ENTRAMADOS… DISPOSITIVOS DE INTERVENCIÓN COMUNITARIA Y PROCESOS DE SUBJETIVACIÓN
- Florencia Arri - florarri87@hotmail.com
- 4 jun 2018
- 10 Min. de lectura

“Desenmarañar las líneas de un dispositivo es en cada caso levantar un mapa, cartografiar,
recorrer tierras desconocidas,
y eso para Foucault es ´trabajo en el terreno´”
(Deleuze, 1990, p.155)
En este escrito busco ampliar algunos análisis sobre el trabajo comunitario con mujeres como residente de Psicología Comunitaria y en equipo desde un Primer Nivel de Atención, partiendo de plantear ciertas preguntas como: ¿Qué sentidos generan estos espacios de mujeres a nivel comunitario?, ¿qué sentidos tiene participar de los mismos como efectora del Estado y de Salud Pública?, ¿qué posibilita nuestra intervención ahí?, ¿qué sentidos adquiere el estar accesibles como actores de Salud Pública? Al respecto, estar accesibles como profesionales de la salud, lo entiendo como forma de estar cercanxs, sensibles, permeables, a demandas y necesidades sentidas/enunciadas por parte de la comunidad en ese transitarla. Barrault (2008) analiza el atravesar/transitar lo comunitario como una experiencia de transformación constante de la subjetividad:
El transitar por la comunidad se vuelve experiencia necesaria de vivencias y pensamientos. La desafectación progresiva, efecto de insensibilidad aprendida y tendencias cada vez más vigentes de distanciamiento social, requiere de un posicionamiento político. La exposición a vivencias que nos “despabilen”, nos interpelen, nos saquen del letargo -o tendencia a-, es decir, experiencias que “nos ponen en el lugar de”, un extra, requieren de un plus, de un más allá, de un excedente no reglado, un exceso no previsto. (p.4)
Siguiendo a este autor, en tiempos en que los proyectos colectivos y el deseo se encuentran disminuidos, adquiere significancia identificar los puntos de fuga de un sistema que busca controlar todo; y los nudos de expansión colectivos. Es decir, el reconocimiento de singularidades, el establecimiento de relaciones alternativas. (Barrault, 2008)
De este modo, con las lógicas burocráticas y regladas que suelen generarse en las instituciones de salud, este estar accesibles y atravesar lo comunitario ¿puede pensarse como una posibilidad de fuga de lo hegemónico del sistema? Entendiendo que como psicólogxs comunitarixs formamos parte del CS pero a su vez nuestro quehacer nos permite “estar afuera” en territorio y con la comunidad aprendiendo y creando intervenciones situadas, y volver desde ahí a pensar nuestro trabajo en el CS, atendiendo a ese vínculo e intercambio CS/Comunidades totalmente necesario para el trabajo desde la estrategia de APS. En este sentido, creo que una potencia del trabajo comunitario es que permite pensar intervenciones de manera más integral e integrada, que dialoguen con otros saberes, que abran a repensar respuestas institucionales tomadas [if gte vml 1]><v:shapetype id="_x0000_t75" coordsize="21600,21600" o:spt="75" o:preferrelative="t" path="m@4@5l@4@11@9@11@9@5xe" filled="f" stroked="f"> <v:stroke joinstyle="miter"></v:stroke> <v:formulas> <v:f eqn="if lineDrawn pixelLineWidth 0"></v:f> <v:f eqn="sum @0 1 0"></v:f> <v:f eqn="sum 0 0 @1"></v:f> <v:f eqn="prod @2 1 2"></v:f> <v:f eqn="prod @3 21600 pixelWidth"></v:f> <v:f eqn="prod @3 21600 pixelHeight"></v:f> <v:f eqn="sum @0 0 1"></v:f> <v:f eqn="prod @6 1 2"></v:f> <v:f eqn="prod @7 21600 pixelWidth"></v:f> <v:f eqn="sum @8 21600 0"></v:f> <v:f eqn="prod @7 21600 pixelHeight"></v:f> <v:f eqn="sum @10 21600 0"></v:f> </v:formulas> <v:path o:extrusionok="f" gradientshapeok="t" o:connecttype="rect"></v:path> <o:lock v:ext="edit" aspectratio="t"></o:lock> </v:shapetype><v:shape id="Imagen_x0020_10" o:spid="_x0000_s1026" type="#_x0000_t75" style='position:absolute;margin-left:52.5pt;margin-top:94.95pt;width:332.8pt; height:396.85pt;z-index:-251656192;visibility:visible;mso-wrap-style:square; mso-width-percent:0;mso-height-percent:0;mso-wrap-distance-left:9pt; mso-wrap-distance-top:0;mso-wrap-distance-right:9pt; mso-wrap-distance-bottom:0;mso-position-horizontal:absolute; mso-position-horizontal-relative:text;mso-position-vertical:absolute; mso-position-vertical-relative:text;mso-width-percent:0;mso-height-percent:0; mso-width-relative:page;mso-height-relative:page'> <v:imagedata src="file:///C:\Users\pss\AppData\Local\Temp\msohtmlclip1\01\clip_image001.png" o:title=""></v:imagedata> <w:wrap type="square"></w:wrap> </v:shape><![endif][if !vml][endif]como “únicas formas de hacer” y crear otras posibles.

Resulta pertinente traer aquí entonces qué se entiende por dispositivo. Así, Deleuze (1990) explica que para Foucault en primer lugar el dispositivo es un ovillo, una madeja, un conjunto multilineal, compuesto por líneas de diferente naturaleza que varían en su dirección; “(…) los dispositivos […] son máquinas para hacer ver y para hacer hablar” (p.155). Las dos primeras dimensiones de un dispositivo son las curvas de visibilidad y de enunciación, la tercera son las líneas de fuerza que rectifican las curvas anteriores, estas dimensiones se relacionan con el saber y el poder. A su vez, la nueva dimensión que plantea Foucault son las líneas de objetivación, relacionadas con los procesos de subjetivación, cuando la fuerza se vuelve sobre sí misma, se ejerce o se afecta sobre sí misma:
(…)Esta dimensión del sí-mismo no es en modo alguno una determinación preexistente que ya estuviera hecha. También aquí una línea de subjetivación es un proceso, es la de subjetividad en un dispositivo: una línea de subjetivación debe hacerse en la medida en que el dispositivo lo deje o lo haga posible. Es hasta una línea de fuga. Escapa a las líneas anteriores, se escapa. El sí-mismo no es ni un saber ni un poder. Es un proceso de individuación que tiene que ver con grupos o personas y que se sustrae a las relaciones de fuerzas establecidas como saberes constituidos (…) (Deleuze, 1990, pp. 156-157)
¿Cuánto de este pensarse(nos) a sí mismx construimos/posibilitamos desde las instituciones de salud? Siendo que los dispositivos institucionales forman parte de la construcción de subjetividades, me resulta interesante pensar las posibilidades de subjetivación que pueden abrir intervenciones situadas, reflexivas, comprometidas con las realidades y demandas que realizan personas de la comunidad, intervenciones que crean otros tiempos posibles dentro de lo reglado y se preguntan sobre sí mismas. En este sentido, entiendo la subjetividad como la constante tramitación entre lo nuevo y lo conocido, no estática, sino como producción socio-histórica, compleja (Barrault, 2008). Además, considero que el implicarnos y dejarnos afectar en nuestro trabajo -en este caso con mujeres- impacta también en nuestras subjetividades, ya que como profesionales o trabajadoras del Estado estamos atravesadas por las condiciones capitalistas de producción de subjetividad actuales, que marcan nuestras prácticas, cuerpos y discursos. A su vez, como mujeres, la intervención comunitaria nos implica en ese trabajo de problematización, desnaturalización, afectación mutua de esos cuerpos que sienten-piensan y hacen ahí en ese espacio construido con otras.
De este modo, en referencia al trabajo comunitario con mujeres y la posibilidad de pensarme a mí misma ahí, considero que algo de mí se modifica, va mutando, en ese vínculo con ellas y en ese tejido de múltiples inscripciones que se van trazando en el hacer colectivo. Incluso mientras escribo y analizo esta experiencia, voy pensándome nuevamente a mí misma, en mi quehacer, en la especificidad del campo de la Psicología Comunitaria y de ese entrecruzamiento con el trabajo en Salud Pública y en redes con otras instituciones. En este sentido, me interesa reflexionar sobre estos dispositivos de intervención comunitaria como posibilidad de fuga y de subjetivación como profesional de la salud dentro de un sistema tan reglado y que a veces pareciera marcado por “lo mismo”; de este modo me acerca a lo otro, me genera preguntas, movimientos, a pensar estrategias con otrxs, y no se trata entonces de “mirar lo mismo”.
Profundizando un poco más con aportes teóricos, Ussher (2016) sobre Intervención Comunitaria y Subjetividad, cita a Carballeda quien “define la intervención social como un dispositivo dialógico que abarca ‘diferentes perspectivas de visibilidad, de enunciación, de surcos de poder y, especialmente, de formas de construcción de subjetividad’” (p.215). A su vez, la autora explica que por la complejidad de los escenarios comunitarios en que intervenimos, estos dispositivos incluyen diferentes ejes, como las demandas comunitarias, el contexto, los paradigmas científicos, discursos sociales; y analizar la relación entre los dispositivos que construimos y los procesos subjetivos que se despliegan lleva a reflexionar sobre las relaciones entre sujetxs y sociedad.
Definir la intervención como dispositivo nos permite integrar en un mapa complejo teorías, herramientas metodológicas, lógicas institucionales, normas, expresiones artísticas y creativas, procesos comunicacionales, perspectivas éticas y políticas, prácticas profesionalizadas, de manera flexible y comprometida con las necesidades de las personas y las comunidades con las que trabajamos. (Ussher, 2016, p.216)
De este modo, me pregunto sobre los procesos de construcción subjetiva en estos espacios colectivos con mujeres: como dispositivos de intervención, ¿qué visibilizan y qué enuncian?, ¿qué posibilidades abren para iniciar procesos de subjetivación y generar líneas de fuga? En relación y tensión por ejemplo a otros dispositivos como los de poder y saber mediáticos que juegan roles claves en cuanto a la creación y reproducción de verdades hegemónicas, ¿cómo desarmar esos dispositivos para entender y desmontar sus mecanismos de poder? Ante esto, como parte de nuestra intervención –en equipo junto a comunicadoras sociales de la UNSa-, llevamos noticias que tratan de diferentes maneras femicidios del área y temáticas de género, para analizar de forma crítica junto a ellas lo que esos medios dicen, qué sentidos de verdad producen, cómo los vemos operar en nuestras opiniones y formas cotidianas de relacionarnos.
Así, comienzan a abrirse ciertas discusiones al respecto, donde expresan: “a mí también me pasó de pensar por qué estaba saliendo [la mujer] si tenía dos hijos, ahora que pienso…la juzgaba desde ahí”, “para mí podemos tener ganas de salir, tener libertad, por más de ser madres”, “[en la noticia] se cuestiona lo que dice la madre de la víctima y no lo que dice el fiscal”, “se lo nombra como homicidio en vez de femicidio”, “es distinto hablar de femicidio que homicidio, por la intención, porque es asesinada por ser mujer, tiene que ver con la violencia de género”. (Registros Cuaderno de Campo, 2017). Entonces, podríamos preguntarnos por la relación de estas experiencias con posibilidades de transformaciones colectivas, y en este sentido Barrault (2008) expresa: “es en el hacer, el vivenciar y transitar por un campo de sentimientos, prácticas y pensamientos en el que la subjetividad puede transitar la experimentación”.

Me resulta potente pensar/imaginar que con la injusta inequidad de verdades que se crean y repiten desde lugares hegemónicos, en estos espacios nos animamos a hacerles preguntas a las mismas, a re-crear verdades y sentidos desde vivencias y experiencias tanto subjetivas como colectivas que allí se van entramando y problematizando, integrando sentimientos-pensamientos y expresiones en ese hacer-nos. En este sentido, habitando dos espacios de intervención comunitaria con mujeres como parte de mi proceso, me pregunto también sobre esas propuestas de juntarse entre mujeres, encontrarse, e invitarnos como equipo de salud a formar parte de esos encuentros, a pensar con ellas, a acompañarlas en construir respuestas posibles de manera colectiva y en red; ¿qué del deseo mueve este juntarse?, ¿cómo ese entramado construido con otrxs posibilita pensarse a sí mismx, sin ignorar que en sus recorridos ya vienen ensayando formas de pensarse y construir respuestas a lo que les preocupa?, ¿por qué intervenir en esos entramados como equipo de atención primaria y desde dónde?, ¿qué condiciones posibilitan este tipo de proceso de intervención?
En estos espacios se habilita encontrarnos, compartir, preguntarnos, afectarnos y discutir juntas sobre motivos relacionados con la naturalización de algunas formas de violencia, los discursos y maneras de mostrar a las mujeres en los medios masivos de comunicación, qué relaciones de poder sostienen estas formas de violencia, qué modalidades aprendidas construimos sobre el “ser mujeres”/”ser varones”, ir desentrañando de dónde vienen conformándose esas relaciones, tensionando lo personal con lo político y aspectos de la realidad macro-social. A su vez, resulta interesante pensar(nos) en cuanto a qué de esos discursos y prácticas repetimos como mujeres, y también desde Salud Pública en particular, qué “verdades” sostenemos sin preguntarnos de dónde vienen, por qué surgen. Así, creo que estos dispositivos de intervención pueden abrir una posible línea de fuga, un proceso de subjetivación distinto, ya que a su vez nacen de un malestar por las situaciones de violencia que viven como mujeres en sus comunidades, y particularmente a partir de un femicidio, es decir que se podría pensar que nacen de -o en- una “crisis”. En este sentido, Deleuze (1990, p.155) plantea que es “siempre en una crisis cuando Foucault descubre una nueva dimensión, una nueva línea”.
Ante cuestiones como violencia de género y femicidio, sobre lo que hay tanto escrito y pareciera que todo lo que se tenía o podía hacer se hizo o se viene haciendo y el contexto nos muestra una escena cada vez más recrudecida de violencias hacia las mujeres, como equipo (no homogéneo, sino diverso que armamos y vamos armando en el proceso) asumimos el desafío de intervenir ensayando otras posibilidades, junto a las mujeres de estas comunidades, que son las principales protagonistas de este proceso intenso. En este sentido, me invitan a pensar de nuevo las reflexiones de Deleuze cuando explica que todos los dispositivos se definen por su grado de novedad y creatividad, que marca al mismo tiempo su capacidad de transformarse o fisurarse. Aquí podría pensarse que lo nuevo y creativo se relaciona con abrir procesos de subjetivación que ante femicidios y violencia de género se permiten trazar fisuras en los discursos hegemónicos [1].
Por otra parte, ha habido acuerdos generados colectivamente con las mujeres, que pueden pensarse como líneas de enunciación que forman parte de este dispositivo concreto, ya que esos acuerdos son enunciados a partir de que “se hacen ver” conflictos que nos habitaban en la configuración del espacio y de los vínculos.
Considero así que este trabajo comunitario promueve pensarnos a nosotras mismas como mujeres, tanto a las que viven allí como aquellas que no vivimos pero sí trabajamos y habitamos de otras maneras esos territorios. Y hablo de un “nosotras” no homogéneo ni sencillo, todo el tiempo a construir en-tensiones, y además porque es un trabajo implicado que como parte de la intervención profesional nos pensamos con ellas en nuestro quehacer allí, nos cuestionamos prácticas y discursos, y vamos deviniendo también otras en ese proceso. A su vez, entendemos que la relación con ellas se trata de una relación de poder, en la que ocupamos una posición comos profesionales de la salud, llamadas “lic” o “doc” generalmente, que está atravesada por la institucionalidad que implica nuestra pertenencia a Salud Pública. En ese sentido, es importante destacar que nuestros contextos y posibilidades no son las mismas. Sin ignorar esto, ponemos a jugar nuestra disposición a atravesarnos por estos procesos construidos juntas, dándonos posibilidad de deconstrucción a nosotras mismas en la participación activa que también proponemos desde la intervención comunitaria, donde eso que sucede genera afectaciones diversas.
En este sentido me interesa traer una frase de una compañera de equipo, acerca del proceso de trabajo: “lo que me parece bueno es poder contar nuestras propias experiencias ahí con ellas, porque muchas veces se dice que hay que mantener distancia, no involucrarse, cuando eso nos abrió otras cosas”. Al respecto, Corea, de la Aldea y Lewkowicz plantean que hay un síntoma contemporáneo en trabajo comunitario que tiende a intervenir desde una “exterioridad estatal”, representativa, tomando a la comunidad como objeto-problema y no como sujeto de políticas. Mientras que la posición de sujeto sería la clave de una comunidad saludable, entendiendo que comunidad “es un hacer -y sobre todo un hacerse-” (2003, p.6), hacerse de una posición subjetiva, atendiendo a lo situacional de “esta” comunidad, de estos vínculos y de estos espacios de encuentro.
Teniendo en cuenta que pensarse a sí mismx se da en un proceso, creo que resulta interesante habilitarnos a cuestionarnos en el rol de “interventores” desde una visión “experta”, desde afuera, para poder generar espacios de encuentros/desencuentros genuinos, que nos permitan también aprender/des-aprender, buscando generar intervenciones situadas y comprometidas ética y políticamente.
NOTAS:
[1] Para mayor información sobre los recorridos de este proceso de trabajo con mujeres, ver otra publicación anterior en el blog de la Residencia de Psicología Comunitaria: Arri, F. (2017) http://repsicom.wixsite.com/blog-repsicom/single-post/2018/01/08/%E2%80%9CCuerpos-que-Importan%E2%80%9D-1-Trabajo-comunitario-con-mujeres-desde-primer-nivel-de-atenci%C3%B3n-en-salud-p%C3%BAblica
REFERENCIAS:
Barrault, O. (2008) Atravesar lo comunitario. Una experiencia desde la psicología comunitaria. En III Foro de Trabajo Comunitario. Cátedra Estrategias de Intervención Comunitaria, Facultad de Psicología, UNC.
Barrault, O. (2008) Psicología Comunitaria y Espacios de encuentro: una lectura desde la subjetividad. Ficha de Cátedra Estrategias de Intervención Comunitaria, Facultad de Psicología, UNC.
Bonder, G. (1998) Género y subjetividad: Avatares de una relación no evidente. En Género y Epistemología: Mujeres y Disciplinas. Programa Interdisciplinario de Estudios de Género (PIEG), Universidad de Chile.
Corea C., de la Aldea E. y Lewkowicz I. (2003) La comunidad, entre lo público y lo privado. Artículo publicado. Recuperado de https://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/La%20Comunidad%20%20entre%20lo%20Publico%20%20y%20Privado.pdf
Deleuze, G. (1990) ¿Qué es un dispositivo? En “Michel Foucault, filósofo”. Balbier, Deleuze, Frank, Glucksmann y otros. Gedisa editorial. España.
Ussher, M. (2016) Intervención comunitaria y subjetividad. Publicado en VIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XXIII Jornadas de Investigación, Décimo Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología, UBA. Recuperado de http://www.aacademica.org/000-044/591
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