¿Qué cuerpo necesita un/a Psicólogx Comunitarix?
- Lic. Gisela Coletti - gicoletti.88@gmail.com
- 29 abr 2019
- 7 Min. de lectura

Detroit Industry Murals – Diego Rivera (1933)
“Es el cuerpo para la vida,
el cuerpo para la lucha, el cuerpo para todo.
Es el bien más absoluto que tenemos”
Lohana Berkins
El objetivo de este apartado es reflexionar sobre la dimensión de los cuerpos en relación a la Psicología Comunitaria, en tanto el rol es ejercido y sostenido por éstos, atravesados por la particularidad de ser residente y trabajadora del Estado. En este sentido se yuxtaponen diferentes cuerpos: de trabajadora, residente y Psicóloga Comunitaria; a su vez en el encuentro con otros cuerpos. En síntesis, propongo “poner el cuerpo en juego” en la construcción del rol de psicóloga comunitaria, apostando a deconstruir algunos aspectos que hemos alojado allí.
Parto de la noción de cuerpos en plural, tal como lo expresa Esteban (2009):
“no hay un solo cuerpo sino muchos cuerpos que conviven y discuten entre sí, a nivel biológico, experiencial/fenomenológico, teórico/epistemológico, político… Pensar en cuerpos es pensar en representaciones, imágenes y concepciones concretas, en relación a formas también muy concretas de entender el sujeto y el género. Hay además una conexión íntima entre los cuerpos y los contextos históricos y geográficos en los que se configuran y viven dichos cuerpos.” (p. 1)
Entendiendo la complejidad de este tópico, me propongo ahondar en tres dimensiones relacionadas con mi quehacer psicocomunitario que me permiten analizar qué cuerpos construimos desde la disciplina y cuál se necesita para ejercer este rol.
Algunas dimensiones de análisis
Es común escuchar la frase “poner el cuerpo” al referirse a la Psicología Comunitaria en el ámbito universitario o entre estudiantes cuando se explica esta rama de la Psicología. Es posible entenderlo, en tanto desde este campo disciplinar se construyen cuerpos que salen a terreno, que “atraviesan lo comunitario” (Barrault, 2008), en tanto tránsito por la potencia de lo cotidiano y aludiendo a la experiencia de transformación constante de la subjetividad, ya que estas relaciones y encuentros “en” y “con” las comunidades se torna asimismo interpelador de nuestra propia subjetividad. En este transitar, he ido recuperando algunas particularidades de mi quehacer que me han ido interpelando y generando reflexiones: el “estar disponible”, la escucha y el género.
En relación a la primera dimensión, recupero el concepto “estar disponible” que propone Dip Carluccio (2016), como “aquella disposición al encuentro con el otrx, a la escucha activa y posibilidad de dar la palabra al otrx, que en muchas ocasiones, se le ha visto denegada. Posicionamiento ético-político que implica un reconocimiento del otrx como sujetx activx y de derechos, que permite generar demanda y leer cuáles son las necesidades de la persona que enuncia, abonando posibilidades de accesibilidad a las instituciones.” (cit. en Coletti, 2017, p. 17). Lo concibo como una apuesta a disponer el cuerpo a afectar y ser afectado, a la incertidumbre de lo que puede devenir en un encuentro; como un estar que habilita al otrx/s desde su saber y su sufrimiento. Considero el estar disponible como un “estar para ser” que surge del deseo, para ser la potencia que puede devenir.
Así también esta disponibilidad tiene que ver con generar articulaciones pertinentes con otrxs, otras instituciones, referentes, organismos en las situaciones que sea necesario. Es decir, también una disponibilidad al trabajo con otrxs, a la construcción inter-saberes (Stolkiner 2005), a partir del reconocimiento del saber del otrx y de la propia incompletud y límites del campo disciplinar.
Se puede pensar así también ¿para qué estamos disponibles?, ¿para qué elijo poner el cuerpo? Lo cual implica un doble movimiento, una pregunta hacia los objetivos de tal intervención, como así también una vuelta de la mirada hacia sí mismo, es decir, poder leer en qué condiciones está disponible unx, para qué y para quiénes. Advertencia necesaria, en tanto en ocasiones su puede caer en una “hiperdisponibilidad” para otrxs, disponerse para generar procesos comunitarios, actividades con otrxs, etc., que culminan con una indisponibilidad para con unx mismx o para algunas personas de esos otrxs con quienes trabajamos. Esto puede derivar en cansancio, malestar y desgaste. Sabemos que los cuerpos están marcados por condiciones de productividad, por un sistema capitalista que nos maquiniza y fragmenta. En este sentido, muchas veces me pregunto si, en estos casos, no estaremos siendo funcionales a esto, si acaso no tenemos momentos de mucho trabajo en los cuales resultamos trabajadores-máquinas, automatizados en algunos sentidos de nuestro quehacer, ante tantas cosas por atender. Y ¿qué costo tiene esto para nuestro cuerpo? Considero un punto importante a reflexionar, en tanto que son cuestiones que van marcando nuestros cuerpos-comunitarios, aquellas estructuras acumuladas de necesidades y deseos, que expresan también un “límite natural” (Federici, 2017).

En relación a lo desarrollado, otro punto importante a analizar es la escucha, como un elemento fundamental en el quehacer psicocomunitario. Escucha no sólo como el hecho fisiológico de oír, de prestar atención, sino como una escucha activa desde un lugar de igualdad de derechos, entendiendo que ésta “se entrelaza de manera relevante con la inclusión social. Quien no puede ser escuchado no es ratificado como un sujeto que pertenece al “todo” social” (Carballeda, 2015, p. 58).
Disponer el cuerpo a la escucha parte de la decisión de proponerse a ello, desde una actitud desprejuiciada, desde la empatía y la apertura a lo que el otrx tiene para decirnos. Que se realiza en determinado escenario social y atravesado por un contexto socio económico determinado. En un sistema que prioriza la productividad y control de sus trabajadores, apostar a generar vínculos de escucha activa (Carballeda, 2015) es una apuesta a romper con lo establecido, a generar intervenciones que priorizan lo humano por sobre el sistema que tiende a atomizar y maquinizar, fuga necesaria para generar prácticas de subjetivación.
En última instancia, también me resulta interesante poder reflexionar sobre el género que marca el cuerpo. Traigo esta dimensión para pensarme como psicóloga comunitaria, sin desconocer mi condición de mujer, en cuanto produce efectos y determina condiciones de mi quehacer. Por ejemplo, el registro de no poder asistir o circular por determinado lugar del barrio en tanto puede resultar peligroso, ir sola a una cancha donde se realizaban espacios de encuentro con jóvenes, ya que mi compañera de equipo había faltado. Diferencia marcada tanto por compañerxs de equipo en preguntas como “¿Vas sola? Tené cuidado”, como por lxs vecinxs al mostrar actitudes de cuidado en ciertas horas, o en algunos jóvenes que gritan o silban en la calle al pasar. Es necesario visibilizar esto, en tanto no es lo mismo ejercer el rol siendo hombre, mujer, trans u otra identidad de género. ¿Cómo impacta esto en nuestro rol?
Partiendo de entender al género como un concepto performativo, en tanto realidad que se produce a través de comportamientos y del discurso; como una construcción, que resulta de lo que hacemos, de cómo nos posicionamos en el mundo y del efecto que tienen sobre nosotrxs los entornos sociales y culturales (Judith Butler, 2002). Considero que es importante el registro de estas construcciones, el reconocimiento de las desigualdades sociales en torno al sexo, visibilizando el impacto de éstas en las matrices vinculares, como así también en el ejercicio de nuestro trabajo. Por ejemplo propiciando obstáculos en algunas instancias de trabajo comunitario, como así también en la atención que realizamos desde el Centro de Salud.
Así, considero al enfoque de género como un modo de mirar y actuar que busca modos de vincularnos desde la igualdad; no dando por sentado roles y prácticas estereotipadas y normativas; que tiende a la transformación de las condiciones que generan sufrimiento; como una forma de justicia social ante tan marcada injusticia.
Enfoque de género que se vincula asimismo con las dimensiones desarrolladas anteriormente, en tanto disponibilidad a abrir debates y espacios de formación en torno a este tópico, y escucha, como aquel modo de “poder decodificar aquellos mecanismos activos por los cuales este significado es procesado dentro de cada sujeto y devuelto como una significación, como una interpretación del mundo…” (Maffia, 2016, p. 150).

Así también es necesario pensar con qué cuerpos nos encontramos en nuestro quehacer. Cuerpos marcados por discursos, historias, por relaciones de producción y de poder, cuerpos que son “testimonio, estructura y esencia de las subjetividades que lo habitan” (Planella, 2006, p. 10). Así, también comprender el Centro de Salud como un dispositivo de control de cuerpos, por un lado de lxs usuarixs que asisten: se controla su peso, talla, sus vacunas, a ciertas poblaciones (por ejemplo, control de niño sano, control de embarazo, etc.). Por otro lado, también existe un control del cuerpo de lxs trabajadores: dispuestos en consultorios, con normativas de productividad, marcando el tiempo y espacio de su desempeño.
Es en este contexto, que decido tomar a los cuerpos como un analizador, es decir como un revelador, un indicador de un conflicto, como una dimensión que considero interesante reflexionar en la construcción del rol de la psicóloga comunitaria. Cuerpo-comunitario atravesado por malestares, construido asimismo en un contexto socio económico específico, cuerpos cargados (se destacan las mochilas colmadas), cuerpos flexibles y creativos, cuerpos deseantes, cuerpos disponibles al encuentro, cuerpos senti-pensantes, cuerpos que escuchan, cuerpos dispuestos a transformar y transformarse. Múltiples cuerpos que confluyen y configuran unx. En fin, “un cuerpo agente” (Esteban, 2009), recuperando lo que hacemos, dando relevancia a las acciones sociales individuales e intersubjetivas, incluyendo todas las dimensiones anteriormente mencionadas.
BIBLIOGRAFÍA
Barrault, Omar. (2008) Atravesar lo comunitario. III Foro de trabajo Comunitario. Organizado por la Cátedra Estrategias de Intervención Comunitaria. Facultad de Psicología, UNC. Recuperado de https://es.scribd.com/document/13538346/Atravesar-lo-comunitario-una-experiencia-desde-la-Psicologia-Comunitaria.
Butler, Judith. (2002) Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Ed. Paidós. Buenos Aires, Argentina.
Carballeda, Alfredo. (2015) La escucha como proceso. Una perspectiva desde la intervención social. En Silvia Faraone y Soraya Giraldez (Compil.) Determinantes de la salud mental en Ciencias Sociales: actores, conceptualizaciones, políticas y prácticas en el marco de la Ley 26657. (p. 55-62). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Departamento de publicaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Coletti, Flavia G. (2017) Procesos comunitarios en clave de aprendizajes. Centro de Salud N° 65 B° 17 de Mayo. Residencia de Psicología Comunitaria, Salta. [No publicado].
Esteban, Mari Luz. (2009) Cuerpos y políticas feministas. Jornadas Estatales Feministas de Granada. Recuperado de https://doc-00-30-apps-viewer.googleusercontent.com/viewer/secure/pdf/a6t1dqbmnd1nme6rj0pns8gnafvbhd0v/6gggs6lnt5fs0mr822l60s2kbv5hjrdm/1525185600000/drive/18089325029763812616/ACFrOgBft7tzJSrTwx0OdHCC9Vk7mWvwiDZKYuwZklgXmXMaWRQnkW-b2hoNwc0nNELG0_mtUDMSxaRi3cXuZeIKTsjDAhyQvXa _dUS7U2H_sqc8-wK7JtGr-HabDYs=?print=true&nonce=cjeg7pstmhfbc&u ser=18089325029763812616&hash=h9s0spvlakdt19rkjapj1ibrp3bjvjr3.
Federici, Silvia. (2017) Alabanza del cuerpo danzante. In Praise of the Dancing Body, A Beautiful Resistance: Everything We Already Are. Transducción a través de Juan Verde. Recuperado de http://brujeriasalvaje.blogspot.com.ar/2017/06/en-alabanza- del-cuerpo- danzante-por.html?m=1.
Maffia, Diana (2016) Contra las dicotomías: feminismo y epistemología crítica. En Korol, C. “Feminismos Populares: pedagogías y políticas”. Ed. Chirimbote. Buenos Aires, Argentina.
Planella, Jordi. (2006) Corpografías: dar la palabra al cuerpo. Recuperado de file:///C:/Users/gi/Downloads/dcart.pdf.
Stolkiner, Alicia. (2005) Interdisciplina y Salud Mental. IX Jornadas Nacionales de Salud Mental I Jornadas Provinciales de Psicología, Salud Mental y Mundialización: estrategias posibles en la Argentina de hoy. Recuperado de http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligatorias/066_salud2/material/unidad1/subunidad_1_3/stolkiner_interdisciplina_salud_mental.pdf
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