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El andar zigzagueante: procesos, miradas y devenires de la lectura comunitaria

  • Lic. Virginia Merlo - merlo.vir@gmail.com
  • 4 feb 2019
  • 14 Min. de lectura


Obras de la artista japonesa Yayoi Kusama

En el marco del Programa 2017-2020 de la Residencia de Psicología Comunitaria, se nos propone, a lxs residentes de primer año, realizar en el segundo semestre del año una Lectura de la realidad institucional-comunitaria con foco en la comunidad. La misma implica poder mirar los diversos escenarios de intervención desde el equipo de salud, las redes y referentes locales existentes, las políticas públicas y los procesos comunitarios en un contexto situado, partiendo de la “necesidad de fomentar estrategias donde lo comunitario esté articulado con la trayectoria del equipo de salud” teniendo en cuenta la complejidad de involucrar “la participación de integrantes de la comunidad en el proceso de producción de conocimientos científicos” (Pauloni, 2017).

En ese sentido, algunas preguntas que me hice en este momento del proceso, y que considero importante no perder de vista, son ¿por qué hacer una lectura de la realidad comunitaria? ¿qué nos habilita esta lectura? Pienso que esta lectura posibilita conocer las realidades que viven lxs vecinxs del área, lxs usuarixs del Centro de Salud, las necesidades sentidas por la comunidad. ¿Y esto que utilidad tiene para lxs equipos de salud? Entiendo a la salud desde una perspectiva integral, como un complejo socio-histórico que configura prácticas de la vida cotidiana, los modos de enfermar y vivir, la accesibilidad a derechos, los recorridos realizados en los procesos de salud-enfermedad-atención de las comunidades desde una visión que contempla la interseccionalidad[1] como categoría que incide en estos procesos. En ese sentido, conocer las realidades comunitarias aporta a complejizar la mirada y elaborar estrategias vinculadas a la atención, prevención de enfermedades y sufrimientos y la promoción de hábitos saludables que repercutan en una mejora en la calidad de vida de las personas, todos éstos pilares fundamentales de la estrategia de APS en la cual se sustenta nuestro trabajo en los Centros de Salud.

En este marco, atravesado por complejidades, multiplicidades y diversidades de procesos, realidades y miradas, me embarqué sin saber muy bien cómo, a comenzar formalmente mi lectura de la realidad comunitaria (LRC). Y digo formalmente porque esta instancia es un devenir en proceso, ya que desde que me inserté en el Centro de Salud, me encuentro en permanente co-construcción de conocimientos.

En este sentido, me interesa compartir mi acercamiento a un merendero, ubicado en uno de los barrios que componen el área del Centro de Salud en la que estoy trabajando, localizado en la zona oeste baja de la ciudad de Salta.


Encuentros en los caminos: acercamiento a un merendero[2] de la villa


Mis compañerxs del Centro de Salud estaban al tanto de mi proceso de lectura comunitaria, sobre todo lxs agentes sanitarixs3 que eran a quienes recurría para recorrer los barrios y para que me ayuden a mapear las instituciones y lxs referentes barriales. En esos meses, conocí a dos referentes de la C.C.C (Corriente Combativa Clasista), organización socioterriorial que responde al partido PCR, que administraban merenderos de sus respectivas Villas. Ellas me comentaron, en diferentes encuentros con cada una, de qué se trata la organización a la que pertenecen, cómo habían llegado allí y qué actividades a cambio del salario social que cobran a través de la tarjeta Argentina Trabaja[3].

En este proceso, por diferentes circunstancias terminé acercándome a uno de los merenderos mencionados anteriormente, el mismo administrado por N., dueñx de la casa donde funciona este espacio. La primera vez que fui, me encontré con varias mujeres jóvenes charlando en la vereda, estaban por empezar a limpiar y hacer la merienda para lxs chicxs, eran aproximadamente las tres de la tarde. N.[4] me contó que las actividades que realizaban como contraprestación por el salario social eran de mantenimiento del arroyo, limpieza y mantenimiento del barrio, desmalezado, el merendero y una comisión de deportes para niñxs. También tienen un ropero comunitario, entregan ropa gratis a aquellxs vecinxs que no pueden comprarla y a otrxs se la venden a precios accesibles. Además, empezaron a hacer juguetes con la ropa que no está en condiciones, con la idea de regalarlos el Día de lxs Niñxs.

El merendero funciona de lunes a viernes de 17 a 19hs., asisten unas 50 personas por día de diferentes edades pero principalmente niñxs, y trabajan ahí siete mujeres encargadas de la limpieza, hacer la merienda y atender a lxs comensales.


“Nos autoabastecemos con lotas[5], estamos esperando que salgan los papeles para que nos subsidien las cosas porque no tenemos plata para nada. La comisión de deportes no tiene pelotas ni lápices de colores.. nada” ​(Registro de campo).

Si bien pertenecen a una organización social, el merendero se sostiene como contraprestación laboral a cambio de un salario social que equivale a la cuarta parte del dinero que necesita una familia tipo para vivir hoy en Salta[6], y no reciben dinero para comprar insumos de ningún tipo, por lo que este es un espacio autogestionado.

Estas mujeres tienen un registro positivo acerca de las actividades que realizan, que pienso podrían ser parte de la motivación que las mueve a sostener estos espacios a pesar de lo difícil que es hacerlo de manera autogestiva.


“Está bueno hacer esto, que vengan a jugar, que vivan su edad, que no vean eso, la violencia, la droga... Acá se entretienen… porque con lo que viven les roban la inocencia” (registro de campo).

Esta expresión sobre el merendero y las actividades que se realizan desde la comisión de deportes principalmente con niñxs, me hacen pensar en estos espacios como dispositivos de prevención inespecífica del consumo de sustancias. Esta hace referencia a espacios de promoción de salud, de contención, escucha y potenciadores de derechos, como el derecho de lxs niñxs a jugar y a un ambiente libre de violencias, como así también como espacios que apuntan a reforzar capacidades creativas y los vínculos de lxs sujetxs (Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes de la Provincia de Santa Fe, s/f). Me parece interesante y potente pensar en este espacio del merendero en tanto reúne vecinxs de diversas edades, entre ellxs algunos de lxs “piperos” (jóvenes del barrio identificados como consumidores de pasta base), por lo que es un lugar que deseo seguir transitando para poder irme encontrando con otras voces.

Otra cuestión que mencionó N. tiene que ver con la dificultad que encuentra para que la gente participe de ciertas actividades a las que lxs convocan.


“Este barrio es jodido, es muy duro trabajar acá. Han venido un montón de organizaciones a dar cursos y la gente no va”​ (registro de campo).

Ante este planteo, muy similar a lo que planteaba el equipo del centro de salud[7] , indagué acerca de cuáles creía que eran los motivos por los que esto pasaba:


“Creo que es porque la mayoría del barrio somos mujeres, madres solteras, y tienen que trabajar. Las más jóvenes son madres cómodas, con maridos vagos, que roban, consumen, venden drogas, las maltratan. Tengo que andar buscándolas.”

“Mi pareja dice que es la época, no hay trabajo, la gente está deprimida, vencida, que tiene mucho que ver con la situación del país”.

Estas afirmaciones me hacen reflexionar sobre algunas cuestiones, y esto quizás requiera desglosarlas por lo profundo de sus contenidos.

En primer lugar, se menciona que la mayoría de las personas que habitan la Villa son mujeres, solteras, con hijos y sostén de sus familias. Esto me hace pensar en el concepto de feminización de la pobreza, el cual alude:


“creciente empobrecimiento material de las mujeres, el empeoramiento de sus condiciones de vida y la vulneración de sus derechos fundamentales. (...) Uno de los efectos más rotundos de los programas de ajuste estructural inherentes a las políticas neoliberales es el crecimiento del trabajo gratuito de las mujeres en el hogar, resultado de los recortes de los programas sociales por parte de los gobiernos: aquellas funciones de las que el Estado abdica -salud o nutrición o educación, entre otras- vuelven a recaer en la familia. (...), ya que el trabajo no remunerado que realizan las mujeres en el hogar les impide acceder a trabajos que requieran dedicación exclusiva” (Cobo, 2006).


En el contexto actual, el ajuste económico que viene implementando el gobierno repercute fuertemente en las familias y principalmente en la vida de las mujeres encargadas del cuidado de lxs hijxs y del mantenimiento del hogar, tareas que realizan de manera gratuita e invisibilizada social, cultural y económicamente como trabajo. Además, en muchos casos estas actividades se suman como una doble y hasta triple carga laboral cuando realizan trabajos fuera del hogar. Esta sobrecarga de trabajos en la vida de las mujeres incide en sus vidas cotidianas afectando su salud, teniendo poco o nulo tiempo para actividades de ocio y de encuentro con otras personas que posibiliten el sostenimiento de lazos afectivos. Vinculado a esto, el merendero y la comisión de deportes, son sostenidos por mujeres, y la mayoría de las personas que llevan adelante las actividades de militancia de la C.C.C en estas dos villas son mujeres. Continuando con una línea de pensamiento en clave de género, pensando que muchas de estas actividades consisten en tareas de cuidado, limpieza, mantenimiento de la zona, organización en torno a problemáticas y necesidades sentidas por lxs vecinxs, y en tanto estas podrían pensarse como un reflejo de los estereotipos acerca de los roles de las mujeres en la sociedad (encargadas del cuidado de niñxs y enfermxs y de las tareas domésticas, sensibles, empáticas “por naturaleza”), ¿podría hablarse de una división sexual de las actividades de participación en este contexto atravesado por múltiples vulneraciones de derechos y de feminización de la pobreza?


En segundo lugar, pienso en la descripción que se realiza de las mujeres jóvenes del barrio como “cómodas”, y vinculadas con varones que ejercen violencia hacia otrxs y hacia ellas, lo que visibiliza una vez más la problemática de la violencia de género y de consumo de drogas en la Villa. Ahora bien, ¿Cómo esta complejidad social configura el uso de los espacios públicos parte de las mujeres, sus relaciones sociales, laborales, afectivas y las condiciones de posibilidad de pensarse y participar de ciertas actividades? En relación a la ausencia de espacios de cuidado para lxs niñxs, y parafraseando a la arquitecta Ana Falú (2018), me pregunto ¿cuánto de lo material, lo construido en los barrios, la redistribución de los bienes urbanos[8] tiene que ver con las mujeres y nos/las afecta de manera diferencial en el uso de los territorios y los espacios públicos?

Además, esto también podría leerse como una visión que se tiene acerca de las juventudes de los barrios populares. Entiendo que la complejidad que atañe las representaciones sociales sobre lxs jóvenes podría ser una cuestión a re-pensar en el proceso de mi estar en estos barrios, apuntando a conocer no sólo la mirada que tienen lxs adultxs sino también, y principalmente, la que tienen lxs propixs jóvenes sobre sí mismos y sobre sus pares.

Por otro lado, me parece interesante la lectura que realiza la pareja de N. acerca de la participación de lxs vecinxs en las diversas actividades que se les proponen, en cuanto a cómo se configuran las subjetividades en este contexto atravesadas por condiciones materiales de existencias precarizadas y vulnerabilizadas, y cómo esto incide en los intereses, deseos, tiempos y espacios habitados.

A su vez, si bien tanto N. como mis compañerxs de equipo plantean la falta de participación, al mismo tiempo, las actividades que realizan las personas nucleadas en la C.C.C, si bien son en forma de contraprestación salarial, son un modo de participar en actividades que implican el mantenimiento de sus barrios y de crear y sostener espacios que además de satisfacer necesidades sentidas por la comunidad como la falta de comida, se pueden pensar como lugares de reunión y compartancia entre vecinxs, de escucha, contención y acompañamientos.

Respecto a la participación y la organización de lxs vecinxs, considero necesario aquí retomar algunas cuestiones vinculadas a la historia de estos barrios que pude conocer leyendo las evaluaciones de Solana Sagués, sobre su paso como residente por este centro de salud.

Una cuestión común en la historia entre los barrios y las villas que componen el área de responsabilidad, es que fueron construidos por lxs propixs vecinxs a partir de un programa del estado, el PROVIPO, y en base a la organización y lucha por las tierras, y posteriormente los servicios. Siguiendo a Sagués (2013), otra de las cuestiones comunes tiene que ver con el crecimiento de las Villas, que lxs vecinxs describen que en sus comienzos eran como “un pozo”, con condiciones muy precarias y sin servicios, en condiciones inhabitables. Estas problemáticas fueron el puntapié inicial de la creación de tres centros vecinales, de los cuales actualmente solo uno se encuentra en funcionamiento. En este sentido me pregunto ¿qué huellas de esta historia de organización y participación, de luchas y resistencias, conforman las memorias colectivas de las personas de estas villas? ¿qué de estas opera actualmente?

Esto me hizo pensar en algunas cuestiones trabajadas en el espacio docente sobre aportes de la de Filosofía a la Psicología Comunitaria que se sostiene en la Residencia en torno al concepto de ​resistencia​. Esta palabra proviene del latín resistentia, nombre de cualidad del verbo resistere: mantenerse firme, persistir, oponerse reiteradamente sin perder el puesto, y a su vez palabra compuesta del prefijo re- que indica la intensificación de la acción, reiteración o vuelta atrás, y el verbo sistere que significa establecer, tomar posiciones, asegurar en un sitio (Coromines, 1954 en Vargas Maturana, 2012). “Por lo tanto, la acepción es la reincidencia de situarse fijamente en una posición y sin ninguna variación, forjando oposición ante cualquier fuerza contraria” (Vargas Maturana, pp.8, 2012).


Siguiendo a Vargas Maturana (2012), la resistencia, como instrumento teórico de la construcción histórica, se vincula al análisis de la dialéctica de dominadores-dominados, y se despliega en los campos de las relaciones de poder, donde las personas manifiestan, explícitamente o no, roces y luchas producto de las diferencias de intereses individuales y colectivos, propósitos, tendencias, identificaciones. A su vez, dentro del campo “psi”, la resistencia se relaciona con una conducta de oposición de una persona frente a otra/s, y puede ser positiva o negativa. Mientras que en las ciencias sociales, principalmente en las corrientes de pensamientos posmodernas y poscoloniales, a grandes rasgos y salvando las distancias entre estos posicionamientos, se relaciona al concepto de resistencia con los de poder, hegemonía, subordinación (Scott en Vargas Maturana, 2012).

En este sentido, y volviendo a lo que sucede en la cotidianidad de lxs vecinxs de las Villas, como mencioné anteriormente algunxs de ellxs se nuclean en la C.C.C. (Corriente Combativa Clasista). El nombre esta organización alude a la identidad de quienes la conforman, personas que viven en los barrios, que sufren diversas opresiones y vulneraciones de derechos, y que se organizan en los espacios donde desarrollan su vida cotidiana para beneficiar a sus vecinxs. En palabras de una delegada, el merendero es un lugar para ​“los niños y sus familias que no tienen qué comer”.

Entiendo que ante la desidia y el corrimiento de el estado de su rol de garante de derechos, y también bajo lógicas clientelares (si no participan de las actividades de la C.C.C, se les descuenta dinero del salario mensual) estxs vecinxs del barrio se organizan para paliar, resistir, en sus territorios, una situación estructural, la falta de trabajo y en consecuencia de dinero para poder tener comida en sus propias casas. Al mismo tiempo, muchxs participan en esta organización política porque es la única que les ha dado respuestas.


“yo estoy muy agradecida a la CCC, gracias a estar ahí mis hijos tienen sus terrenos” (Registro de campo).

En este sentido, la lógica clientelar es entendida como una “relación social que se produce en un espacio microsocial, en forma personal, voluntaria y legítima entre quien detenta poder político desde una estructura política partidaria o desde un organismo estatal y la ciudadanía” (Etchebehere, Negrín, Paolucci, s/f). Esta relación social también puede pensarse como una estrategia de supervivencia al operar de mediadora para garantizar el acceso a derechos básico fundamentales que se encuentran insatisfechos, como la vivienda. “Además, estas relaciones también funcionarían para aumentar su capital social, ya que (...) permite establecer vínculos con personas de la comunidad, entre otros barrios y con personas con mayor poder e influencia” (Etchebehere, Negrín, Paolucci, s/f).

Por lo tanto, esta organización de lxs vecinxs en torno al merendero también puede leerse como una resistencia al hambre y la desocupación, ante la cual se nuclean y participan activamente sosteniendo día a día el merendero de manera autogestiva. Resisten en los barrios, y también en las calles, participando de movilizaciones y manifestaciones.


“la marcha es la única manera de hacernos escuchar, a veces el gobierno de pone duro, somos pacíficos, no rompemos vidrieras ni hacemos pintadas” ​(Registro de campo).

Con mayor o menor información acerca de por qué participan allí, resisten ocupando el espacio público, visibilizando ante aquellxs que no quieren ver o que deciden ser indiferentes. Resisten alzando la voz, poniendo el cuerpo, individual y colectivamente, luchando por sus derechos y por lo que creen justo. Tomando a Foucault, podría pensarse el tomar al espacio público como técnica de poder, como la correlación de fuerzas que se pone en juego en la lucha y la resistencia contra el estado vulnerador. Resisten porque se niegan a ser sujetxs-sujetadxs, a quedar atrapadxs en la crisis social, histórica, cotidiana, porque al decir de Quiroga (2014), de otra manera no podrían posicionarse como protagonistas de ese acontecer histórico, de los cambios y las transformaciones sociales que se persiguen.

Resistir, entonces, como modo de generar una subjetividad otra, como modos de pensar-sentir-actuar diferentes a los impuestos en tiempos de capitalismo y neoliberalismo que apelan a la individualidad y la meritocracia, resistencias que se aúnan en pos de encarnar luchas colectivas que conduzcan a una mejora en la calidad de vida. ¿Qué otras resistencias se están dando en las villas y barrios que conforman el área de responsabilidad? ¿qué resistencias hay en la salud pública salteña, el centro de salud, en el equipo?

Pienso también en lo que se dice acerca de la no-participación de lxs vecinxs en las actividades que convoca el centro de salud, en las que convocan desde la C.C.C y otras organizaciones que han estado en los barrios, me pregunto, ¿serán tal vez estas negativas a participar modos de resistir a lo institucional? ¿se resisten lxs vecinxs a participar de actividades que convocan instituciones del mismo estado que vulnera sus derechos? parafraseando a Kusch, ¿por qué buscar afuera la resolución a sus necesidades cuando es el mismo afuera el que les genera los sufrimientos?


Reflexiones en los caminos…


Realizar una lectura comunitaria es un proceso que, como mencioné al comienzo, deviene de lo anterior, y que prosigue en mi estar siendo dentro del centro de salud, en los barrios y villas que transito cotidianamente, en los encuentros con lxs vecinxs y con mis compañerxs de equipo, se va nutriendo de miradas y lecturas, es un proceso dinámico y en constante movimiento siempre realizado con otrxs.

Y en eso estamos…caminando las comunidades, los centros de salud, los barrios, la residencia, la vida, la salud pública. Andamos caminos zigzagueantes, que van para atrás y para adelante, para los costados, para arriba y para abajo, para las diagonales. Los múltiples caminos se entrecruzan una y mil veces. Y en ese andar los caminos nos vamos encontrando con otrxs, vamos conformando grupos y equipas, de reunión, de trabajo, de amistades. Nos interpelan las violencias, los dolores, las fatalidades, y también las bondades, las solidaridades, las redes entretejidas que encontramos, y las que vamos creando. Se van sucediendo los encuentros, cara a cara, entre muchxs, con afectaciones, deseos, posicionamientos, conflictos y acuerdos. Es en las dinámicas de los encuentros en los que podemos sentipensar distinto, dar lugar a las diferencias y al despliegue de los diversos sentidos que nos atraviesan para poder co-construir sentidos nuevos, recrear otros viejos, movilizar los sentidos. Espacios de encuentro como espacios de resonancias, de creación, de trabajo y de cuidado. De compromiso entre nosotrxs como equipo, de compromiso con lxs vecinxs, lxs usuarixs y la salud pública. Compromiso con nuestras propias utopías, que nos mueven a caminar zigzagueantemente para re-encontrar-nos, para transformar y transformarnos.


Bibliografía


Carballeda, A.J.M. (2014) Intervención, Escenarios Sociales y Acontecimiento. Ediciones digitales Margen. Formato e-book.

Cobo, R. (2006) Feminización de la pobreza. Disponible en: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article620

Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes de la Provincia de Santa Fe (s/f) Aportes sobre consumo problemático de sustancias psicoactivas para una política pública integral destinada a niños, niñas y adolescentes. Santa Fe, Argentina.

Etchebehere, Negrín, Paolucci (s/f). Ateneo: Clientelismo Político. Residencia de Psicología Comunitaria. Salta, Argentina.

Vargas Maturana J.A. (2012) A propósito de la resistencia como propuesta teórica del estudio histórico. Revista Tiempo y Espacio. Universidad del Bío-Bío. Chillán, Chile. Pp 7-22.

Universidad de Concepción, Chile. Disponible en:

www.ubiobio.cl/miweb/webfile/media/222/Tiempo/2012/%2328.01.pdf

Pauloni, C (2017) Programa Residencia Psicología Comunitaria. Dirección de Primer Nivel de Atención Área Operativa Norte. Ministerio de Salud Pública de Salta. Salta, Argentina.

Sagués, S. (2013) Diagnóstico Comunitario. Residencia de Psicología Comunitaria.

Salta, Argentina.



Notas

[1] La interseccionalidad es el fenómeno por el cual cada individuo sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales. El término fue acuñado por Kimberlé Crenshaw en 1989, feminista negra que planteó las desigualdades y opresiones que sufren las personas en la combinación de categorías como clase social, etnia, género. Por ejemplo, una mujer blanca, heterosexual y de clase media no sufrirá las mismas opresiones, y por ende tendrá más privilegios, que una mujer negra, pobre y lesbiana.


[2] Espacio en la casa de una vecina donde se da la merienda a lxs niñxs del barrio de manera gratuita. 3 Trabajadorxs del sistema de salud salteño considerados uno de los “pilares fundamentales de la Atención Primaria de la Salud” (web del Ministerio de Salud Pública de Salta), cuyo rol consiste en articular el vínculo entre la comunidad y el sistema de salud pública.


[3] Programa dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que tiene como objetivo generar empleo formal y la ejecución de trabajos de mejoramiento de infraestructura de los barrios en beneficio de la comunidad.


[4] Por cuestiones de confidencialidad se utiliza sólo la inicial del nombre.


[5] Sorteo de objetos, alimentos, etc. que se realiza vendiendo boletos con números entre varias personas y eligiendo uno al azar.


[6] https://www.lagaceta.com.ar/nota/781444/actualidad/familia-tipo-necesita-mas-20000-para-no-ser-po bre.html


[7] http://repsicom.wixsite.com/blog-repsicom/single-post/2018/05/07/SENTI-PENSANDO-LA-SALUD-P%C3 %9ABLICA-EN-SALTA-ACERCA-DE-LA-LECTURA-DE-LA-REALIDAD-INSTITUCIONAL-Y-COMUNITARIA-CON-F OCO-EN-LO-INSTITUCIONAL).


[8] Con bienes urbanos me refiero a escuelas, centros de salud, servicios de alumbrado público, espacios verdes y recreativos, etc.

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