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REDES EN LA COMPLEJIDAD: CONSTRUCCIONES DESDE EL QUEHACER PSICO COMUNITARIO

  • Florencia Arri (florarri87@gmail.com) y Gisela
  • 14 ene 2019
  • 9 Min. de lectura

El presente escrito tiene como objetivo compartir reflexiones y preguntas sobre procesos de trabajo en Redes de zonas norte y oeste alta de la ciudad de Salta. Como residentes de Psicología Comunitaria, trabajamos en Centros de Salud que forman parte del Primer Nivel de Atención, pertenencia que atraviesa estos procesos de trabajo, como así también los desarrollos teóricos-prácticos de nuestro campo disciplinar.

En este sentido, desde nuestro quehacer en los Centros de Salud observamos la participación desde los mismos en distintas Redes, algunas de las cuales pueden ser interinstitucionales, comunitarias, entre otras. Entre los miembrxs que participan, desde los servicios de salud mayormente asisten psicólogxs, como parte del trabajo comunitario en un primer nivel de atención.

Específicamente, como autoras de este trabajo, participamos en las Redes Comunitarias de Zona Norte y de Zona Oeste Alta.


Recuperando voces de miembrxs de la Red Comunitaria de Zona Norte, la misma se trata de un trabajo conjunto entre instituciones, organizaciones, referentes y vecinxs de esta zona, que viene desarrollándose desde el año 2008. Entre sus objetivos principales enunciados por algunxs participantes, se encuentra “forjar una unidad interinstitucional, interdisciplinaria y vecinal organizada para el servicio comunitario” (Registros Cuaderno de Campo, 2016). Así, se sostienen reuniones semanales que requieren de flexibilidad en cuanto a la movilidad, fluctuación de participantes y entrada de nuevxsmiembrxs. Además, se organizan actividades específicas como la “Semana de calidad de vida de las mujeres”, reuniones del equipo interdisciplinario sobre violencia de género y creación del “Protocolo de abordaje para casos de violencia contra la mujer" debido a la prevalencia de la problemática en la zona, entre otras actividades, acordes a las realidades de las comunidades y a las agendas de las instituciones. En este sentido, el trabajo en Red se entiende como una apuesta y desafío continuo al trabajo colectivo en un contexto cada vez más marcado por características neoliberales, como el individualismo y la fragmentación.


Por otro lado, la Red Comunitaria de Zona Oeste Alta surge en el año 2014 a partir de la preocupación de algunxsmiembrxs de diversas instituciones de la zona ante una serie de problemáticas, como ser suicidios, violencia y consumo problemático, relacionadas principalmente a la población joven. De este modo, en sus inicios se trata de una Red interinstitucional, incorporando a lo largo de los años a diferentes referentes y vecinxs de la zona, planteándose en este último tiempo como Red comunitaria. Se realizan reuniones semanales de modo itinerante donde se comparten problemáticas, posibilitando un espacio de intercambio, discusión y planificación de actividades como festivales del día del niñx, jornadas de la familia, entre otras. Esto con ciertos objetivos que guían la tarea: motivar a las instituciones de la zona a un trabajo cooperativo y solidario; promover acciones para mejorar los lazos sociales y generar espacios de contención; realizar eventos recreativos de interés comunitario.


Teniendo en cuenta nuestras experiencias en estas Redes, leemos ciertas necesidades/intereses que llevaron al surgimiento de las mismas, así como transformaciones que han ido viviendo en el marco de sus procesos y en función de lxs actores particulares que participan en determinados momentos. En este sentido, entendemos que hay problemáticas sociales complejas (como suicidios, violencia de género) que precisan de abordajes intersectoriales que tiendan a la integralidad, así como la coordinación de recursos locales, por lo cual el trabajo en Red resulta una estrategia de trabajo acorde para este fin. Además, una de las características de las Redes es que son multicéntricas, es decir que los distintos sectores y actores tienen roles importantes, estableciendo relaciones heterárquicas. Así, nos resulta significativo reflexionar sobre la participación del sector Salud en las mismas, ya que como residentes, participamos desde este ámbito.


A su vez, nos preguntamos sobre nuestro rol como psicólogas comunitarias en estos espacios de intervención: ¿qué podemos propiciar desde nuestras reflexiones/posicionamientos?, ¿qué aportes quedan como capacidad construída en lxs actores de la Red, más allá de nuestra presencia?, ¿cómo se está pensando la comunidad en las Redes?, ¿cómo se ponen en juego las tensiones entre distintos saberes?


Enredos y desenredos: algunas reflexiones desde nuestro quehacer

En primer lugar, en el marco de intervención desde un Primer Nivel de Atención en Salud Pública, nos gustaría compartir ciertos aportes del trabajo en Redes hacia el mismo. La participación de los Centros de Salud en éstas resulta sumamente importante para el trabajo desde la estrategia de Atención Primaria de la Salud, ya que promueve la intersectorialidad con el fin de articular estrategias, optimizar recursos, generar espacios de reflexión sobre las problemáticas, necesidades, potencias de los barrios y sujetxs. En la actualidad, se presentan situaciones de una complejidad tal que requieren intervenciones igualmente complejas, abarcando diversas miradas que apunten a abordajes integrales. Además, este tipo de trabajo en Redes posibilita que la institución de salud realice un trabajo “extramuros”, saliendo de los “márgenes de permeabilidad” (Coletti, 2017) demarcados por la institución, habilitando un acercamiento a lxsvecinxs, promoviendo un trabajo articulado y con otrxs. Esto a su vez, coincide con una mirada integral de la salud, entendiendo que la misma no sólo incluye la asistencia en casos de enfermedad, sino también acciones tendientes a la promoción y prevención de salud entendida como proceso.


Por otra parte, nos interesa reflexionar sobre ciertas tensiones que observamos en torno a los modos de relación y de ejercicios de poder que pueden reproducirse en el trabajo en Redes. En este sentido, un rasgo distintivo de éstas son las relaciones heterárquicas y la multicentralidad que se contrapone al paradigma piramidal, lo cual no significa actuar desde una perspectiva fragmentada o anárquica, sino que su lógica está en las conexiones múltiples: “(...) al sobreimprimir las redes sobre la fragmentación voy creando o restituyendo los lazos sin recurrir a la organización jerárquica. Al tener heterogeneidades organizadas reduzco la demanda de organización piramidal” (Rovere, 1998, p. 22). Así, si bien se plantea el trabajo desde estas características, esto no asegura que en las relaciones concretas entre personas que participan no se repitan modos de relación y de toma de decisiones hegemónicos, donde determinadxs actores adquieren centralidad frente a otrxs, o por ejemplo cierto saber -científico- se valore por sobre el saber popular, o donde se valora más la participación de ciertas disciplinas (como la médica) por sobre otras ligadas a las ciencias sociales; así como también entre lxs actores de distintas instituciones/organizaciones a veces pueden ser más tomados en cuenta los temas propuestos por el sector salud sobre otros, e incluso entre géneros sucede que se escuche más lo que plantean algunos hombres en relación a lo planteado por mujeres.


De este modo, consideramos que las Redes como sistemas complejos de relaciones entre personas, instituciones, organizaciones, y a su vez, entre instituciones y comunidades, no escapan a estas formas de reproducción desigual de poder. También entendemos que esto no se da siempre de la misma manera, sino que está en permanente tensión con la enunciada heterarquía y multicentralidad, y a su vez difiere según las características de lxs actores presentes en cada momento, en tanto la participación en las Redes es abierta.


Nos resulta interesante compartir esta visión dinámica sobre las Redes, ya que permite observarlas en su complejidad y en sus movimientos de manera crítica, evitando caer en concepciones rígidas y cristalizadas sobre el trabajo en éstas. En este sentido como psicólogas comunitarias, nos preguntamos acerca de cómo circula (o no) la palabra en estos espacios, debido a que nos encontramos en reiteradas situaciones donde se monopoliza la opinión desde algunxs actores reproduciendo relaciones de poder dominantes. Asimismo observamos que plantear estas cuestiones generalmente no es sencillo, ya que se suele ver de manera negativa el visibilizar conflictos o diferencias, esencializando el trabajo en Red como “voluntario”, “por el bien común” de tipo “armonioso” y a-conflictivo. Por lo cual, nos interesa reflexionar sobre las posibilidades que puede propiciar habilitar el reconocimiento de la conflictividad inherente, de modo que ayude a pensarnos como integrantes diversxs de una Red y a buscar estrategias de trabajo en común reconociendo los distintos saberes, visibilizando y a su vez evitando situaciones de dominación, aprendiendo de manera mutua y generando acuerdos dinámicos. Creemos que parte de nuestro quehacer está relacionado con abrir espacios/formas para propiciar la circulación de la palabra, la posibilidad de entender la diversidad/el conflicto como reconocimiento de la alteridad y las alternativas de creación que esto nos permite.


Así también, como parte de nuestro quehacer nos inquieta reflexionar sobre cómo se construyen relaciones y formas de decisión más democráticas, de manera colectiva; reconociendo la diversidad y posibilitando que los conflictos se trabajen; que las diversas voces sean escuchadas con respeto, reconociendo a su vez los objetivos de las Redes; que las decisiones y acciones de las mismas no recaigan en figuras individuales sino que la labor en común prime, entendiéndose el carácter de reciprocidad inherente al trabajo en éstas. Lo cual apunta a que la participación de lxsmiembrxs no se piense desde un lugar pasivo como pedidos de ayuda y respuestas automáticas ante estos, sino que el espacio mismo convoca a las personas y a su vez esas personas se ven convocadas por la tarea en la Red.


Asimismo, creemos que es necesario comprender que si bien se plantean objetivos en común que guían el accionar de la Red, se ponen en juego distintos intereses de lxsmiembrxs que algunas veces no son explicitados, cayendo en el riesgo de que entren en pugna e interfieran en la planificación y desarrollo de las actividades. Quizás un desafío desde nuestro rol es problematizar aquello que se plantea como dado y naturalizado en estos espacios, recuperando las voces que suelen estar silenciadas o no tomadas en cuenta. A su vez, propiciar que circule la palabra, que se generen intercambios, reconocer los distintos saberes, tomar decisiones desde una posición crítica. Para lo cual creemos significativo incorporar como herramienta en las Redes el “parar” a pensar, pensarnos como Red en nuestros objetivos, en planear intervenciones de forma situada teniendo en cuenta recursos y posibilidades así como dificultades, dándonos tiempo para discutir, planificar y evaluar actividades. En este sentido, y desde estas lecturas situadas que vamos construyendo en este hacer, creemos importante propiciar la construcción de intereses colectivos (no sólo de algunxs actores), de modo tal que las intervenciones que se hacen desde la Red no deriven en intervenciones acríticas que encubren intereses individuales, más ligadas a los temas de agenda de instituciones que a las lecturas dinámicas y situadas a partir de las cuales se originan estas Redes.

Siguiendo este sentido, coincidimos con Ussher (2016) quien plantea que “no es tarea fácil incorporar en las prácticas institucionales los saberes comunitarios, hacerlos dialogar con las lógicas profesionales y sectoriales, generar espacios donde se recuperen y valoren las estrategias que las comunidades construyen desde el esfuerzo cotidiano, la resistencia, la preservación de la vida” (p. 218). Por lo cual, consideramos que resulta necesario desarrollar espacios de producción colectiva en pos de lograr una convergencia de saberes diferentes, más allá de la interdisciplina e intersectorialidad incorporando saberes populares, para que este proceso redunde en la construcción de saberes compartidos en torno a la comunidad, sus necesidades y el quehacer en Red. “Esto nos implica salir de los lugares confortables y rígidos, aceptar el no saber, el conflicto como inherente, los movimientos constantes, resaltando una imagen de intervención incómoda que da cuenta de un proceso en el que nunca nos acomodamos de manera definitiva.” (Ussher, 2016, p.218).


Así también nos preguntamos acerca de cómo se propicia la participación de la comunidad en las Redes comunitarias, en tanto que en muchos casos se encuentran conformadas mayormente por instituciones que abordan problemáticas de la zona, las cuales generalmente se entienden y trabajan desde miradas institucionales, alejándose de los sentidos locales. En relación a esto Corea, de la Aldea y Lewkowicz (1998) plantean:


(...) la fortuna del término comunitario ha venido determinada últimamente como adjetivo que califica a otro término -más sustantivo-: enfoque comunitario, perspectiva comunitaria, abordaje comunitario. Lo sustancial (lo sustantivo) se ha desplazado de la comunidad al enfoque, a la adopción de una perspectiva, al abordaje. Los tres términos tienen algo en común: no hablan desde la interioridad de una comunidad que efectivamente se constituye a sí misma como comunidad, sino desde un exterior estatal, representativo o instrumental que considera aquello como un objeto-problema (p.1).


Es así que cabe reflexionar qué lugar y qué posibilidades se les da a las comunidades en el trabajo en las Redes, ¿acaso quienes participamos en las Redes representamos lo que le sucede a la comunidad? ¿Desde dónde hablamos al expresar las realidades que observamos? ¿Qué perspectiva tenemos de lxssujetxs de lxs que hablamos? Es necesario poner a reflexión y discusión aspectos como estos, en tanto muchas veces el sentido del quehacer se pierde al no estar sustentado en un análisis y planificación incorporando a la comunidad de manera activa en las distintas partes del proceso.


Finalmente, y sin buscar cerrar sentidos, sino poder abrir a otras reflexiones y formas de intervención, cabe mencionar que en un contexto capitalista y neoliberal que tiende a la fragmentación y segregación, consideramos que el trabajo en Redes comunitarias posibilitan una apuesta a revalorizar el sentido de comunidad, los lazos sociales, a ponderar y potenciar la capacidad de acción de las comunidades, una posibilidad para abrir espacios de reflexión con otrxs, donde habilitarnos a pensar complejidades y estrategias de abordaje situadas.


Bibliografía:

Arri, F. (2016) Lectura de la Realidad Institucional. Centro de Salud Nº 55 “San Roque” - Bº 17 de Octubre. Residencia de Psicología Comunitaria, Salta. No publicado.

Arri, F. (2017) Lectura de la Realidad Comunitaria: Cartografiando territorios con y en movimientos. Centro de Salud Nº 55 “San Roque” - Bº 17 de Octubre. Residencia de Psicología Comunitaria, Salta. No publicado.

Coletti, F. G. (2016) Lectura de la Realidad Institucional. Centro de Salud N° 65 “17 de Mayo”. Residencia de Psicología Comunitaria. Salta. No publicado.



 
 
 

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