participación, con tonos variados y variables, del proceso” (Colectivo Situaciones, 2007).

En la dilucidación de recorridos y posibilidades, se fue configurando un mapa de actores estratégicos en relación a coordenadas histórico-geográficas. La historia, línea a continuar indagando y que exige un ejercicio de memoria sobre los acontecimientos socio-históricos que fueron haciendo posible la coyuntura actual. Y los niveles local, regional y nacional, en los que se despliegan recorridos de relaciones, visibilizaciones y proyecciones. De esta manera trazamos las conexiones establecidas con referentes de Psicología Comunitaria, colectivos de psicólogxs comunitarixs, como así también con espacios de legitimación de un hacer profesional (Colegio de Psicólogos de Salta, FePRA) y de inserción en el Estado (ATE). A partir de esto, se abrieron líneas de interrogación hacia compañerxs de los Centros de Salud y otrxs psicólogxs de Salud Pública, con quienes es posible preguntarnos respecto de las complejidades constitutivas de nuestro quehacer profesional.


Derivas sensibles: corporalidades y preguntas


Una de las aperturas que venimos transitando en este proceso colectivo, en continuidad con lo planteado en espacios anteriores como “Cuerpos en movimiento” y “RIPE”, tiene que ver con desarrollar formas de pensamiento sensible y con la potencia de lo que puede llegar a suceder a partir de las conexiones entre lo percibido, lo vivenciado, las intuiciones, las reflexiones y las afectaciones. Estas relaciones entre dimensiones de la experiencia no están totalmente definidas de antemano, más bien es en su (des)composición donde se ubican las aperturas.

Entendiendo los afectos como potencias y en relación con la imaginación de posibles, propusimos una tarea a cada unx, elaborar una gacetilla con una foto dibujada de sí mismxs y la noticia de que “de aquí a unos años, habían rendido la especialidad”. Con bombos y platillos, cada unx anunció “¡Último momento! La/el licenciada/o rindió la Especialidad en Psicología Comunitaria” y escuchamos las producciones entre todxs, apreciando singularidades. A través de este ejercicio, cada quien fue invitadx a imaginar este posible, poniendo a jugar su propio deseo y desde las afectaciones particulares del momento que cada unx está atravesando de su paso por la Residencia (algunxs llegaron a Salta hace pocos meses, otrxs ya están terminando). Se fue inscribiendo una forma de devenir cuyos flujos se nutren de afectos, haciendo del contenido propio del deseo, una multiplicidad, “ya que desear es pasar por devenires” (Manada de Lobxs, 2014).

El trabajo de ir estableciendo conexiones nos llevó a continuar profundizando en los postulados del Teatro del Oprimido ya que encontramos en este marco herramientas para “desmecanizar” el cuerpo, es decir, salir de los automatismos que componen un hacer-pensar-sentir. Entendemos que tanto aquello que percibimos/hacemos/sentimos como lo que vamos pensando, tiene huellas histórico-sociales que contienen en su misma producción dos vertientes: por un lado, elementos que nos permiten construir nuestro posicionamiento, y por otro, los que nos posibilitan dar lugar a nuevas formas de comprensión, a lo impensado. Por tanto, este proceso estuvo atravesado por un doble movimiento de visibilizar-nos y deconstruir-nos. Es así que nos fuimos moviendo por el espacio mirándo-nos y reconociéndo-nos en diferentes situaciones de la cotidianeidad de nuestro trabajo como psicologxs comunitarixs: caminando como jefx de Centro de Salud, con la mochila pesada, buscando a un vecino/a del barrio y en este movimiento espacial gradualmente nos preparamos para inventar posiciones con el cuerpo, desde algunas figuras simples hasta otras que remitían a nociones más abstractas y complejas como Salud Pública, Especialidad, Psicología. Estas vivencias nos llevaron al plano de lo sensible para habitar otros modos de pensar.




En acuerdo con Freire (s/f), entendemos que “el lenguaje es de naturaleza gestual, corporal, y un lenguaje de movimiento de ojos, de movimiento del corazón. El primer lenguaje es el lenguaje del cuerpo” (p.14) y ese lenguaje es un lenguaje de preguntas. Habiéndonos propuesto mantener las tensiones productivas, en el sentido que lo plantea Ana María Fernandez (1999), estuvimos muy atentas a la circulación de la palabra, al registro del/la otrx, a promover la escucha, como así también a un trabajo de cada unx en relación a la exploración de movimientos posturales y a la producción de relatos en el cruce de trayectorias y especialidad.

Hallamos afinidad con autorxs contemporáneos que nos permiten comprender la experiencia de forma entretejida, a modo de una “raigambre epistemológica” que va gestando “conceptos” en sintonía con las prácticas colectivas. Un ejemplo de esto lo encontramos en Silvia Duschatzky, autora que nos invita a: “dibujar enunciados que no fijen sino que activen derivas entre las cosas. (...) se trata de un procedimiento que toma nota de sensaciones, incomodidades, señales de potencia, hallazgos, extrañezas, indicios inentendibles con los que nos topamos a diario. Procedimiento que trabaja las afecciones de los cuerpos” (Duschatzky, 2017).

Freire destaca la importancia de las preguntas que provienen del hacer cotidiano. En concordancia, abordamos un interrogante que aparece en la cotidianeidad con distintos actores: ¿cómo le explicarías qué hace un psicólogx comuntiarix a un/a niñx, a doña Rosa, a un psiquiatra, al decano de la Facultad de Humanidades, a la Cumbre del Mercosur? En grupos, grabaron una escena con cada interlocutor imaginario y posteriormente se desplegaron una serie de reflexiones y pensamientos en torno a los recursos comunicativos, lingüísticos, materiales utilizados, la dimensión dialógica y las diferencias o malos entendidos. Tarea que nos permitió repensar cómo nos construimos como psicólogxs comunitarixs ante lxs otrxs y cómo construimos a ese otrx como interlocutor.

El reconocimiento de la especialidad lejos de representar un punto de cierre, nos implica en la tarea de ir elucidando las múltiples dimensiones involucradas que fueron surgiendo a lo largo del trabajo realizado en este espacio colectivo: histórica, ética, política, laboral, legal, ideológica, económica, social, geográfica, teórica, metodológica, estratégica, institucional, dentro/fuera del Estado, etc. En este proceso se fueron planteando y abordando múltiples preguntas: ¿Cómo se configura la práctica y cómo se piensa la formalización del quehacer en cada contexto?, ¿Qué implicancias tiene el reconocimiento de especialidad en psicólogxs que tienen su cargo en el Ministerio de Salud Pública?, ¿Cómo pensar la Psicología Comunitaria en el Estado?, ¿Cuál es la relación que se establece entre lo comunitario y lo clínico a partir del reconocimiento de esta Especialidad?

Nos interesa destacar en particular un nudo de problematización: ¿Cómo se regula un hacer profesional dentro de una especialidad sin que se transforme en receta[3]?, ¿qué hegemonías se inscriben en el reconocimiento de la Especialidad?, ¿Cómo estar alertas a que la institucionalización no opere en contra de nuestro propio quehacer?

Transcribimos estos interrogantes expresados en el espacio colectivo, porque creemos que tienen potencia de interpelación y porque dan pistas sobre las modalidades de registro implementadas en este proceso, centradas en preguntas. Entendemos que la pregunta es primordial en un proceso de formación crítica y en ese sentido importa ser grandes interrogadores de nosotrxs mismxs: “exactamente, cuando una persona pierde la capacidad de asombrarse, se burocratiza” (Freire, s/f). Así, la singularidad de una herramienta que nos permite conmover nuestras maneras de pensarnos psicólogxs.


Derivas del pensamiento: configuraciones rizomáticas


Hacia el final del proceso, comenzamos a encontrar en el rizoma el concepto-llave que nos permitió organizar la experiencia para producir reflexiones sensibles a lo que permanece siempre inabordable y en estado de recomposición.

Rizoma es la introducción al libro “Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia” (1972) donde Guattari y Deleuze marcan las características de un pensamiento que nos es contemporáneo. A su vez, rizoma es un concepto cuya etimología remite a una palabra griega que puede traducirse como “raíz” o raigambre. Sin embargo, se trata de un tallo que “crece” de manera horizontal y subterránea. Esta característica posibilita devenires diversos (que se alargue, se fragmente, se ramifique, se mueva, etc.) por diferentes causas, por lo que su estructura se va modificando en el transcurrir sin conservar una forma permanente, como así tampoco un elemento principal o una estructura jerárquica.

Deleuze y Guattari descubrieron en los rizomas una manera de generar pensamiento, una epistemología que para nosotras tiene la potencia de encontrar en el movimiento de la vida una forma pensante. Siguiendo esta configuración, en nuestro último encuentro nos dispusimos a narrar lo vivido, recorrer lo compartido y delinear el proceso entre todxs. No fue desde el comienzo de la propuesta que estuvo presente el concepto de rizoma, sino que se trató para nosotras de un devenir-rizoma, una deriva del mismo. Para poder visualizar el discurrir trazamos una forma rizomática a partir de la cual fuimos recomponiendo la experiencia. Pronto percibimos que el rizoma que iba apareciendo frente a nosotrxs se transformaba a medida que avanzábamos en la comprensión del mismo.














Pudimos entre-ver, entonces, que el rizoma como forma-pensamiento se va modificando a través de derivas compuestas de sentidos, afectaciones, vivencias, recuerdos, actividades, registros de lo que va siendo y lo que es plausible de imaginar. Hacer visibles las conexiones que se fueron multiplicando y plantear la tridimensionalidad del mismo fue, al tiempo que una necesidad del pensar, una manera de registrar experiencialmente su potencia para generar nuevas formas-posibilidades. Aspecto sumamente importante a la hora de reflexionar sobre nuestra praxis como psicólogxs comunitarixs en conexión con procesos colectivos.

Reconocemos en este recorrido, el de la experiencia y el que se fue haciendo texto, las huellas incipientes de un desafío que quisimos inscribir desde el comienzo del espacio a modo de derivas. “Psicología Comunitaria entre-vista” apuntó a poner en juego implicaciones, estrategias y aperturas en la construcción, asumida colectivamente, de la Especialidad. Esperamos que estas líneas rizomáticas motoricen en cada lector/a diferentes resonancias que a su vez puedan multiplicarse en otros textos-experiencias.



AGRADECIMIENTO ESPECIAL


Agradecemos profundamente a las egresadas de la Residencia de Psicología Comunitaria de distintas cohortes que aportaron sus reflexiones para la elaboración del Documental disparador de este Espacio Colectivo y que así participaron del diálogo y de la construcción de esta experiencia: Belén Serpa, Verónica Bisdorff, Natalia Negrín, Andrea Bravo, Verónica Vila, Rosario Torres, Belén González Romano.



BIBLIOGRAFÍA


- Ana María Fernández (1999). Instituciones estalladas. Ed. Eudeba. Buenos Aires, Argentina.

- Antonio Faundez y Paulo Freire (s/f). Hacia una pedagogía de la pregunta. Disponible en: http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursosnivelsuperior/seccion2/fortalecimiento-de-las-trayectorias/paulo_freire_-_pedagogia_de_la_pregunta.pdf

- Colectivo Situaciones (2007). Politizar la tristeza. Disponible en: https://sindominio.net/eldinerogratis/TEXTOS/Politizar%20la%20tristeza.html

- Gilles Deleuze y Felix Guattari (1972). Mil Mesetas, capitalismo y esquizofrenia. Editorial Pre-textos.

- Manada de lobxs. (2014). Foucault para encapuchadas. Disponible en https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/foucault-para-encapuchadas1.pdf

- Michel Foucault (2001). Estética, ética y hermenéutica. Vol 3. Obras esenciales de Michel Foucault. Editorial Paidos.

- Silvia Duschatzky (2013). Esbozo de la intuición como método.

- Silvia Duschatzky (2017). Presentación del Curso Pedagogía Mutante. FLACSO. Cohorte 2017.



Comentarios de Luciana Schaffer


*Licenciada en Psicología, egresada de la Residencia de Psicología Comunitaria (cohorte 2012-2016). Actualmente cursa la Maestría en Intervención e Investigación Psicosocial de la Universidad de Córdoba y se desempeña en la Secretaría de Adicciones del Ministerio de Salud Pública de Salta.


Leo estas ideas y preguntas desde mi experiencia como trabajadora en el campo de la Salud Pública y recuperando mi modo de transitar la Residencia, los aprendizajes y desafíos que implicó, lo construido y deconstruido (y lo destruido!) durante el camino, lo que sigo y seguimos compartiendo bajo eso que nombramos psicología comunitaria. El texto se me presenta como una invitación a pensar y dejo por aquí algunas de las líneas que como disparadores me llevan a seguir reflexionando sobre mi quehacer (y el nuestro)

Pienso este ir definiendo entre muchxs como una cualidad intrínseca de nuestro hacer. Pienso en esta imprecisión nombrada como potencia, y también como problema. El ir definiendo cada vez, y siempre con diversxs otrxs, lo que enmarca nuestro rol, lo que le da sentido a nuestras estrategias de trabajo, nos pone en un escenario siempre a construir. Esto frente a lo que muchas veces se presenta como “dado” en un marco de intervenciones nombradas como posibles desde las políticas públicas de salud, muchas veces construidos desde arriba y atravesados por lógicas burocráticas. Y allí “lo comunitario” apareciendo como un espacio vacío de sentido propio, en el que como alguna vez escuché al pasar en mi lugar de trabajo: “todo entra”. Y para ser honesta, no es en mi transitar por la residencia o por la universidad donde esta imprecisión se me presentó especialmente como problema, sino en mi rol actual en el que se me sigue haciendo necesario delimitar y marcar lo que desde un posicionamiento comunitario “no entra”.

En este contexto, la Especialidad, como un reconocimiento de especificidad, viene a recordarnos el desafío de seguir explicitando marcos, criterios, modos de hacer, de mirar y de leer las realidades. También en el desafío de poner a dialogar o a operar estos criterios al lado de otros presentes en el campo de la Salud Pública. ¿Cómo damos cuenta, cómo fundamentamos, cómo evaluamos nuestros que-haceres en este marco?, ¿cómo ponemos en común sin perder la especificidad de la mirada?, ¿con qué otrxs construimos eso en común?

Otra línea que me interesa es la de mirarnos en nuestros cuerpos presentes. Allí donde estemos, las preguntas, las contradicciones y las afectaciones aparecen en, desde y como cuerpos presentes. Dimensión muchas veces olvidada en mis ejercicios de reflexividad y casi siempre invisible en las lógicas de trabajo. Las preguntas se hacen cuerpo y también las convicciones, los posicionamientos y los modos de estar, mirar, circular. Mi cuerpo presente y afectándose por mis múltiples implicaciones, se me hace un modo posible de vivenciar la complejidad para comprender algunos de los atravesamientos de mi práctica.

Para terminar estos comentarios sueltos, agradezco la potencia del entre-vernos, como una posibilidad de encontrarnos en un mapa enorme de posibilidades.


Luciana Schaffer

Salta, febrero de 2018




NOTAS


[1] Continuidad-discontinuidad en varios sentidos: constituyen espacios semestrales planificados por el equipo coordinador de la Residencia, con un número determinado de talleres, que son a la vez evaluados grupalmente; entre sí tienen puntos de contacto y de diferencias.


[2] Utilizamos el plural femenino para referirnos a nosotras como equipo coordinador y como autoras del presente artículo. Utilizamos la “x” para denotar genéricamente a mujeres y varones del colectivo de participantes de la Residencia de Psicología Comunitaria .


[3] Por “receta” nos referimos al riesgo de que al pautar pasos o limitar formas concretas del hacer psicocomunitario, se lo sobredetermine, impidiendo de este modo lecturas de lo singular-situado y promoviendo prácticas que lo reduzcan a talleres únicamente, actividades extramuros, propuestas enlatadas, sostenidas en concepciones de la comunidad como objeto.

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