Alto EmbROLlo [1]
- Lic. Rocío Quinteros Molina
- 18 mar 2019
- 11 Min. de lectura

Escribir… ¿cuáles son las posibilidades de la escritura? ¿qué sentidos pueden encontrarse detrás de la tarea de escribir? ¿qué descubrimos como potencias en el hecho de plasmar una serie de pensamientos en un escrito? ¿en qué puntos se encuentran la escritura con la psicología comunitaria? ¿cómo es la escritura desde la psicología comunitaria? estas son algunas preguntas que me plantee al comenzar el desarrollo de la última evaluación, en donde se nos propuso reflexionar respecto al rol del/la Psicólogx Comunitarix. Me parece interesante compartir estos cuestionamientos al comenzar este artículo del blog, a modo de invitar-nos a repasar, comentar y debatir acerca de las conexiones posibles que encontramos entre la escritura y el trabajo desde la disciplina.
A modo de cierre del proceso que constituye nuestro segundo año de formación se nos invita a detenernos a pensar sobre el ROL del/la Psicólogx Comunitarix… ese fue el foco de análisis que estructuró nuestra escritura, como la columna vertebral alrededor de la cual se fueron desarrollando otras reflexiones. Cuando supe que nos correspondía pensar más profundamente en el rol (teniendo en cuenta que es algo de lo que siempre nos estamos ocupando, reflexionando, cuestionando, pero ahora revestía una mirada particular) me pregunté ¿qué entendemos como rol?, ¿cómo y qué delimita el rol?, ¿para qué o para quiénes es importante tal delimitación?, ¿qué sentidos y potencias reviste el pensar sobre el rol de la psicóloga comunitaria?. Al respecto, considero que en primera medida podríamos arriesgarnos a decir que se trata de algo complejo, con múltiples aristas para revisar y profundizar… y en ese sentido, estas primeras reflexiones me hicieron pensar: ¡alto embrollo!, y me hicieron sentir la necesidad de establecer -en alguna medida- un poco de orden a este lío.
CONSTRUYENDO EL “ROL” DE LA PSICÓLOGA COMUNITARIA [2]
En la intención de poner un poco de orden a este embrollo, me parece importante rescatar como primera cuestión el hecho de que entiendo el rol -quehacer- como algo en constante construcción y evaluación… al respecto me preguntaba, ¿cómo se configura el rol de la psicóloga comunitaria?, ¿a qué me refiero con el carácter flexible del rol?, ¿qué implica esa flexibilidad y cómo “definimos” el rol haciendo lugar a lo posible?, ¿cuáles son las variables que intervienen en dicha construcción y le imprimen ese carácter flexible?
Creo, en diálogo con las reflexiones que plantea Rodigou (2002), que pensar el quehacer implica necesariamente mirar y analizar las realidades en las que intervenimos… y algo ineludible de dichas realidades es su carácter cambiante, dinámico… es decir, percibimos -en el trabajo cotidiano- que el contexto se va modificando, van ocurriendo pequeños y múltiples hechos que le imprimen un carácter particular a cada territorio de intervención. Es a partir de este registro que realizamos lecturas críticas de contexto en cada lugar en el que desempeñamos nuestra tarea.
Además, en el hacer, realizamos un trabajo con otrxs, múltiples otrxs, diversxs otrxs. Ellxs son dinámicxs, cambiantes, particulares. En el encuentro percibimos también ese movimiento.
Y, por otro lado, me parece necesario considerar nuestra propia subjetividad, nuestra historia… aquellos fragmentos que nos hacen ser quienes somos y que conectan en distintas situaciones con las personas con las que trabajamos cotidianamente… en relación a ello, considero que la herramienta de la problematización nos permite ir revisando nuestros posicionamientos y posibilita el ir transformándonos en el proceso.
Podría pensarse a estas variables como pistas en relación al movimiento y a las diferencias, lo cual me lleva a considerar la necesidad de construir un rol flexible, que contemple la posibilidad de ir adecuándose al contexto particular en el que se realizan las intervenciones…
DESEMBROLLANDO EL ROL: algunas particularidades del quehacer desde la Psicología Comunitaria
A continuación, pretendo compartir algunas particularidades del hacer que -a mi entender- imprimen cierta especificidad a la disciplina.
En relación con lo planteado en el apartado anterior, considero que una particularidad del trabajo que realizamos tiene que ver con la premisa “conocer para -a partir de allí- intervenir”. Creo que esta actitud que adoptamos desde la Psicología Comunitaria surge desde el intento de reconocer una realidad que nos preexiste y que continuará su proceso una vez que nosotrxs ya no trabajemos allí… constituye un posicionamiento (entre otros muchos posibles) que se articula con la dimensión ética de la Psicología Comunitaria que plantea el reconocimiento del otrx en toda su potencia, registrando múltiples lecturas contextuales que nos ayudan a comprender la realidad como algo dinámico y cambiante. Se conforma como un modo particular de conocer en donde se pretende entrelazar diferentes miradas, no sólo académicas o institucionales, sino donde se incorpore la perspectiva de lxs vecinxs y demás actores sociales con los que se trabajará.
Otra de las particularidades del trabajo tiene que ver con el “hacer-junto-a-otrxs”. Esta dimensión es transversal a la práctica y reviste múltiples sentidos… por un lado, esxs otrxs serán lxs vecinxs con lxs que trabajaremos: me parece fundamental registrar la necesidad de reconocimiento de lxs sujetxs involucradxs en los procesos en los que intervenimos, como actorxs activxs que inciden en su realidad, portadorxs de saberes populares que deberemos registrar y recuperar a la hora de planificar intervenciones, con el objetivo de que sean oportunas para esa comunidad particular; por otro lado, otrxs compañerxs de trabajo, otrxs con los que “armamos equipo”: parte de nuestra intervención implica realizar acciones para la conformación de equipo/s, reconociendo la complejidad de los problemas con los que trabajamos y registrando aquellas múltiples aristas que se pretenden abordar de manera integral en el campo de problemas al que nos enfrentamos.
Además, me interesa retomar otros tres elementos que considero claves del hacer desde la psicología comunitaria: el diálogo, la problematización y las afectaciones.
En primer lugar, propongo el reconocimiento del Diálogo como elemento que ocupa un lugar privilegiado en la construcción del quehacer psico-comunitario. Al respecto, Fucks (2007) plantea que conocer la potencialidad del mismo será necesario para construir relaciones con quienes se trabaja que ayuden a comprender cómo manejar las diferencias y elaborar -siempre con otrxs- estrategias que permitan generar condiciones de posibilidad diferentes. Entiendo que se pueden percibir diferencias cuando se construyen relaciones desde el reconocimiento del otrx. Generar establecimientos de vínculos genuinos, desde un posicionamiento de respeto por el otrx y sus diferencias, favorecerá la posibilidad de entablar diálogos constructivos. A continuación, comparto una viñeta a modo de ilustrar en alguna medida esta idea:
“estoy trabajando con jóvenes, armando equipo con compañeras que no pertenecen al equipo del Centro de Salud. Es por ello que pienso en la potencia de devolver a mis compañerxs del CS algunas de las cosas que vamos trabajando con lxs pibxs para conocer su percepción, ya que vengo registrando que lxs jóvenes no se acercan a la salita y me dicen que es porque lxs han tratado mal (...) me encontré hoy con X (administrativx), y pudimos conversar sobre lo que vengo trabajando con lxs pibxs. Fue un encuentro muy gratificante, registré su atención ante lo que le venía contando, creo que el vínculo que nos relaciona favoreció el hecho de que podamos escucharnos y dialogar desde un lugar de respeto y valoración (...) lxs pibxs me acompañaron al centro de salud a buscar unas planillas y en el rato que me esperaban se acercó X a ellxs y les ofreció abrirles una historia clínica así cuando necesiten podían ir a la salita a hacerse atender!!! ” (Registros de cuaderno de campo, 2017-2018).
Otro de los elementos seleccionados es la Problematización, caracterizada por Montero (2004) como un proceso psicosocial que cumple una función fundamental, tanto en el mantenimiento como en la transformación de las condiciones de vida. La autora plantea que este proceso consiste en analizar críticamente aquello conocido, las maneras de ser y estar en el mundo, tiene que ver con la posibilidad de cuestionar aquello recibido, estable, para poder dar lugar a la producción de intercambios y apreciaciones nuevas, productivas, reflexionando en el diálogo. En la misma línea, Fucks (2007) plantea que: “las preguntas y exploraciones reflexivas poseen la potencialidad de abrir perspectivas diferentes acerca de temas que, por cotidianos, parecen tener sólo una lectura (natural) posible” (p. 13). En relación a esto, considero que el acto de preguntar, de dudar, de indagar refiere a la actitud crítica que se adopta desde la disciplina, tiene que ver con no dar por sentado que “las cosas son así”, con la intención de generar movimientos en aquellas cuestiones que están establecidas como algo natural cuando en realidad forman parte del campo de lo social. Esta actitud implica -además- mostrarnos dispuestxs a que nos cuestionen, que nos generen preguntas, como una precaución metodológica de no caer en la autoindulgencia, sino de estar constantemente pensando otros modos posibles de ir definiendo posicionamientos, pero que revisten la posibilidad de ser transformados. Parte de la convicción de que proponer intercambios desde la pregunta será una manera de favorecer el establecimiento de conexiones que quizá no se habían pensado anteriormente, funcionando como una oportunidad para encontrar alternativas a las maneras de sentir-pensar-actuar habituales. A modo de viñeta ilustrativa comparto el registro de una situación vivida en el marco del trabajo con jóvenes que nos llevó a hacernos preguntas y cuestionamientos en el marco de la evaluación de una actividad realizada:
“Acercándose el mes de la primavera y coincidiendo con el cumpleaños de unx de lxs pibxs que asiste al encuentro nos proponen hacer una salida para festejar el 21 de septiembre[3]. Para nosotras fue importante registrar esta intención porque daba cuenta del establecimiento de un vínculo entre ellxs y nosotras, que les permitió poder expresar sus intereses (...) decidimos alojar su propuesta y nos dispusimos a planificar con ellxs ese evento, pensar cómo lo organizaríamos, cómo distribuiríamos las tareas, qué recursos necesitaríamos (...) algo que nos movilizó mucho en el transcurso del día fueron diferentes situaciones de estigmatización de las que lxs pibxs fueron “víctimas”: miradas, prejuicios, encuentros con diferentes actores sociales que en primera medida “sospechaban” de ellxs (...) en el espacio de evaluación de la salida propusimos como tema a indagar estas situaciones de estigmatización vividas, cómo las habíamos sentido, qué nos generaban, pensamos juntxs posibles razones que podrían generar estas actitudes, nos preguntaron cómo lo sentíamos nosotras y eso dió pie a poder reflexionar acerca de las diferencias entre ellxs y nosotras, cómo actúan esas diferencias y cómo poder pensar otros vínculos posibles desde el reconocimiento y el respeto aún cuando esas diferencias existan, pensamos diferentes estrategias a poner en marcha para generar movimientos en esa realidad que nos atraviesa” (Registro de cuaderno de campo, 2017).

Otro elemento que me interesa analizar en relación a la constitución del rol tiene que ver con las múltiples afectaciones que nos atraviesan cuando operamos en el ámbito comunitario y con su reconocimiento para “ponerlas a andar” en la práctica. Al respecto, Bonvillani (2015) -recuperando los aportes de Fals Borda respecto a la palabra sentipensar- plantea “corazón y cabeza juntos, encuentran su expresión en una palabra-mixtura, que sin embargo, retiene en su escritura ambas presencias diferenciadas. Combinación producida en la acción, sentipensante-se-es-en-la-práctica; pero también en la capacidad reflexiva que permite expresar la experiencia en el discurso, nombrándola” (p. 106-107). Utilizar esta expresión (“sentipensar”) permite poner en comunicación aspectos de la experiencia humana que han estado separados durante muchos años, uniéndose a través de esta palabra-idea que respeta sus diferencias reconociendo su interacción. Es por ello que me parece importante reconocer que “las intervenciones nos interpelan, nos atraviesan, también están hechas con y de nuestros cuerpos… las lecturas que realizamos de las realidades nos afectan, nos generan cosas… también nuestros intentos de hacer (intervenir) en esas realidades nos generan afectaciones, satisfacciones, sentimientos de frustración… poder registrar lo que nos pasa (o lo que no nos pasa) facilitará experienciar aprendizajes en relación al quehacer” (Pekarek, cit. en López & Pekarek, 2016, p. 18-19). Registrar nuestras afectaciones desde una reflexividad crítica nos permitirá pensar junto a otrxs en distintas estrategias para hacer operar aquello que nos conmueve/interpela, con el objetivo de que no se transforme en un obstáculo para la tarea. A continuación comparto una situación que me atravesó en el trabajo con jóvenes y que fue necesario co-visar[4] para reflexionar con mis compañeras acerca de cómo elaborarlo para continuar con mi trabajo allí y poder intervenir en esa situación: “es el fin de semana largo de carnaval… el martes cuando llego al barrio me reciben algunxs compañerxs del CS con cara de preocupación… no entendía mucho, así que pregunté si había pasado algo… ¿no te enteraste?, me dijeron… el fin de semana habían matado a un pibe, ahí, en el barrio… ahí, en la esquina de la iglesia… yo lo conocía, no participaba del taller pero su hermanx sí… me invadió una tristeza muy grande, sumado a la impotencia al escuchar cómo había sido que lo mataron… sucedió así, un cruce de palabras, a alguien no le gustó y lo mataron… lo mataron…” (Registro de cuaderno de campo, 2018).

Para seguir pensando…
Quisiera aprovechar este apartado “final” para compartir algunas apreciaciones que vengo elaborando respecto al contexto y las múltiples lecturas que podamos realizar del mismo, sumando algunas preguntas que me fui planteando que ponen en tensión la dimensión del rol y contexto, y que creo pueden aportar al proceso de pensamiento y reflexión colectiva… a lo largo de todo este recorrido he ido notando como el contexto condiciona de múltiples y complejas maneras nuestras prácticas, nuestras intervenciones… lo que sucede contextualmente impacta en nuestros ánimos, puede limitar o ampliar nuestras posibilidades de acción, es decir, creo que las particularidades del contexto socio-político en el que estemos inmersos nos atravesarán y movilizarán de múltiples maneras. Así es que en relación a esto me pregunto ¿cómo desempeñar el rol en un contexto que “no habilita”? ¿qué potencias encuentro de desempeñar el rol en estas condiciones? ¿qué obstáculos se perciben y cuáles serán las estrategias construidas para afrontarlos? ¿cómo hacer lugar a lo emergente, al acontecimiento en este contexto de vorágine y velocidad? ¿cómo incorporar lógicas de parar-pensar-evaluar-reelaborar en un contexto donde la productividad y el hacer parecieran estar sobrevalorados?...
BIBLIOGRAFÍA
Bonvillani, A. (2015) Pensar los sentimientos, sentir los pensamientos. Sentipensando la experiencia subjetiva. En C. L Piedrahita Echandía, A. Díaz Gómez y P. Vommaro (Comps.) Pensamientos Críticos Contemporáneos: Análisis desde Latinoamérica (pp. 97-112) Bogotá: Clacso.
Fucks, S. (2007). Reflexiones acerca de las paradojas del Empowerment. En Saforcada, E., Cervone, N., Castellá Sarriera, J., Lapalma, A. y De Lellis, M. (Comps.). (2007). Aportes de la Psicología Comunitaria a problemáticas de la Actualidad Latinoamericana. Buenos Aires: JVE Ediciones.
Montero, M. (2004). Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos. Buenos Aires: Paidós.
Pekarek, A. y López Soto, A. (2016) Dispositivo de covisión en intervenciones psico-comunitarias. [No publicado]
Rodrigou Nocetti, M. (2002) Interrogando el Rol del/a Psicólogo/a Social y sus Modos de Construcción y Transmisión. En H. Paulín y M. Rodrigou Nocetti (Comps.) Cuadernos del Campo Psicosocial N° 1: Hacer/es en Psicología Social (pp. 57-66). Córdoba: Brujas.
NOTAS
[1] Embrollo es una expresión cordobesa que hace referencia a una cosa o situación que es confusa, desordenada o problemática. A la hora de reflexionar en torno al rol lo primero que pensé fue ¡alto embrollo!!, debido a que reconozco la complejidad que implica, que pueden visibilizarse múltiples aristas dentro de este rol, que lo construyen, sumado a su característica de ser flexible lo cual nos enfrenta a la situación de estar constantemente reflexionando acerca del mismo y sus particularidades en cada momento y lugar. En relación a la expresión, también me interesa poder resaltar que en este proceso de reflexión fui descubriendo que hay mucho de mí que excede la especialidad y que creo que también se pone en juego en el encuentro con esxs otrxs con los que voy siendo psicóloga comunitaria en territorio, lo cual considero que se relaciona con lo singular de la experiencia y con la posibilidad de registrar esas particularidades como aquellas diferencias que se imprimirán en la construcción del rol en relación a cada unx que lo desempeñe.
[2] Cabe aclarar que en esta oportunidad decido utilizar el singular femenino en el título del apartado, debido a que me parece necesario poder significar de manera diferenciada el género, teniendo en cuenta en este caso mi experiencia singular de lo que vengo construyendo y a modo de resaltar de esta manera que las reflexiones que comparto a continuación constituyen una manera posible pero para nada única de entender al quehacer desde la disciplina.
[3] El 21 de Septiembre es considerado un día de festividad en Argentina, ligado al comienzo de la primavera y coincidiendo también con el Día del Estudiante.
[4] La Co-visión es un dispositivo en el que se pretende “poner a trabajar” situaciones diversas de la práctica cotidiana, con el objetivo de pensarlas con otrxs; analizar los procesos a partir de compartir distintas miradas, apreciaciones, estrategias, para poder atravesar algún obstáculo o dificultad en la tarea. De esta manera, las covisiones se constituyen como un espacio de revisión reflexiva de la intervención, donde el vínculo de confianza establecido entre lxs participantes habilita la constitución de un dispositivo que aloja malestares y permite pensar entre-muchxs en alternativas que se conformen en potencias.
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